Había pasado una semana entera esperando a que llegara el mensaje de Gwen. Una semana entera y la dulce espera al fin había finiquitado.
Jason, cansado, visualizó la pantalla de la computadora y contempló el mensaje de Gwen.
— ¡Jason! Hola
Estaba medio dormido, no sabía que decir, creía que todo era un sueño, que por tanto pensar en ella, ahora soñaba cosas imposibles. Hasta que recobró el conocimiento.
— ¡Hola!
Se había demorado demasiado en contestar y por eso ella se había desconectado por unos minutos sin responder.
—A los tiempos Jason, ¿qué tal?
—Todo bien... A los tiempos.
Fueron así que fueron armando una nueva conversación por un buen rato. Charlaron sobre las clases, sobre los profesores, sobre los precios de la cafetería y más.
Jason no pudo cenar sin pensar en ella, se dio cuenta que la espera valió la pena. A pesar de que la espera había durado una semana entera, él se sentía alegre.
No podía creerlo, la chica de sus sueños, la chica la cual la confundió por un ángel traído del mismísimo cielo, le hablaría sin molestia alguna. Se dio cuenta que las especulaciones que se hacía, eran falsas.
UNA SEMANAS DESPUÉS
Era un viernes diferente, el cielo azul dominaba el día.
Había llegado la hora del descanso, Jason hablaba con sus amigos sobre las clases. De pronto, apareció Pablo, un amigo de Jason. Todos notaban algo extraño en los ojos de él. Estaban llorosos y ligeramente rojos. A primera vista creyeron que Pablo había llorado y por tal motivo los tenía así. Ya después descubrieron que era conjuntivitis.
Todos se dieron cuenta cuando les explicó cómo se había contagiado. Además de eso, comentó que podía contagiarlos si alguna gota de su lágrima ingresara a sus ojos.
Fue un gran dato para tener cuidado, pero un mal dato para los malos amigos. Minutos después de que les diera esa información, un compañero quiso someter a prueba lo que dijo y, maliciosamente, con su dedo cogió una gota de la lágrima de Pablo. Llevó su dedo rápidamente al ojo de Jason.
La molestia de Jason fue notable tanto que quería golpear a su compañero, pero se resistió.
Al día siguiente Jason se despertó extraño, le picaba el ojo y notó que estaba lleno de lágrimas.
¿Acaso había llorado toda la noche?
Quizás el motivo era aquella pesadilla de la noche pasada. Aquel donde su personita especial le rompía su corazón una y otra vez sin remordimiento.
Pero, al fin y al cabo no sabía si ese era el motivo. Para cesar sus dudas, fue al baño a verse la cara en el espejo. Jason esperaba una mala cara, mas nada lo preparaba para ese espantoso reflejo. Su ojo izquierdo estaba hinchado y rojo, muy rojo. Creyó que había sido golpeado o que algo le había picado mientras dormía. Inmediatamente fue a preguntarle a su mamá qué ocurría.
—Mamá... ¿Por qué mi ojo amaneció así?
—Caramba, ¿qué te ha pasado? Creo que tienes Conjuntivitis, hijo. Alguien te contagió. ¿Tienes algún amigo que tenga esto?
ESTÁS LEYENDO
Nunca nos llamamos "amor"
RomanceJason es inteligente, amable y sobretodo de buen corazón. Jason conoce una chica y se enamora perdidamente de ella. Él se siente feliz al estar junto a ella aunque ella no lo quiere, pero ¿Cuánto tiempo podrá soportarlo?