four

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4. Murmuros y miradas


Mientras caminaba por el pasillo escuchaba a la gente murmurar sobre mí. Todos los ojos estaban pegados en mi dirección; resoplé manteniendo la cabeza bien alta mientras me dirigía a la cafetería.

Era el segundo día con el beso, y hasta el momento, las cosas habían marchado bien.

Bueno, técnicamente.

En dos días se me habían acercado, por lo menos, cinco chicos. Me trataban bien y me decían cosas dulces y bonitas para conseguir que les diese el beso, pero rechacé a todos. Estaba molesta y esperaba que se diesen cuenta de una vez por todas que dar el beso no estaba entre mis planes.

El juego iba a terminar si o si.

Empujé la puerta y entré dentro de la cafetería. Caminé a través de ella y me dirigí a la mesa donde siempre nos sentábamos Gina y yo. Intenté no ponerme demasiado nerviosa cuando vi que Gina aún no había llegado.

Me senté y saqué el almuerzo de la mochila. Todo el mundo susurraba a mí alrededor e hice caso omiso de ellos, cogiendo el sándwich de jamón y queso, y dándole un mordisco. Me quedé mirando a la nada deseando que Gina llegase.

- Me encanta ver a una chica que puede comer. – Oí decir a alguien.

Al reconocer esa voz ronca con un pequeño toque de arrogancia, miré a mi izquierda y me encontré con Malcolm caminando en mi dirección. Llevaba una chaqueta roja del equipo de fútbol (como de costumbre) y tenía las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió.

Rodé los ojos. Maldito chulo de mierda.

- Hola. – Dijo, sentándose a mi lado. – Te he echado de menos.

Dejó poco espacio entre nosotros, lo que me obligó a mirarle a la cara para darle una advertencia. Me fijé en sus puntos negros y en lo sumamente notorios que estaban hoy. Lo intrigante era que esas eran las únicas marcas en su perfecto rostro.

¿No se suponía que no le gustaba que le invadiesen el espacio personal? En dos días había invadido el mío dos veces.

- ¿No hablas? – Preguntó.

- Sí. – Me eché hacia atrás en la silla. – Pero no contigo.

- ¿Eso es porque te pongo nerviosa?

Tomé una respiración profunda y me obligué a relajarme. Él quería una reacción y no estaba dispuesta a dársela.

- Sí, es algo inevitable. No me puedo creer que alguien como tú exista. – Dije, sonriendo con dulzura.

Malcolm me devolvió la sonrisa.

- Oh, eso es tan dulce.

- No lo decía enserio.

Era incluso capaz de creérselo. Por Dios.

- ¿Y qué tal... – Dijo de pronto, poniéndose serio. - ...si me besas ahora y te libras del beso? Sé que no lo quieres y que me deseas, por lo que sería como matar a dos pájaros de un tiro.

- El único que va a salir muerto de un tiro vas a ser tú. – Dije, suspirando.

Yo sólo quería acabar mi sándwich y que Gina llegase.

Él rio. - ¿Te pones agresiva?

- No. – Dije. – Mira, no voy a besarte. Ni ahora ni nunca.

Para mi sorpresa, el aura de confianza de Malcolm pareció tambalearse por un momento. Ocurrió tan rápido que no estaba segura de si incluso lo había visto, parecía como si le hubiese pillado con la guardia baja. Me pregunté qué pasaba con él.

El Playboy quiere Besarme, [SP#3] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora