Los 5 de agosto marcaron un antes y un después en mi vida, transformando días comunes y corrientes en los más dolorosos y desgarradores que jamás hubiera experimentado.
Los designios de la vida son enigmáticos y difíciles de modificar. Un fatídico 5 de agosto, mis padres perdieron la vida. Si tan solo hubieran seguido en casa, como habíamos acordado, viendo el partido de fútbol, quizás no estaría ahora mismo presenciando su trágica partida.
Sus vidas estaban consumidas por el trabajo y las deudas acumuladas en préstamos e hipotecas. El banco se apoderó de todas sus posesiones: propiedades, automóviles, casas e incluso un centro comercial que habían inaugurado en el pueblo. Todo sacrificado en aras de la vanidad y el amor al dinero. Afortunadamente, la astuta precaución de mi madre impidió que el banco supiera de mi existencia, protegiendo así mi nombre y mis bienes. Conocía demasiado bien las trampas en las que mi padre podía caer debido a su ambición desmedida, y no deseaba que me arrastraran a su abismo.
Sin embargo, ¿Qué valor podían tener todas mis posesiones cuando mi mundo se había desmoronado? Me dejaron un vacío abrumador y me vi completamente solo, sin conocer a nadie más que legalmente fuera mi familia. Mis padres nunca mencionaron a sus parientes; los consideraban parte de un pasado que debía ser olvidado. ¿Qué había sucedido realmente con ellos? ¿Por qué eran tabú sus nombres? ¿Qué secretos ocultaban? Eran mis padres, pero nunca los conocí verdaderamente. Estaba tan absorto en mi propia vida que nunca me detuve a considerar las suyas. Entonces, ¿Cómo contactarlos si ni siquiera sabía sus nombres? Pedro, María, tal vez un Carlos. Ninguno de esos nombres me resultaba familiar. Mi única opción era centrarme en mí mismo y seguir adelante por el camino más rápido.
Descarté las fiestas, al chico agradable y a los amigos como si fueran desechos. Lo único que aún me hacía sentir vivo y me proporcionaba placer era el sexo. Era en esos encuentros donde lograba desconectarme del mundo real, olvidando el dolor, los recuerdos y los sentimientos.
No puedo negar que me sentía mal por lo que hacía, aunque disfrutaba enormemente de ello. Cada noche exploraba un mundo diferente, y si la experiencia era especialmente gratificante, llegaba a considerarla como toda una galaxia con sus propias constelaciones. Mis noches eran largas y entretenidas, mientras que mis días se tornaban largos y somnolientos. Podía dormir durante horas sin sentir ningún remordimiento, como si fuera la terapia más efectiva que ningún psicólogo pudiera ofrecerme.
Pasaron tres meses de terapia e hibernación antes de sentirme preparado para volver a enfrentarme a la luz del día. Mi cuerpo ya lo exigía, aunque mi piel exhibiera un color anormal, como si hubiera emergido de la tumba de Drácula después de un sueño de cinco años. Me sentía físicamente débil y mentalmente abrumado, con una pesadez en la cabeza más intensa de lo habitual.
Necesitaba salir de esas cuatro paredes desesperadamente. La terapia se había convertido en una cárcel voluntaria de la cual me costaba desprenderme.
Sin embargo, cada 5 de agosto no solo evocaba una tristeza profunda, marcada por la amarga sensación de una pérdida repentina, sino que también irradiaba una resonancia, un resplandor consumidor, una felicidad y belleza sin igual. Fue en esa misma fecha cuando mi vida dio un giro inesperado y mejoró de manera notable.
En pleno invierno, la estación más encantadora del año, decidí reabrir el negocio que mis padres me habían legado. No solo era el momento adecuado para dar ese primer paso, sino que también sentía la necesidad de tomar las riendas de mi vida ahora que todo sería diferente y debía responsabilizarme por completo de mis propias cuentas.
Aunque el aire navideño traía consigo una ligera melancolía al recordar las festividades familiares, también me reconfortaba ver a la gente de un lado a otro, disfrutando de las compras, el olor de las delicias en Luke's Bakery, el exquisito café en la cafetería de Sam y escuchar las risas contagiosas de Mike al otro lado del pasillo. Amaba contemplar la ciudad cubierta de nieve, sentir el frío en mis labios y escuchar los villancicos resonando en cada esquina. Era mi momento.
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Cenizas en el Corazon
Romance"En las calles silenciosas de una pequeña ciudad en Rhode Island, donde la tranquilidad y la familiaridad dan la bienvenida a quienes la habitan, se esconde un mundo de secretos oscuros y emociones reprimidas. En este mundo aparentemente idílico per...