Despertar

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Los labios de Clarke sobre los míos habían hecho despertar cada parte de mi cuerpo, cada parte de mi razón. Encendió una llama dentro de mi que creía apagada por completo. Lo había hecho siempre. La muchacha rubia de cabello ondeado, la chica de ojos color océano siempre lograba despertar en mi a lo que más le temía. Al amor. La había recordado. No fue el beso lo que hizo que mis recuerdos volvieran a producirme terror. Fue la soledad. Fue el hecho de sentirme tan sola lo que supongo que logró conectarme con mi pasado. A aquella soledad a la que desgraciadamente me había acostumbrado. Todo ocurrió cuando menos lo pensaba, pero probablemente en el momento adecuado. Me encontraba bajo un árbol, rodeando mis piernas con los brazos. Tras dos días en el bosque, con frío, temerosa, sin saber qué hacer comencé a sentir que no quería estar sola, ya no. Deseaba volver a Arkadia junto a Clarke, pero ya era muy tarde. No sabía dónde estaba ni siquiera estaba segura si lo que estaba haciendo era lo correcto. Fue cuando cerré los ojos que ella apareció en mis pensamientos, una imagen que jamas creía haber visto. Comprendí que todo estaba volviendo a ser como solía ser. Volvía a ser yo, Lexa. Cuando comencé a revivir cada instante mi piel comenzó a tiritar. Por fin era consciente de mi pasado, de lo que había hecho y de lo que no. Todas las palabras de Clarke se habían vuelto una película en mi cabeza, ella no me había mentido sobre nada. Recordé sus besos, sus caricias, nuestros cuerpos desnudos sobre mi cama. Fue en ese momento donde supe que mi decisión era la correcta. Estaba protegiendo a lo más preciado que la vida me había dado. Era lo correcto. Estaba dispuesta a dar mi vida con tal de ver a esa muchacha a salvo, por más que supiese que no era lo más feliz para ambas. Era lo correcto.
Esa noche dormité junto al mismo árbol, repasando el rostro de Clarke en mi cabeza. Quería tanto tenerla entre mis brazos, quería gritarle que me acordaba de ella finalmente y que podíamos ser felices. Pero yo siempre tenía la culpa de separarnos. Alguien no me quería con vida y ese parecía ser el universo.
Ni bien el sol golpeó contra mi rostro suspiré y me puse de pie. La realidad era que la Nación de Fuego se encontraba lo suficientemente lejos como para tardar días en llegar, pero el tiempo corría y Clarke podía estar en peligro, supuse que sería mejor agilizar el paso y desaparecer de las inmensidades del bosque.
"La vida debería ser más que solo sobrevivir" Las palabras de Clarke aún resonaban en mí y de verás que deseaba eso más que nada en ese mundo. Quería dejar de sobrevivir y dedicarme a vivir. Ella me había dado las ganas de hacerlo sin pedir nada a cambio. La extrañaba tanto que dolía. Sabía que lo que hacía era lo correcto pero mi corazón quería correr a sus brazos y sufrir las consecuencias.
Las puertas de la Nación del Fuego llegaron a mí antes de lo que pensaba. La angustia se apoderó de mi pecho y sabía que entraría con vida allí y nunca volvería a salir. Aún no comprendía como era posible que hubiese vuelto al mundo. Pensaba que Titus podría explicármelo pero él estaba muerto, lamentablemente. Estaba segura que hallar la inteligencia artificial y colocarla en mi cuerpo aclararía algunas de mis tantas dudas. Lo más probable era que se encontrara dentro de la nación. No sería fácil encontrarla sin que me notarán así que opté por entregarme, tan sencillo como eso.
Me separé del bosque y quedé al descubierto. Me sentí tal cual el día que había vuelto a ver a Clarke. Dios, debía de quitarme a la rubia de ojos profundos de la cabeza o toda la situación se volvería más difícil.
Alrededor de diez hombres levantaron sus lanzas al verme. Uno exclamó un grito que hizo estremecerme por completo. Dejaba de ser la Lexa luchadora y fuerte, pasando a ser temerosa y débil frente al resto. Bajé la cabeza y levanté mis brazos rindiéndome. Dos hombres acudieron a mí y me llevaron arrastrando hasta el interior de lugar. Mis rodillas sangraban por el constante roce contra la tierra. Sentía dolor, vergüenza y miedo. Por primera vez en mi vida sentía miedo de sufrir. Lo hago por ella, porqué la amo. Lo hago porque lo merece. Merece vivir más que yo.
-Más que yo- repetí en silencio y recibí un golpe en el rostro. Las grandes puertas de una habitación se abrieron y la reina Miska se presentó ante mi visión borrosa.
-Supuse que lo harían más difícil- dijo junto a una señal para que los hombres me soltaran. Mantuvo sus ojos fijados en mi, analizando cada expresión en mi rostro.
-Estoy aquí- dije firme.
-Lo sé- asintió- pero aún no logro comprenderlo- negó con la cabeza esta vez.
-Tampoco yo- me animé a decir.
-Los terrestres han accedido a formar parte de nuestra alianza- comenzó a decir mientras recorría la sala. Me encontraba arrodillada ante ella. La última vez que me encontré en esa posición fue jurándole a Clarke que protegería a su gente. Y por lo menos me sentía satisfecha que lo estaba haciendo en ese momento. - Les di mi palabra de llevarte a ellos y ellos cumplirán con la suya.- concluyó quedado de mi pie frente a mí.
-¿Su palabra?- levanté mi cabeza para mirarla.
-La sangre se paga con sangre-dijo dándose la vuelta- Enciérrenla- exclamó y los hombres volvieron a arrastrarme hacia la oscuridad.
Abrí los ojos pero creí no hacerlo. Todo estaba demasiado oscuro haciéndose imposible distinguir mis manos. Apoyé mi cabeza en una de las paredes y rodeé mis piernas con los brazos queriéndome alejar del mundo. Las lágrimas no tardaron en llegar. La extrañaba. Extrañaba ser lo que era. Extrañaba sentirme segura con ella y hacerla sentir segura. Pensaba en como sus lágrimas resbalarían en sus mejillas cuando leyera la precaria carta que había dejando escrita sobre la mesa al lado de su cama. Pues yo la había escrito mientras el llanto amenazaba con matarme y supuse que ella lo leería en el mismo estado. Podía imaginarme el odio que recorrería en su cuerpo cuando entendiese que me había ido, que la había dejado nuevamente. No me lo perdonaría. Estaría descontrolada en la habitación, tratando de llamar la atención de alguien, llorando, herida, intentando hacerles entender al resto que me había ido, que me había entregado. Se sentiría culpable, se gritaría a sí misma, se perdonaría y volvería a sentirse culpable. Me odiaba por hacerla sentir así. Es por su bien, Lexa. Es por ella.

-¿Con ganas de vivir?- preguntó una voz dentro de la oscuridad. Aquella voz que se me hacía bastante conocida. Era un hombre y ni bien se acercó pude comprobarlo.
-¿Lincoln?-pronuncié insegura entrecerrando los ojos.
-Comandante- exclamó asintiendo.
-¿Qué haces aquí?- pregunté sin entender.
-Las cosas no salieron bien luego de tu muerte ¿acaso la has fingido?- preguntó probablemente al verme allí.
-No- negué con la cabeza- No sé que es lo que sucedió. Aún no lo entiendo.
-Ahora se por qué estás aquí, te creen traidora ¿no es así?- asentí e hizo una pausa. -¿Clarke?- preguntó tímidamente.
-Estuve con ella hasta hace dos días, me fui sin que lo supiera. No la recordaba, a nadie. Tuve la oportunidad de recuperar mi memoria en estos días.
-¿Cómo está Octavia?
-No tuve la oportunidad de hablar con nadie aparte de Clarke. No los recordaba. Pero a simple vista ella se notaba triste.
-Era de esperarse. Debe de estar odiándome.
-Ella no sabe qué sucedió contigo. Está bien, no ha tenido ningún problema. Es solo que su rostro no dice lo mismo.- él asintió.
-Vendrán por ti, Heda.
-Dime Lexa, ya no soy comandante. Solo soy yo.
-Debemos hallar la manera de salir si no llegan a tiempo.
-No lo haré, Lincoln. Volví para pagar por lo que hice. Lo merezco.
-Nadie merece la muerte, Lexa. No permitiré ninguna otra muerte, no otra vez. Saldremos de aquí, te guste o no.

Sil

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Besos

AND WE MEET AGAIN - CLEXA (Lexa y Clarke) EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora