Vuelve a casa

189 55 0
                                    

Dos meses habían transcurrido desde aquel día en que recibimos la impactante noticia de que una princesa valiente y luchadora estaba creciendo en el vientre de Amy. Con el paso de los días, podíamos notar cómo el feto se desarrollaba de manera saludable, como si ya estuviera ansiosa por explorar el mundo. Aunque aún no había nacido, esta niña ya demostraba una inteligencia notable. Parecía entender cada palabra que se le decía, respondiendo con movimientos suaves y delicados. En ocasiones, nos recordaba su presencia con sus activos movimientos, asegurándose de que no nos olvidáramos de ella en medio de nuestras agitadas vidas.

Cuando llegaba el momento de los chequeos médicos de Amy, la pequeña nos permitía vislumbrar su presencia con los pequeños bultos que formaba en el vientre de su madre. Había días en los que nos regalaba la imagen de sus diminutas manos, como si nos estuviera mostrando que estaba allí, lista para enfrentar el mundo. Los médicos estaban desconcertados ante la inteligencia y la vitalidad de esta niña. Era la primera vez que se enfrentaban a un caso así, y aún no lograban comprender cómo seguía con vida dentro de Amy. Parecía comunicarnos que todo estaba bien, pero con el cuidado necesario para no causarle daño a su madre.

Sin embargo, estos delicados movimientos cesaban cuando Sebastián le hablaba o acariciaba el vientre de Amy. En esos momentos, la niña se agitaba frenéticamente, como si estuviera emocionada por la presencia de su padre, como si una chispa de felicidad iluminara su pequeño mundo dentro del vientre materno. El progreso de Sebastián parecía estar en ascenso constante, y la llegada de su bebé fue como abrir una puerta que siempre había visto cerrada. La pequeña lo motivaba de una manera que a veces parecía olvidarse del estado en el que se encontraba Amy. Con frecuencia, el doctor, acompañado de un grupo de especialistas y otros médicos, venía a realizar los chequeos rutinarios a Amy, así como a llevar a cabo algunos experimentos en ocasiones. Aunque todo seguía igual en cuanto al estado de Amy, más allá de ese protocolo médico y la excusa de visita, todos sabíamos que la verdadera motivación para que el doctor y su equipo entraran a la habitación con tanta frecuencia era el pequeño retoño que crecía dentro de ella.

La bebé se había convertido oficialmente en la hija más esperada de todo el hospital, y prácticamente de media ciudad. La noticia sobre Amy se difundió por los medios de comunicación locales después de que el doctor se lo comentara a un amigo suyo que dirigía un canal de noticias en la ciudad. Pronto, todos empezaron a escuchar sobre el pequeño milagro que era este caso aparentemente imposible. Aunque no se les permitía entrar al hospital, la gente seguía viniendo a diario para verificar el estado de Amy y dejar pequeños detalles de apoyo. Era conmovedor ver cómo toda la comunidad se unía en torno a esta familia en su momento de necesidad.

La llegada de visitantes era constante, rostros conocidos como el antiguo jefe de Amy, Mike, y otros que, estábamos casi seguros, ni siquiera Sebastián ni Amy conocían. Todos querían verificar con sus propios ojos la noticia que había sacudido a la comunidad. Cada uno de nosotros cuidaba de Amy como si hubiéramos contribuido de alguna manera en su creación, como si cada uno de nosotros hubiera puesto un granito de arena para construirla. Le cantábamos, le hablábamos, todos deseando que sintiera el amor que su madre le daría. Sebastián, por supuesto, era el que más cuidaba de ella, entregándole el doble de amor y atención que cualquiera de nosotros. Sin embargo, era impresionante ver cómo cada doctor que se enteraba del caso de Amy se interesaba y se esforzaba por formar parte del equipo que la cuidaba. Estaban siempre presentes, dando lo mejor de sí mismos, y a veces incluso se reunían en grupos para cantarle canciones al bebé. Aunque parecía algo extraordinario, era evidente que ella disfrutaba de esos momentos, como si de alguna manera comprendiera el amor y la esperanza que todos estábamos depositando en ella.

En ese pequeño milagro que era Ellie, encontrábamos una chispa de esperanza que nos impulsaba a seguir adelante, a trabajar unidos y sin descanso por el bienestar de esa pequeña que había llegado a nuestras vidas como un regalo divino. Cuando toda la fama de Amy fue cesando y las personas dejaron de sofocarnos, en medio de los cuidados y los afectos rutinarios, aunque al mismo tiempo paternales que todos le dábamos a Ellie, recibimos una noticia inesperada.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora