Capítulo 42

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POV Ángel 

— ¿A qué viene todo esto, Meg, Lucy? — Les pregunto a estas chicas, una vez que las veo muy serias, conferenciando secretamente en algo que me figura ser de mí y de mi reciente decisión de invitar a la Señorita Steele almuerzo de negocios del que espero se alargue hasta la cena.

No puedo mentirme, por alguna razón la señorita Steele me ha cautivado, tal vez sea esa seguridad que tiene, o el hecho que a su corta edad, pueda llevar las riendas de un negocio por sí misma. No sabría cómo describirlo ahora mismo, pero en general puedo decir que me ha gustado mucho su manera de ser y quisiera seguir conociendo mucho más de ella. Es una verdadera lástima que viva en Seattle. No sé en qué cojones pensé cuando quise hacer negocios en ese lugar. Pude comprar otro negocio para que Meg lo dirigiera y aun cuando se me pusieron algunas trabas en el asunto para adquirir toda la empresa, decidí que era lo mejor. ¡Mierda! Yo espero que no tenga que trasladarme a ese lugar, o por lo menos no tan pronto... tal vez en unos cuantos años más, aunque no creo que ahora haga mucha diferencia. Simplemente quiero terminar de enterrar al fantasma de Christian Grey que me figuro aún se encuentra vigente en esa ciudad. He seguido por encima sus movimientos, pero no tuve que hacer mucho esfuerzo cuando unos meses atrás una persona en nombre de GEH quiso entrevistarse conmigo para posibles negociaciones con nosotros. Evidentemente los mande para el carajo... es decir le dije a Meg que los mandara para el carajo... Pero creo que no lo hizo del todo bien, Yo quería que fuese tajante al respeto y sin embargo ella fue muy diplomática al respecto. Creo que cada quien tiene un estilo de manejar las cosas y el de Megan difiere mucho del mío.

El otro punto en contra de la señorita Steele es este par que tengo en frente de mí. Cotorreando en un rincón del apartamento como si yo fuese estúpido y no supiera de que. En verdad se las ve muy animadas desde que le dije a Megan que llamara a su prima para organizar un almuerzo de negocios, puesto que no pudimos concretar mucho la primera vez. Yo me encontraba muy nervioso ante su presencia, cosa que no creo que me ocurriera nunca y que fue verdaderamente sorpresivo para mí.

En fin Megan y Lucy se me acercan como el gato que se comió al canario, tratando de ocultar la sonrisa de sus rostros. Pero en realidad no entiendo a qué se debe. Meg y Lucy se me acercan y espontáneamente me besan cada una en mis mejillas. Antes lo habían hecho... Meg más que Lucy. Pero solo en las fiestas. Lucy mantuvo su distancia un buen tiempo desde aquel beso robado hace un par de años.

— ¿A qué se debe tanta efusividad? — vuelvo a preguntar a este par de chicas, que parecen más bien un par de adolescentes locas.

— A nada en especial. — Dice Meg sonriente. — Ven, a desayunar y luego nos iremos a comprar algo para que te pongas esta tarde en tu almuerzo.

Me le quedo mirando fríamente.

— ¡Ya tengo ropa! Gracias. — Le digo de mal humor al comentario. Pero ni eso hace que los semblantes de Meg y Lucy disminuyan.

En el desayuno, las veo lanzando miradas furtivas y sonrisitas que creo que es conmigo. Hace dos días están raras, más de lo habitual. Y eso que según ellas yo soy el raro. Apenas ayer Meg se me acerco muy amistosa, para darme las gracias por tratar bien a su prima Anastasia, e inesperadamente saco su teléfono y me tomo una fotografía. Según ella para guardarla y para tener un recuerdo de mi. No le creí del todo su explicación al respecto. Sin embargo se la dejé pasar. Aunque sabe perfectamente que no me gusta que me tomen fotografías, y mucho menos que sean publicadas en alguna red social donde alguien pueda verla, no me siento cómodo con que puedan ligarme nuevamente al pasado de lo que una vez fui.

— ¡Maldición! — Exclamo en la mesa del comedor mientras desayunamos. — ¡Van a decirme de una vez lo que pasa! — Exijo. Ellas automáticamente cambian esa expresión risueña singuen en silencio un tiempo más. — ¿Y bien?

Camino a La Felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora