Capítulo 10

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POV Angel

¡Maldita sea! ¡Cómo me duele la pierna!, anoche fue un momento muy extraño para mí, desperté con el tacto de unos labios en mi boca, por un momento pensé que soñaba y que la diosa de ojos azules que volvía a mí de nuevo, para hacerme recordar los momentos que pasé con ella, estoy seguro que fueron momentos felices, de hecho muchos mejores que las pesadillas de un hombre que creo es mi padre, apagando un cigarrillo mi pecho, quemándome, pero al despertar pude ver que quien me besaba no era otra si no Lucy.

Mi corazón palpitaba con rapidez al verla frente a mí en mi cama, me sorprendió en el momento, solo me robó un beso pero creo que quería algo más de mí, algo que yo no puedo darle. Ella se ha hecho cargo de mí junto con Megan y agradezco todas sus atenciones y desvelos para conmigo, pero simplemente no creo corresponderle. No de la manera que ella quiere. Me agradan estas chicas y siento un impetuoso deseo de protegerlas de todo peligro que se les presente, por no las amo, no de la manera de que Lucy quiere y esto es seguro. No he querido hacerle daño, pero no encontré una forma fácil de decirle las cosas, creo que fui demasiado claro y honesto cuando la rechacé. Y en cierta forma fui cruel. Muy cruel al decírselo de esa manera, pero creo que era la única manera de decir algo como eso. No creo ser un hombre de medias tintas ni que se vaya por la tangente cuando tengo que decir las cosas.

Como era de esperar, había en su rostro una gran decepción y vergüenza por lo que había ocurrido, se sentía humillada al ver como la rechazaba y sin pensarlo se levantó bruscamente de mi cama para correr hacia su habitación, sin darse cuenta de que al levantarse movió bruscamente mi pierna haciéndome gritar del dolor. Hacía semanas que no sentía un dolor como este, y no todo era sobre mi pierna.

Lamentaba en lo más profundo de mi ser hacerla llorar como lo hizo, ella nunca llora, se escuda en una coraza de fortaleza que ella misma ha fabricado para que nadie la lastime... ¡y yo la he lastimado! Me sentí justo como el chico de mis sueños, cuando hacia llorar a su madre.

Meg entra a mi habitación unos minutos y ve mi dolor, aunque trato de ocultarlo un poco cuando la veo entrar, y sin pensarlo me aplica un sedante, y tan fuerte que me deja dormido casi al instante, llevándose el dolor de mi cuerpo, todos esos recuerdos y pensamientos se envuelven en una nebulosa y espesa nube gris de imágenes aleatorias de lo que creo es mi pasado.

Leliot se levanta temprano entra en mi cuarto y empieza a saltar en mi cama, yo me despierto sobresaltado, no sé por qué tanto alboroto, mami nunca deja que Leliot venga a mi habitación a despertarme... la otra vez lo regañó.

— ¡Hermano!, levántate, hoy es navidad. Santa dejó muchos regalos para nosotros. —Me dice sonriendo.

¡Sé que no es cierto!, ¡Soy un niño malo!... Santa no deja regalos a los niños malos... mami me lo dijo... ella cree que soy un niño bueno.

Leliot casi me obliga a salir a la sala donde está el árbol con un montón de regalos... de seguro todos para Leliot, yo cierro los ojos, no quiero que me vean, ¡sé que Santa no dejó nada para mí!

— ¡Este es para ti! —Me dice Leliot. —Tiene tu nombre.

Yo miro la cara de mami, ¡no puede ser verdad! Pero ella me mira y asiente... ¡¿Santa dejó algo, para mí?!

— ¡Ábrelo cariño! — Dice mami. —Elliot, dale su regalo a tu hermano. —Y él me la obedece.

Lo abro lentamente, porque aún no creo que sea verdad, cuando lo abro veo que es un helicóptero. ¡Santa me dejo un juguete, a mí! ¡Y era lo que quería!, es igual al de la tienda a la que fuimos a buscar los a-dor-nos de navidad! ¡Santa sabe lo que me gusta! ... ¿Pero porque lo trajo? ¿No sabe que soy un niño malo?

Camino a La Felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora