Aparatos: El túnel del Amor

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Tan solo hace cinco minutos, todo parecía sereno y sin complicaciones. Nos encontrábamos inmersos en un remanso de libertad, sin preocupaciones ni responsabilidades que nos ataran a la realidad de nuestros roles y etiquetas. Disfrutábamos de nuestras horas de libertad como si el mundo entero fuera nuestro y nada más importara.

Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. Nos vimos repentinamente envueltos en una situación inesperada, cuando una chica de piel morena y rizos esponjados nos abordó con una sonrisa insistente y un entusiasmo contagioso. Nos arrastró hacia la entrada del túnel del amor con una energía que no dejaba espacio para las objeciones, y nos encontramos comprometidos ante su ferviente convicción de que éramos la pareja perfecta.

Mientras ella seguía hablando, el pánico se reflejaba en el rostro de Amy, y no pude evitar sentir una oleada de protección y preocupación por ella. Aunque la idea de cómo terminaría esta situación me llenaba de emoción, no podía ignorar la evidente incomodidad de Amy. Comencé a dudar de mis propias intenciones, preguntándome si debía contenerme, si debía protegerla de este escenario comprometedor.

Mantuve una actitud serena y protectora, tratando de calmar mis propias emociones mientras nos adentrábamos en el túnel del amor. Aunque el ambiente levemente oscuro y la música suave creaban un escenario íntimo y romántico, sabía que debía ser cuidadoso y respetuoso con Amy.

Tomé su mano con suavidad, tratando de transmitirle seguridad y tranquilidad en medio de la incertidumbre. Aunque no sabía qué nos deparaba el futuro dentro de ese túnel, estaba decidido a protegerla y hacer lo mejor para ambos, incluso si eso significaba enfrentar una situación incómoda con valentía y determinación.

Amy suspiró hondo, cerrando los ojos brevemente y tragando saliva. Sentí su mano temblorosa y fría en la mía mientras nos dirigíamos con cautela hacia el pequeño bote oscuro. Con un gesto de complicidad y determinación, le lancé una sonrisa tranquila y reconfortante, tratando de transmitirle seguridad en medio de la oscuridad que nos rodeaba. Nos subimos al bote con cuidado, manteniéndonos cerca uno del otro, sintiendo el suave balanceo del agua bajo nosotros.

El silencio reinaba entre nosotros mientras navegábamos en la penumbra, solo interrumpido por el murmullo de la corriente y el suave chapoteo del agua. Amy se acurrucó en mi hombro en busca de consuelo, y la abracé con firmeza, decidido a protegerla de cualquier peligro que pudiera acechar en la oscuridad.

A medida que avanzábamos, una melodía envolvente comenzó a resonar en el aire, llenando el espacio con su encanto retro. Amy pareció relajarse al escucharla, y ambos buscamos el origen del sonido en la oscuridad. El bote seguía deslizándose suavemente, y cuando cruzamos bajo un arco de flores, el techo se abrió revelando un cielo estrellado que nos dejó sin aliento. Era un espectáculo impresionante, como estar inmerso en el firmamento mismo.

El aroma de las rosas empezó a perfumar el aire, mezclándose con la suave brisa que acariciaba nuestras mejillas. Observé con asombro las flores flotantes en el agua, una explosión de colores que contrastaba con la oscuridad circundante.

A pesar de la apariencia apacible del lugar, sabía que este juego tenía mucho más que ofrecer. Había algo en la combinación de los sentidos, el latido del corazón y las emociones que se agitaban dentro de mí, que lo convertían en una experiencia única y cautivadora.

Amy parecía igualmente maravillada por el entorno, y una chispa de asombro brillaba en sus ojos. Capturé ese momento con mi teléfono, queriendo conservar para siempre esa expresión de admiración en su rostro.

Cuando se río y me preguntó por qué estaba tomando fotos, me quedé sin palabras ante su belleza y dulzura. Estaba hipnotizado por su presencia, por esa sonrisa que me dejaba sin aliento y me hacía desear más que nunca estar a su lado.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora