34. El perdón
Toqué el timbre y esperé ansiosamente que Malcolm abriera la puerta. Estaba nerviosa, la verdad. No tenía idea de si Malcolm me odiaba y nunca querría volver a verme, lo que significaría que habría arruinado una de las mejores cosas que me habían sucedido. Así que respiré profundamente, rogando que me perdonara.
De repente, la puerta se abrió y Malcolm apareció. Al verme, parecía genuinamente sorprendido. Pero entonces, rápidamente ocultó esa expresión con una mirada neutral. Tragué saliva, sabiendo que nunca había visto a Malcolm sin su famosa sonrisa.
- Soy una idiota – dije sin pensar. – Lo arruiné.
Pero la reacción de Malcolm no cambió.
- ¿Por qué estás aquí? – preguntó con aplomo.
- Para disculparme – dije, la voz cada vez más suave. – Lo siento mucho por todo.
Me miró fijamente, su expresión era inmutable. Pero noté que la dureza en sus ojos vacilaba, lo cual me dio confianza.
- ¿Por qué el cambio? – preguntó.
- Desde el momento en que nací, mi madre me dijo que los chicos no eran buenos, que sólo te usaban y la verdad, creo que esa fue una de las razones por las que me hice tan distante – le dije. – Inconscientemente creí sus palabras, pero luego te conocí y de repente, todo cambió, te quería y confiaba en ti, pero mi madre me decía que no eras bueno y que sólo me querías por algo. Sin saberlo, me volví insegura. Porque la verdad es que creo que eres demasiado bueno para mí, no tengo ni idea de por qué te interesarías en mí, eres atractivo, popular, y puedes conseguir a cualquier chica – miré hacia otro lado, avergonzada por mi debilidad. – Por eso creí las palabras de todos, mi madre me decía que me estabas usando y pensaba que eras demasiado bueno para mí, así que sus palabras parecían ciertas, ahora sé que soy una idiota y que te lastimé. Sé que nunca me harías daño, sé que realmente te gusto, confío en ti y me arrepiento de no haber confiado en el momento oportuno.
Miré a Malcolm, preguntándome qué estaba pensando. Mis mejillas estaban ruborizadas y rezaba para que lo entendiera. Esperaba que no me odiara. Y cuando lo miré, mis oraciones fueron contestadas.
Los ojos de Malcolm eran suaves y cariñosos. Ellos estaban perdonando. Malcolm se adelantó, abriendo los brazos. Me arrojé dentro de ellos y lo abracé, agradeciendo a mis afortunadas estrellas que tenían un alma amable.
- Sí, te equivocaste idiota – dijo mientras lo abrazaba fuertemente. – Pero lo entiendo.
No dije nada mientras seguía abrazándolo. Esto era demasiado bueno para ser verdad, pero me dije a mí misma que tenía que creerlo. Malcolm era mío y nos íbamos a mantener fuertes. De ahora en adelante, no dejaría que nada ni nadie interfiriera en nuestra relación.
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Estábamos tendidos en la cama de Malcolm, abrazándonos, y suspiré felizmente mientras acurrucaba mi cara en su peco. Estaba feliz y me preguntaba por qué lo había arriesgado todo. Incluso por un momento, me pregunté por qué pensé que no me importaba perderlo.
- ¿Quieres saber por qué estaba tan desesperado por ganar el juego del beso? – preguntó bruscamente, rompiendo mis pensamientos.
- Sí – dije, con curiosidad. - ¿Por qué quieres ser el rey del beso?
- Recuerdas que te dije que me siento... ¿Como una pérdida de espacio? – me preguntó, poniéndome tensa. – ¿Qué no tengo talento, que no soy nada especial?
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El Playboy quiere Besarme, [SP#3] | ✓
Teen FictionTodo empezó por un juego y un beso. La pobre Daisy pasó de no tener ningún pretendiente a tener docenas. Incluyendo al playboy de la escuela.