⚫14. La voz en la noche: parte 1⚫

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Zane’s POV.


Mei y yo esperamos en REX y nuestros amigos no tardan en aparecer. Por fortuna, ambos nos encargamos de apagar el fuego restante y yo reparé los circuitos y cables fundidos para no correr el riesgo de una explosión.

—Están bien —sonríe Mei.

Ella, Kai, Jay, Cole y yo nos damos un abrazo fraternal que dura unos segundos. Ronin rueda los ojos y contempla la escena con los brazos cruzados.

—¿Qué? ¿No te unes? —le pregunta Mei, una vez nos separamos.

—¿Qué tienen? ¿Cinco años? —resopla, y se da la vuelta para examinar su dirigible—. Soy un lobo solitario, querida. Ahorrense el numerito adolescente.

—Como digas, lobo —bromea la chica, pasándolo de largo.

Nos reunimos dentro del vehículo. El interior está oscuro, a excepción de la poca luz que irradian nuestros trajes. Ronin mira el interior con pesadez. Recorre las paredes metálicas con una mano y un semblante de tristeza oscurece su rostro.

—El daño no es tan grave —le digo—. Pero no podrá volar.

—Entonces sí es grave… —espeta Cole.

—¡Anda Ronin! —exclama Jay, con una sonrisa burlona—. Está bien llorar.

El mercenario gruñe.

—No es gracioso —comenta Mei, con una expresión de desaprobación, meneando la cabeza.

El pelirrojo se encoge de hombros y su boca se curva hacia abajo.

Pequeños golpecitos en el techo hacen un eco metálico. Lluvia, ha comenzado a llover. Un termómetro digital me indica que la temperatura ha descendido y enseguida noto a mis amigos rodear su cuerpo con sus brazos, temblando.

Me acerco a la rampa de entrada y extiendo una mano. Las gotas van quedando impregnadas sobre la superficie metálica. Siento el agua escurrir como seda por mi palma extendida, hasta caer al suelo. La propia selva parece deleitarse con la lluvia.

Una imagen muy antigua me hace recordar la primera vez que vi llover.
En el bosque de abetos nunca llovía, sólo nevaba. Parecía invierno casi todo el año. Así que cuando salí con mi padre a un pueblo cercano, a buscar refacciones, me asombro ver las nubes de tormenta. Eran esponjosas y grises, como el plumaje de un ave recién nacida. Un gris distinto al que estaba acostumbrado.

Mis ojos se abrieron de par en par cuando la primera gota cayó en mi nariz. El agua estaba fría y su contacto con mi cara me sobresaltó. Era una sensación desconocida para mí. No era como la nieve al caer; como un aleteo de polilla en el rostro, sino un pequeño y delicado salpicar. Una sonrisa se formó en mi rostro.

—Lluvia.

Y sonreí un poco más al decir la palabra, la cual por sí misma dejaba una sensación de agua fluyendo ente los labios al pronunciarla en voz alta.
Mi padre me había programado con el conocimiento básico de cómo luciría la lluvia, pero nada se comparaba con la sensación de experimentarla por mí mismo. Era algo mágico.

Ninjago 1: Bajo ataque (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora