Tentaciones y Tentadores

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Cuando te encuentras al borde del abismo, inevitablemente te sumerges en una reflexión profunda sobre tu vida y las decisiones que has tomado. Recuerdas a tus seres queridos, a tus amigos, y a esa persona especial que dejaste atrás. Y entonces te enfrentas a la encrucijada: ¿te lanzas al vacío, aceptando las consecuencias de tus acciones, o te arriesgas a regresar y enfrentar tus demonios?

En mi caso, ninguna de las opciones me resultaba fácil. La idea de dar un paso en falso y caer en la oscuridad era tentadora, pero nada se comparaba con el peso del arrepentimiento por la decisión que había tomado ese fatídico día.

La mañana estaba cargada de calor y buen humor. Había contemplado el amanecer con una sensación de libertad, saludando a mi vecina desnudo mientras saboreaba una taza de café y repasaba en mi mente los eventos de días anteriores. Para algunos, mi desnudez frente a Rita, nuestra fiel criada y amiga de toda la vida, podría resultar inapropiada, pero para nosotros era natural. Rita era como una hermana para mí, y no había secretos entre nosotros.

Cuando Rita me anunció que mi ropa estaba lista, sentí una mezcla de ansiedad y emoción por llegar a la tienda. Estaba impaciente por ver la reacción de mi estrella cuando me viera. Sabía que podía intimidarla fácilmente, pero también disfrutaba del juego de poder que existía entre nosotros.

Estando en la tienda, noté de inmediato su ausencia. Era inusual que Amy llegara tarde al trabajo, especialmente un sábado, cuando las ventas alcanzaban su punto máximo. Decidí concentrarme en atender a los clientes para evitar que mi mente creara historias imaginarias sobre lo que podría haberle sucedido. Los compradores entraban como una marea voraz, arrasando con la mercancía de cada tienda y gastando dinero sin pensarlo dos veces. Fue entonces cuando me di cuenta de que necesitaba urgentemente un ayudante, al menos para los fines de semana.

Las horas pasaban y Amy aún no aparecía. Mike, su jefe, estaba visiblemente nervioso, luchando por mantener el control en medio del frenesí de la tienda. Sus ojos se desviaban constantemente hacia la entrada principal del centro comercial, esperando verla llegar. Cuando el reloj marcó las 10 en punto, los clientes comenzaron a dispersarse un poco, anticipando la hora del almuerzo. No pude evitar preocuparme por Amy, preguntándome qué podría haberle ocurrido para retrasarse tanto.

Finalmente, apareció, apresurada y con la mirada llena de temor mientras se dirigía hacia la tienda de Mike. Suspiro aliviado al verla sana y salva. Sin embargo, un cliente requirió mi atención inmediata para un servicio técnico, y me vi obligado a apartar mi preocupación por Amy por un momento. Me sumergí en la tarea de solucionar el problema del teléfono celular, y cuando finalmente terminé y el cliente se marchó satisfecho, noté que tanto Amy como Mike ya no estaban en su lugar habitual. Me preguntaba qué había sucedido, así que continué observando la tienda mientras atendía una llamada telefónica.

Al colgar el teléfono, un cosquilleo de anticipación recorrió mi cuerpo. Era el momento de ocuparme de la logística, un aspecto crucial de mi negocio. Tomé mis llaves con determinación y aseguré la tienda antes de dirigirme hacia la planta baja del centro comercial.

El encuentro con mi antiguo proveedor fue breve pero necesario. Firme los documentos con confianza, consciente de la importancia de la mercancía que esperaba. Mis pensamientos se perdían en los estantes que tendría que llenar y en la organización del nuevo inventario mientras regresaba a mi tienda.

Sin embargo, mi mente estaba lejos de las cajas y los productos cuando sentí el impacto contra la puerta del baño de mujeres. La distracción había sido mi compañera constante en ese día agitado, y mi atención estaba completamente absorbida por el móvil que sujetaba en la mano.

Al levantar la vista, me encontré con Amy Philippe parada frente a mí, con una expresión de sorpresa y confusión en su rostro. Sus ojos parecían abiertos como platos, y su nariz enrojecida sugería que algo no estaba bien. Me sentí confundido por su presencia en ese lugar y en ese momento, pero antes de que pudiera articular una palabra, rompí el silencio con un tono cortante y distante.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora