Despedida

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Esta sería la última noche que estaría en esta ciudad, la última noche que estaría en la vida de Ji Yong. Todo estaba decidido, en la mañana partiría junto con Choi y no pensaba regresar. Mi enfermedad era incurable, toda mi vida iba a tener que ser controlada por médicos y pastillas. Siempre preocupada de convertirme en un demonio como mi padre. Mi lugar era en un centro psiquiátrico no a lado de Ji Yong. No con la gente normal.

Choi me llevó a la casa de Ji. Se suponía que ahí viviría hasta cumplir mi mayoría de edad o hasta ir a la universidad. Los padres de Ji Yong habían sido tan buenos conmigo que me sentía mal por no decirles nada de mi condición y tratamiento pero así es como debía ser.

Durante la cena no pude evitar sentirme mal y sobre todo tener mis alucinaciones. Todos parecíamos una gran familia feliz que no pude evitar pensar en lo horrible que fue mi vida después de perder a mi madre. Supongo que me ausente por un largo rato hasta que sentí como fuertemente mi mano era sujetada por la de Choi. Gracias a Dios, al parecer, nadie se dio cuenta.

Después de la cena la madre de Ji Yong, él y Choi me llevaron a conocer mi nueva habitación. Era muy hermosa. Las paredes eran un hermoso todo de crema con tonalidades marrones, en algunas de ellas tenían pequeñas citas de libros o versos de poemas. Seguramente eso lo pensó Ji Yong.

-Te gustaron las citas, son de tus libros favoritos – dijo el mientras me abrazaba por la espalda. Tenía razón él fue el de la idea.

-No tenías por qué hacerlo – dije reprimiendo mis lágrimas.

-Claro que sí siempre eres feliz cuando lees y quería que fueras feliz aquí

-Gracias Ji Yong- me di la vuelta para abrazarlo bien. Me sentía mal con ellos. Todo este esfuerzo para nada porque en la mañana me largaría pero de ser así seguramente me hubiera encantado vivir aquí.

-Bueno chicos supongo que Eve querrá descansar – dijo haciendo gestos para que los chicos salgan – Cualquier cosa que necesites no dudes en.... pedírselo a Ji Yong la puerta de al frente es su habitación – río – buenas noches Eve.

-Buenas noches y muchas gracias otra vez – la mamá de Ji me abrazó y después salió de la habitación.

Busqué en mi maleta algo cómodo que ponerme y mientras buscaba encontré algunas fotos, la mayoría de mi madre pero también se encontraba ahí la foto que tenía con Ji Yong cuando apenas éramos unos niños. La puse sobre un escritorio que se encontraba en la habitación y busqué en el papel y un bolígrafo. Debía despedirme de ese niño que estuvo siempre a mi lado de una u otra forma, tenía que despedirme de ese hombre del que me había enamorado profundamente. Así que empecé a escribir mi carta de despedida.

Siempre tuve una habilidad con escribir mis sentimientos en papel pero ahora se me hacía demasiado difícil plasmarlos. El sonido de mi puerta me sobresaltó.

-¿Qué haces aquí JI Yong? – dije asustada al verlo cerrar la puerta. Inmediatamente oculté la foto y la carta y me levanté dispuesta a sacarlo del dormitorio, El me abrazó fuertemente.

-No soporto pasar más tiempo sin saber lo que somos. Sin saber si puedo besarte, abrazarte y decirte lo mucho que te amo. Extraño mucho ese tiempo que pasábamos juntos. Ahora todo finalmente terminó y podemos ser felices... juntos. Sin miedos, sin mentiras, sin engaños, sin pensar en lo que otros digan. Solo tú y yo - ¿Cómo le decía que todo eso no era verdad? ¿Cómo le decía que no estábamos destinados a estar juntos? ¿Cómo le decía que jamás seríamos él y yo? No podía decirle la verdad, no podía decirle nada así que simplemente empecé a besarlo desesperadamente.

Al principio, por la sorpresa, no me correspondió pero después sus labios también se portaron demandantes. Mordió mi labio inferior haciendo que suelte un pequeño gemido y le brinde acceso al interior de mi boca. Su lengua recorrió todo mi interior y después empezó una deliciosa y excitante danza con mía. Poco a poco nos fuimos acercando a la cama. JI delicadamente me recostó sobre ella y se colocó encima de mí. Mi cuerpo empezó a subir de temperatura. La piel me quemaba. Mis manos se aferraron a sus cortos cabellos con la intensión de que su boca no dejara la mía. Sus manos empezaron a pasearse por mi cuerpo y de cierta manera esas caricias también quemaban mi piel pero a la vez me hacían desear más.

Lo que esconde el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora