Separación de una amistad

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La amistad no dura mucho tiempo, algunos se van, algunos vuelven y sin importar qué, es difícil olvidarlos.

Finalizada la competencia  de danza, Jason continuó las últimas semanas en su salón antes de que terminara el bimestre y llegara el inesperado cambio de aulas. Los días finales  fueron muy tristes ya que había la posibilidad de que Jason sea cambiado de aula debido a que sus notas habían subido a pasos agigantados; en cambio, Gabriela, se mantendría en su aula  con sus demás amigas ya que sus notas seguían igual.

Transcurrieron los últimos días  con el temor creciendo más y más en los preocupados alumnos. Y finalmente llegó. Fue un día de nervios. Todos los chicos temblaban, las chicas se comían las uñas, su miedo era peor que cuando alguien rinde un examen  y sabe que si reprueba, no podría pasar el año.

El registro de los alumnos de cada salón salió al aire y algunos se sintieron felices puesto que ingresaron al salón superior, lo inalcanzable para algunos. Otros, tristes con su calificación baja se dirigieron a los salones inferiores. Por último, los que quedaban simplemente permanecían en sus mismos salones. A pesar de que Jason había alcanzado el salón inalcanzable,  para nuestro amigo fue un día triste. Tuvo que despedirse de sus valiosas amigas y su fiel compañero Bruno. Lo hizo con un pesar en su alma.

La noche llegó silenciosamente, el cielo estaba iluminado por la luna llena, por las miles de estrellas; en fin;  una noche hermosa. En el segundo piso de una casa, Jason se encontraba pensando sin cesar. Siempre que necesitaba un tiempo de meditación, subía a este lugar a medio construir rodeada de paredes raídas sin pintar. Veía la luna, no podía negar lo hermosa que era, no obstante, su mente afirmaba que existía alguien con más belleza que esta. El foco se prendió y Jason se puso a pensar que, si él iba a subir al salón superior, tenía la oportunidad de verla. Le importaba poco si le iba a hablar. Solo quería admirar a su ángel de la guarda.  Ella era la chica con la que había caído rendido de amor. Su corazón palpitaba fuertemente. El motivo no solo era su amor por ella, sino el temor y el miedo que sentía en ese instante.  El miedo a la realidad lo consumía, porque nada ocurre como uno quiere que sea.

Además de eso, Jason se puso melancólico debido a que ya no vería mucho a Gabriela, y que además se alejaría de ella justo cuando empezaba a sentir algo por ella. Una lágrima fue suficiente para expresar su tristeza y melancolía esta noche.

El fin de semana acabó  y llegó el día en que tuvo que retirarse a su nuevo salón y dejar a sus amigos atrás. Al llegar, como de costumbre, fue el primero que todos e ingresó a un nuevo mundo, ingresó a un salón diferente, con más decoraciones alrededor, con trabajos de proyectos pegados en la pared: todo nuevo. El primer día  nadie sabe dónde sentarse, ni a quien hablar o saludar primero, mucho peor si eres nuevo. En este caso, Jason decidió ocupar el asiento ubicado en primera fila ubicado cerca de una ventana. Jason visualizó a sus nuevos compañeros y futuros amigos. Ya conocía a algunos chicos. Ellos habían subido al salón superior en el primer bimestre. Gracias a esos amigos, nuestro amigo logró adaptarse mejor, y a la vez les presentaron a algunos amigos de ellos. Los chicos hablaron y llegaron a conocerse lo suficiente para formar un lindo grupo de amigos de confianza.

La primera semana fue una tortura, según Jason, ya que cada profesor de cada curso le obligaba a que se parara y dijera su nombre en frente de todos, lo cual le parecía muy vergonzoso. Nuestros lectores se preguntarán por qué no hemos mencionado al ángel de Jason, la chica de sus sueños. La razón es que nuestro amigo estaba tan emocionado que bloqueó todo pensamiento sobre ella durante el primer día. Ya en el segundo día logró verla con claridad a su ángel de la guarda. Ella se encontraba sentada al otro lado del salón, es decir, Jason estaba muy lejos de ella. La chica estaba rodeada por sus cinco amigas. Jason estaba confuso, no sabía qué hacer para quitársela de la cabeza. Y así estuvo toda esa semana.

