Desde que Amy llegó a mi hogar, todo cambió. La presencia de Rita, siempre dispuesta a hacerle compañía y ayudarla en lo que necesitara, alivió en parte mi preocupación. Sin embargo, los primeros días fueron difíciles, con la noticia del viaje de Anna y la confirmación de que estaría segura con sus tíos, la tensión en el ambiente comenzó a disiparse.
No puedo negar que hubo momentos en los que me costaba creer que Amy estaba realmente conmigo. Pero otros, cuando la veía dormir tranquila, su rostro sereno y apacible, sentía una profunda calma. Verla así, sin lágrimas ni pesadillas, me hacía creer que finalmente estaba encontrando la paz que tanto merecía.
Sin embargo, aún había momentos en los que la preocupación se filtraba en mis pensamientos al observarla perdida en sus propios pensamientos, mirando al vacío por horas sin comer ni moverse. Sentía una urgencia por protegerla, por borrar sus recuerdos dolorosos y llenar su vida de amor y alegría.
A veces, me sentaba a su lado, acariciando su cabello con ternura para no despertarla, preguntándome cuándo exactamente se había vuelto tan importante para mí. Con cada sonrisa suya, se adentraba más en mi corazón, convirtiéndose en mi razón de ser, en la luz que iluminaba mi camino.
Los movimientos agitados de Amy me sacaron abruptamente de mis pensamientos, señal inequívoca de que estaba sumida en otra pesadilla. Observé con preocupación cómo fruncía el ceño y respiraba entrecortadamente, al borde de las lágrimas. Sin dudarlo, deslicé suavemente mi mano por su brazo y empecé a tararear una canción de cuna, como lo hacía mi madre cuando era pequeño y me costaba conciliar el sueño. La melodía pareció calmar su angustia poco a poco, y su rostro se relajó, como si se rindiera al consuelo que le ofrecía la música, cayendo nuevamente en un sueño profundo.
Mientras la veía acurrucarse en mi pecho, una oleada de emociones me embargó. Me golpeó con fuerza la injusticia de comparar a Amy con Loran. Ella era todo lo contrario a esa figura manipuladora y traicionera. Amy era mi luz en la oscuridad, mi roca en la tormenta. Con cada respiración tranquila que emanaba de sus labios, mi corazón se llenaba de amor y gratitud hacia ella, por ser quien era y por el amor incondicional que me brindaba.
Salí una vez más de su habitación, sumergido en mis propios pensamientos sobre cómo era mi vida antes de que ella apareciera. Era asombroso ver cuánto había cambiado todo por un corazón destrozado. Recordé con claridad la impactante visión que había presenciado esa tarde: verla llorar durante horas, con sus ojos hinchados y enrojecidos por las lágrimas. El sonido de su gemido desgarrador aún resonaba en mis oídos, como un eco persistente de su dolor palpable.
Cerré los ojos y me estremecí al rememorar cómo su cuerpo se aferraba al mío, como si temiera ser consumida por el abismo de su sufrimiento. Mi pecho aún conservaba la huella reconfortante de su cabeza, buscando refugio en mis brazos mientras luchaba por encontrar consuelo. El eco de sus respiraciones agitadas y el peso de su agotamiento se instalaban en mi memoria, recordándome la intensidad de su angustia.
En aquel momento, comprendí que no había límites para lo que estaba dispuesto a hacer por ella. Porque, a pesar de su fragilidad en esos momentos, reconocí su fuerza interior y su valentía para enfrentar sus propios demonios.
El recuerdo me desgarraba el corazón, una mezcla de sufrimiento y preocupación se apoderaba de mí. No podía ni siquiera contemplar la posibilidad de que algo así hubiera sucedido realmente sin correr hacia ella. Regresé a su habitación con un nudo en el pecho, sintiendo un temor paralizante que me hacía temblar por dentro. La vi allí, tranquila en su sueño, y una sensación de alivio momentáneo me invadió al ver su rostro sereno sobre la almohada.
Pero esa calma era efímera, pronto volví a ser presa de la angustia al recordar la fragilidad de su estado emocional. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al verla descansar, pero se desvaneció rápidamente ante el peso de la preocupación que pesaba en mi pecho. Cerré la puerta con cuidado y me acosté a su lado, tratando de no perturbar su sueño, pero incapaz de apartar mi mente de los oscuros pensamientos que me acechaban.
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Cenizas en el Corazon
Romance"En las calles silenciosas de una pequeña ciudad en Rhode Island, donde la tranquilidad y la familiaridad dan la bienvenida a quienes la habitan, se esconde un mundo de secretos oscuros y emociones reprimidas. En este mundo aparentemente idílico per...