Camino a La Felicidad.

Capítulo 51

Capítulo 51

POV Meg.

— ¡Nuestras maletas están listas! — Le digo a Lucy. Muy entusiasta. — Nos espera una nueva vida en Seattle... Pero —Me freno al ver que las cosas de Lucy están casi intactas. Solo ha sacado algunas cosas en un pequeño bolso de mano. — Te harán falta muchas más cosas que esas Lu. — Le digo al fin.

— No voy a ir, Megan. — Me dice con tristeza.

— Pero... ¿Por qué? ... acordamos en que vendrías unos meses a Seattle, mientras José finiquitaba un proyecto. ¿Por qué ahora me dices que no?

— Seattle no es mi sitio, Meg. — Dice comenzando a brotarle lágrimas en los ojos. — Esto será lo más difícil que haré en toda mi vida, Meg. ¡Me voy de Estados Unidos!

Aun no comprendo por qué cambió  de opinión tan abruptamente. Si, sabía que algún día se iría con José a recorrer los paisajes que tanto a él le gusta fotografiar y que ahora le apasionan también a mi hermana. Pero en realidad, jamás imagine que fuera tan pronto.

— José y yo nos iremos a Asia en unos cuantos días, pero antes nos iremos a Canadá. Le ha salido un buen trabajo allá y me ha enseñado muchas cosas de fotografía que puedo emplear para ayudarle. — Dice sollozando pero con una sonrisa en su rostro. — Ya me he despedido de Angel y del tío Ray, solo me faltas tú.

— Pero, no lo entiendo. — Le digo otra vez, y comienzan a brotar lágrimas a los ojos. — Dijiste que te quedarías un tiempo más con nosotros, Lucy. No nos dejes de esa manera.

— Es mejor así. He cumplido con mi misión contigo, Meg. Prometí a mamá que estarías sana y salva. Le prometí que encontraríamos a nuestro tío y la divina providencia y Angel nos ayudó a encontrarlo. Ahora llegó mi turno de vivir y ser libre.

Ella me mira con ojos indulgentes. Nunca había visto esa mirada en Lucy. Mi hermanita. Mi hermana mayor. Mi mejor amiga. Ella que siempre estuvo tan al pendiente de mí, aunque yo siendo una niña jamás comprendí su proceder en mucho de las cosas que nos han pasado en esta vida. Ella que siempre ha sido tan fuerte y que en cada situación, aunque el miedo la invadiese, siempre plantaba cara con aires de firmeza y decisión. Hoy la veo distinta, evasiva ante mi mirada.

— ¿Cuánto te iras? — Pregunto tratando de hacer tiempo.

— ¡Esta noche! — Me dice rápidamente, antes de que un sollozo corte su habla.

— ¡Lucy, no te puedes ir así! ¡No de ese modo! ¡No tan pronto!

— Es lo mejor. — Dice tomándome de las manos. — ¿Recuerdas ese libro? ¿Ese que compre para ti el día que conocimos a Susan? — yo asiento lentamente. — ¿Recuerdas la veces que me burlaba de ti y de ella, cada vez que recitaban una parte de ese libro? — Vuelvo a asentir.

— Pues, descubrí que ustedes tenían razón. Los ángeles existen en nuestro camino. José es mi alma gemela. Lo supe desde el primer momento en que lo vi, aunque en ese momento no lo quise aceptar como tal. — Me estrecha en sus brazos y soy otra vez la pequeña a quien su hermana mayor arrulla para contarle un cuento para dormir. — No puedo perder esta oportunidad, la vida es solo una y, sonará muy raro de mi parte, pero he descubierto que hay que vivir cada momento a su mayor capacidad, sentir lo que se te regala. — Jamás la había oído hablar así. —   Si, esas son cosas de José. Pero tiene razón. Él es ahora mi ángel. Con el que debo seguir mi camino. Ahora estoy segura que seré feliz. — Dice sonriente. — Tal vez no vuelva a este país. Pero siempre sabré que hay un pedazo de mi corazón el él. — Dice abrazándome más fuerte.

— ¡Te voy a extrañar, mucho! —le digo entre sollozos. — ¡Estaré muy triste sin ti!

— Hermanita. Siempre estaré contigo. Aquí. — Pone su mano en mi pecho, del lado del corazón. Los momentos que vivimos juntas, jamás los olvidaras. La vida está hecha de momentos buenos y malos... y claro que ahora te sientes triste, pero tú mejor que nadie sabe dejar fluir tus sentimientos. El lugar donde estemos no es importante siempre y cuando nos tengamos en nuestro corazón. Y tú, hermanita. Siempre haz formado parte del mío.