Cada día de la primera semana, Jason salía a ver a Gabriela al salón de ella para cerciorarse si se encontraba bien.

—Me siento mal Jason —indicó Gabriela. Ambos estaban parados junto a la puerta del salón de Gabriela.

Jason, inocentemente, dedujo el porqué de la molestia de su amiga. Él afirmaba que era porque ellos se extrañaban el uno al otro. Por tal motivo, Jason se aseguró de no dejarse de verse y contarse todo, incluso estando separados.

En uno de los recreos, Jason tuvo una pequeña conversación con Gabriela. Ella quería preguntarle algo a su amigo.

—Oye, ¿viste al ángel de tus sueños? Ya sabes, esa historia que me habías contado.

Jason tomó un tiempo para sumergirse en sus pensamientos más profundos para averiguar qué tenía que responder.

—Ah... pues sí la vi, pero ella solo habla con sus amigas. Además está al otro lado del salón— contestó Jason con un aire de nerviosismo y decepción.

—No pues...Tienes que hablarle. Tú quieres eso. Lo sé porque te conozco—indicó Gabriela.

—Yo solo quiero olvidarla, para mí es el mejor sueño del mundo, pero para ella no es nada...Soy nadie. Ella nunca me querrá y eso duele.

—Asombroso, bueno has lo que te dicte el corazón, Jase. Me tengo que ir. Nos vemos. — Gabriela se metió a su salón, dejando a Jason solo en su puerta.

Muchos días pasaron y las cosas se complicaban para Jason. En el salón, las cosas eran diferentes ya que había mucha competencia. Jason tenía que estudiar en los recreos, cosa que nunca había hecho en su vida, ya que tenía que sacar 20 en todo y cada semana, sin falta, había proyectos en los cursos. Por esta razón, Jason no podía salir a ver a Gabriela cuando ella lo llamaba.

Semanas más tarde, Jason logró tener un poco de tiempo para su amiga. Salió a buscarla, pero no la encontró en su lugar habitual. Entonces, fue a la cafetería y encontró a Gabriela con sus amigas.

— ¡Chicas, hola!, ¿cómo están? — saludó Jason con alegría. No las veía hace muchísimo tiempo.

— ¡Jase, hola!  Todo bien, ¿cómo te va?, nos alegra de que por fin puedas vernos— contestaron sus amigas al unísono excepto Gabriela, quien estaba hablando con un chico. Jason les sonrió a las chicas  y se dirigió a Gabriela. ¡Cuánto la extrañaba!

— ¿Gabriela, estás bien?, por fin me pude desocupar de mis deberes.

—Ah, hola Jason. Discúlpame, estaba hablando con Jorge.

Jason, confundido de quién era Jorge, le preguntó a sus amigas.

— ¿Quién es él?

—Es el bffo de Gabriela, ¿no lo sabías? —respondieron ellas.

Jason estaba impactado por la respuesta, no pudo decir nada y decidió retirarse a su salón después de despedirse. Las chicas se quedaron un poco preocupadas por él. Después de todo, sabían que a Jason le gustaba un poco Gabriela.

Desde ese día, Jason no dejó de pensar en Gabriela y en el reemplazo que ella hizo al conseguirse un nuevo bffo. Jason no aceptaba esto y se decidió a estar más desocupado con el fin de hablar con Gabriela. Sin embargo, todas las veces que iba a buscarla, ella hablaba con Jorge.

Jason no se había percatado que en su nuevo salón había una de sus amigas de inicial, la cual se llamaba Melanie. Además, ella era una de las cinco amigas que tenía su ángel de la guarda. Atraído por la posible información que ella podría tener, Jason empezó a hablarle. Finalmente, él le preguntó por los nombres de sus amigas y ella fue nombrando cada uno hasta que llegó el nombre de su ángel: Gwen. Al escucharlo, los oídos Jason fueron deleitados. ¡Era un nombre precioso, digno de su ángel!

Desde ese momento, siempre recordaba su nombre. Gwen, Gwen, Gwen...¡No podía parar!

Así transcurrió esta gran parte de la historia del querido Jason. Hizo nuevos amigos y descubrió el nombre de su ángel de la guarda, mas no todo fue felicidad y perdió a su mejor amiga, la chica de la que había empezado a enamorarse: Gabriela.

Nunca nos llamamos "amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora