John: La propuesta

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El eco del parque de diversiones resonaba en mi mente, recordándome la noche turbulenta que había pasado con Sebastián. Sentía un nudo en el estómago cada vez que pensaba en ello, preguntándome si había ido demasiado lejos o si había interpretado mal sus señales. ¿Había arruinado todo lo que teníamos?

Los días pasaban y su ausencia en el trabajo solo aumentaba mi preocupación. ¿Qué le había sucedido? ¿Estaba bien? Me consumía la incertidumbre y el miedo de haberlo alejado con mis acciones impulsivas.

Finalmente, cedí a la desesperación y rogué a Bianca que me diera su número de teléfono. Sin embargo, las llamadas y mensajes quedaron sin respuesta, sumergiéndome aún más en la angustia y la incertidumbre.

Acepté que quizás necesitara espacio por alguna situación que estaba atravesando, pero su indiferencia me lastimaba profundamente. ¿Había perdido su interés? ¿Había arruinado nuestra relación con mi comportamiento impulsivo? El amor que sentía por él se mezclaba con la preocupación y el temor de perderlo para siempre.

Seguía atrapada en un laberinto de incertidumbre y desesperación, mi corazón anhelaba respuestas que no llegaban. Cada día se deslizaba monótonamente, dejando un vacío que solo se llenaba con la ansiedad de no saber qué había sucedido entre Sebastián y yo. ¿Había sido demasiado intensa? ¿Me había equivocado al expresar mis sentimientos? Las preguntas se agolpaban en mi mente, torturándome con cada paso que daba.

Ignorar las llamadas y mensajes de John me sumía en un mar de culpabilidad, pero no tenía la capacidad emocional para enfrentar sus palabras de consuelo. Todo lo que necesitaba era una señal de Sebastián, un gesto que indicara que no me había imaginado la conexión que sentíamos aquella noche en el parque de diversiones.

En días grises como aquel, me odiaba a mí misma por ser tan ingenua, por creer en el romance y en las historias de amor que siempre había soñado. Pero, sobre todo, me odiaba por permitir que un hombre como Sebastián Vuitton tuviera tanto poder sobre mis emociones. ¿Por qué no podía ser más fácil? ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado y confuso cuando se trataba de él?

Tuve que enfrentar una verdad dolorosa: no solo debía lidiar con la inconstancia, la falta de gracia y el mal carácter de Sebastián, sino también cargar con el peso de una conciencia sucia por el recuerdo de un beso apasionante. La suavidad de sus labios y el roce de sus manos en mi cuerpo aún se aferraban a mi mente, como un recordatorio constante de la atracción que sentía por él.

Mientras me sumergía en el torbellino de emociones, el celular vibraba sin descanso, anunciando las 200 llamadas perdidas de John. Cada llamada era un golpe que me hacía volver a la realidad, recordándome la culpa que sentía por no corresponderle. John era una persona dulce y cariñosa, pero mi corazón masoquista había elegido al chico equivocado una vez más, y deseaba estar con Sebastián a pesar de las consecuencias.

La química que tenía con Vuitton eclipsaba la linda amistad que compartía con John, y no podía seguir adelante con el triángulo amoroso mientras fuera consciente del daño que causaba. Era hora de tomar una decisión, por difícil que fuera, y enfrentar las consecuencias de mis elecciones.

(...)

La semana pasó para mí en un estado de letargo, envuelta en una especie de neblina emocional. No podría decir que estaba en depresión, pero sí me sentía más aislada de lo habitual. Mis únicas metas eran tomar tazas de chocolate caliente y disfrutar de maratones de mi serie favorita, todo envuelto en una suave manta que me ofrecía consuelo en medio de la soledad.

Una tarde, mientras me sumía en un sueño profundo en el sillón de la sala, fui transportada a un mundo de fantasía donde el rostro de Sebastián aparecía borroso pero irresistible. Nos encontrábamos rodeados de velas, envueltos en una ducha de agua caliente que creaba una atmósfera íntima y sensual. Su cuerpo desnudo se fundía con el mío mientras sus labios recorrían mi cuello con pasión, y el calor del ambiente avivaba el fuego de nuestro deseo compartido. Cada beso era una chispa de pasión, cada caricia un acto de complicidad en medio de la ferviente neblina que nos envolvía.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora