El libro seguía sobre mis piernas y aunque las ganas de leer se hubiesen evaporado en el aire aún no sentía necesidad de levantarme y encerrarme dentro de aquella lata espacial. Extrañaba mi viejo hogar, aquel donde mis padres me habían criado, mucho antes de convertirme en comandante, mucho antes de entender el mundo. Vivíamos en una pequeña choza junto al lago, donde mi padre se había tomado el trabajo de enseñarnos a mí y a mi hermano cómo conseguir nuestra propia comida. Era importante analizar cada alimento que obteníamos, lamentablemente muchos animales estaban ahogados en radiación lo que podía resultar letal a la hora de ser ingerido. Todo resultaba demasiado calmo para nosotros, tal vez demasiado. Mi madre ocultaba secretos, al igual que mi padre. Secretos que, en una primera instancia solo eran eso, secretos que no causaban daño alguno. Pero una tarde soleada aquel secreto que ella guardaba golpeó la puerta y a partir de ese momento nada volvió a ser como antes. Cuatro hombres ingresaron a nuestro hogar tomando como rehén a mi hermano pequeño y a mi padre.
-Vendrán con nosotros- pronunció uno de los hombres dirigiéndose a mi madre y a mí.
-No lo haremos- mi madre sonaba convencida, como si supiera a qué lugar se referían los hombres. Uno de ellos se acercó a ella lentamente quedando a escasos centímetros de su rostro.
-Trina, sabes porque estamos aquí, no podrás frenarnos- mi padre confundido observaba la situación al igual que yo. Los sollozos de mi hermano inundaban la habitación poniéndome muy nerviosa. Mi madre se negó por segunda vez y solo un movimiento de cabeza fue suficiente para que mi padre y mi hermano cayeran sin vida sobre el suelo. Desperté al día siguiente en un lugar demasiado gris, demasiado cerrado. Habían dos muñecas en un rincón y un papel que ponía mi nombre. Supuse que se trataba de un regalo pero aún así seguía sin comprender. Las lágrimas no tardaron en aparecer cuando recordé la muerte de parte de mi familia, para ese entonces la puerta se abrió y mi madre corrió a abrazarme.
-Lo siento, hija.- pronunció.
-No es tu culpa- dije negando.
-Lo es
-¿Donde estamos?-pregunté mirando a mi alrededor.
-Polis. Lo siento, Lexa. Debo irme. Sabes que te amo ¿verdad?
-¿A dónde irás? - pregunté desesperada al ver lágrimas en sus ojos.
-Pronto lo entenderás- pronunció mientras uno de los hombres ingresaba a la habitación y se la llevaba con él. Esa fue la última vez que la vi. La última vez que escuché su voz. Me acerqué aún con esperanza al papel que llevaba mi nombre. Lo di vuelta y allí había un simple frase escrita por ella "El amor es debilidad, Lexa. El amor por nuestra familia me hizo ocultarte secretos, secretos qué tal vez jamás sepas perdonarme"Con apenas catorce años ingresé en un mundo totalmente desconocido. Sin familia pasaba las horas en esa habitación sin ventanas, acostada o simplemente jugando con aquellas dos muñecas. Titus ingresaba al cuarto tres veces al día a darme lecciones, yo no entendía cual era la finalidad y por más que preguntase jamás obtenía respuestas.
Pasaron dos años y para ese entonces ya se me permitía salir del cuarto pero jamás al exterior, podría decirse que me acostumbré a la oscuridad permanente. Las muñecas habían sido remplazadas por libros y por aquella espada que Titus me enseñó a usar durante todas las tardes por un año.
Una noche Polis paralizó, los gritos de terror llegaron hasta mi habitación aterrándome por completo. Luego de horas escuchando estallidos y gritos de batalla la puerta de la habitación se abrió y Titus ingresó exhausto.
-Vístete Lexa, serás la próxima comandante.Así de simple comenzó todo, con solo algunas palabras.
De vuelta a la realidad, seguía observando a la rubia de ojos color océano pasearse por alrededor de Arkadia. Se la notaba indecisa y algo pérdida. La gente se le acercaba probablemente a preguntarle si todo iba bien y ella asentía y les regalaba una pequeña sonrisa. Me levanté de la tierra húmeda y me adentré en el bosque, necesitaba despejar mis pensamientos y caminar un poco. La herida en mi cuello seguía sangrando de vez en cuando y de verdad que no lograba comprenderlo. Hallar la inteligencia artificial era algo que no habíamos logrado hacer y de todas formas no estaba segura de que tanto podía servir.
La noche tocó tierra y las estrellas comenzaron a iluminar el paisaje. Comencé mi retorno hasta ingresar a Arkadia. Había demasiado silencio, algunas personas aún estaban afuera pero la mayoría ya parecía estar durmiendo. Caminé por los pasillos y abrí la puerta de mi habitación.
-Rayos, Lexa!- exclamó Clarke colocándose el sujetador. Me di vuelta de inmediato para que no se sintiera incomoda y noté como mis mejillas se sonrojaban.
-Lo siento, no sabía que estabas aquí-negué con la cabeza.
-Me dieron el alta hoy y no sé si recuerdas que está es mi habitación- dijo algo molesta. Me di la vuelta ya que le había dado el tiempo suficiente hasta como para ponerse veinte abrigos y la analicé con la mirada.
-¿Me puedes decir que te sucede?-dije acercándome a ella pero con tono firme.
-No se de que hablas- dijo sin mirarme.
-Si lo sabes, Clarke. No me has dirigido la palabra desde que volvimos de la nación del fuego.
-No tengo nada para decirte
-¿Así que no tienes nada para decirme?- dije enfadada.
-No, tal vez tú si- dijo desafiándome.
-¿A que te refieres?- pregunté dudosa.
-Explícame como fuiste capaz de entregarte, de irte dejándome una carta, sin darme una maldita explicación...-dijo levantando el tono de voz.
-Clarke...
-No, Lexa. Te fuiste sabiendo la verdad, aun te entregaste cuando recordaste quién era yo, quiénes éramos nosotras, optaste por tirar todo a un rincón y lo peor es que si yo no hubiese leído esa estúpida carta con tiempo tu no estarías aquí, estarías muerta- dijo con lágrimas en los ojos y casi gritando.
-Lo hice por ti, Clarke...
-No- me interrumpió- No te pedí que lo hicieras y sabes bien que yo te quería aquí conmigo, eso era lo único que yo quería.
-Estoy aquí contigo ahora- dije acercándome para abrazarla. Su cara llena de tristeza se acercó a mí pero para darme un empujón que casi me hace caer al piso. La rubia me miró indignada y se secó unas lágrimas que humedecían sus mejillas.
-Me iré a dormir a la habitación de Raven- dijo abriendo la puerta.
-Clarke, no te vayas, hablemos- pronuncié.
-Ya te dije que no tengo nada para decirte- la puerta de la habitación se cerró y caí derrotada sobre la cama.Bueno bueno, nuevo capítulo. Van apareciendo datos sobre el pasado de Lexa, pronto se revelaran más!
Sil
ESTÁS LEYENDO
AND WE MEET AGAIN - CLEXA (Lexa y Clarke) Español
FanfictionCreyeron jamás volverse a ver pero la frase que las unía era aún más fuerte de lo que ellas creían. "Que nos volvamos a encontrar"