¿Quién es Marie?

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-¿Cuántas veces te revolcaste con él? – Me veía a mí mismo mientras mi padre arremetía contra mí. –Dímelo perra – me pateó en el estómago una vez más y yo no hacía nada – Te voy a enseñar una lección para que no abras las piernas a nadie – Se alejó por un segundo pero volvió con un cuchillo en la mano – Marie siempre fuiste una perdida – De pronto veía a mi padre, sus ojos se habían transformado de cafés a unos rojos fuego. Su mirada sin embargo estaba ida. Como perdida en el pasado –Te enseñaré a respetarme Marie- y vi como el cuchillo entraba en mi pierna – ¿Él te acarició aquí? ¿Te besó aquí? Supongo que lo hizo. Le has deber implorado que lo haga – y hundió el cuchillo en mi abdomen.

Me levanté sudando frío, mis manos temblaban pero el resto de mi cuerpo estaba rígido y engarrotado. Mi garganta estaba seca. Era otra vez la misma pesadilla. Desde que salí del hospital esta pesadilla se le sumó a las demás. Cada noche revivían los peores encuentros que había tenido con ese demonio de ojos rojos. – ¿Marie? – gritó mi subconsciente ¿Quién era esa Marie? ¿Qué tenía que ver con mi padre? ¿Por qué mi padre la nombraba? No era la primera vez que había escuchado ese nombre ¿Pero quién realmente era? Debía descubrir que había tras ese nombre para que alborote tanto al demonio. Tal vez ahí estaba la clave para poder liberarme de este infierno pero ¿Dónde podía encontrar algo sobre ella? Solo tenía su nombre y nada más.

-Su cuarto – susurré ¿Habría algo en el cuarto de mi padre que me ayudara? Pero tendría que esperar a estar sola para poder entrar y buscar. Estaba decidida en la tarde mientras él estaba en el trabajo entraría a buscar. Me levanté y me cambié rápidamente. Bajé y preparé el desayuno. Lo serví y salí a la escuela.

Todo seguía igual con la excepción de que ahora Kiko ya no me prestaba mayor atención aunque seguía siendo molestada por sus amigos y varios chicos del colegio pero eso no me preocupaba. Lo que me había desconcertado a un principio fue que Taeyang me dirigiera la palabra cada vez que tenía oportunidad. A la hora del almuerzo siempre se aparecía para cambiar mi almuerzo por el suyo. Siempre me preguntaba si estaba comiendo bien, si tenía algún dolor. Al inicio no le contestaba muy bien pero al pasar estas dos semanas puede decirse que ahora nos llevamos bien. A veces conversábamos un poco sobre cualquier tontería pero aun así mantengo mi distancia ya que no quería que mi padre se enterara y quisiera hacerle algo malo.

-¿En qué piensas Eve? – dijo Taeyang al sentarse a mi lado.

-Nada

-Parecía que ideabas algún plan – dijo el cambiando la bandeja de nuestros almuerzos.

-Algo así – me regresó a ver sorprendido. Era cierto, estaba pensando los posibles lugares donde podría buscar algo acerca de Marie si no llegaba a encontrar nada donde mi padre aunque rogaba por encontrar aunque sea una pequeña cosa, un indicio, algo.

- ¿Qué esperas? ¡Dime! – dijo con entusiasmo.

-No, no puedo – dije huyendo de su mirada – solo quiero que todo salga bien para acabar con esto de una vez.

-Pues suerte – regresé a verlo sorprendida, esperaba que me preguntara algo más pero no lo hizo aunque su cara reflejaba que quería hacerlo.

-Gracias – dije sonriéndole. Había muchas cosas que preguntarnos pero no lo hacíamos y aquello era lo mejor.

Conversamos de cosas sin sentido. A pesar de ser uno de los amigos de Ji Yong jamás hablábamos de él. Había temas que era mejor no tocar. El timbré nos avisó que era hora de regresar al salón. Fui lo más lento posible ya que me tocaba literatura, la única clase que compartía con Ji. Antes esta clase era mi favorita y me la pasaba la mayor parte del tiempo contemplándolo pero eso había cambiado. Antes mi corazón saltaba de emoción y latía rápidamente, ahora la tristeza me absorbía y el pecho dolía. Buscaba mil y un maneras de entretenerme para no regresarlo a ver porque en esos momentos cuando por una milésima nuestros ojos se miraban mi corazón se rompía otra vez. Entré al salón, todos ya se encontraban ahí. Fui a mi típico asiento al final de la clase.

Lo que esconde el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora