Ellie

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En la penumbra de la desesperación, me aferro a la creencia de que el destino tiene un plan para nosotros, incluso en medio de la más profunda oscuridad. A veces, las tragedias nos golpean con una fuerza abrumadora, pero detrás de cada adversidad, aguarda un propósito mayor, una razón para continuar luchando. En aquel día sombrío y nublado, cuando las sombras de la incertidumbre amenazaban con ahogarnos, un rayo de luz atravesó las densas nubes de nuestra desesperación. La mejor noticia llegó como un destello de esperanza, disipando las tormentas internas y llenando nuestros corazones de renovada fe. Quizás, en ese momento, las palabras que muchos consideran ilusorias encontraron su verdad más profunda. A veces, el universo, con su misterioso poder sobrenatural, nos muestra que incluso en los momentos más oscuros, la luz puede encontrar su camino hacia nosotros. Y en medio de esa oscuridad, la mejor noticia se convirtió en un faro de esperanza, guiándonos hacia un mañana lleno de posibilidades y promesas.

Las palabras de mi abuela resonaron en mi mente como un eco persistente, desafiando las creencias arraigadas que había heredado de mi abuelo. Durante años, había escuchado sus afirmaciones categóricas sobre la naturaleza inmutable de las personas, pero en ese momento, las palabras de mi abuela desafiaban esa certeza con una simplicidad conmovedora. Mientras ella miraba la lápida con el nombre de mi abuelo, vi en sus ojos la profundidad de su experiencia y la sabiduría acumulada a lo largo de los años. Su confesión de que mi abuelo tenía razón, pero a la vez estaba equivocado, resonó en mi alma con una fuerza inesperada.

— ¿Abuela? —pregunté, tratando de comprender el significado detrás de sus palabras.

Ella me miró con una serenidad que irradiaba una profunda comprensión del mundo y de las personas.

— Henry, decía que las personas jamás cambian —comenzó, tomando una pausa significativa—. Pero...

Su mirada se encontró con la mía, y pude ver la chispa de esperanza brillando en sus ojos.

— El jamás pudo cambiar de opinión, no tuvo tiempo para hacerlo —continuó—, porque, mi querido Sebastián, las personas sí pueden cambiar. Solo necesitan una buena razón para hacerlo, y descubrirás el potencial que hay en ellas.

Las palabras de mi abuela resonaron en lo más profundo de mi ser, desafiando mis creencias y abriendo mi mente a la posibilidad de un cambio verdadero. En ese momento, supe que debía recordar esas palabras cada vez que dudara del poder de la transformación y la redención en las personas. El eco de sus palabras resonó en mi interior, despertando emociones y reflexiones que habían permanecido dormidas durante mucho tiempo. Aunque no podía recordar su nombre ni el lazo familiar que compartíamos, sentí una conexión profunda con sus palabras, como si hubieran tocado una fibra sensible en lo más profundo de mi ser.

— El mundo no gira solo porque tiene que hacerlo, el mundo gira porque tiene suficientes motivos para hacerlo — Confeso la anciana dejando que esas palabras se hundieran en mi conciencia.

La simpleza y la profundidad de esa afirmación resonaron en mi mente, recordándome que cada acción, cada decisión, está impulsada por motivos, por razones que nos dan dirección y propósito.

— Ahora, ¿podrás ser el motivo de alguien algún día? —concluyó, mirándome con una mezcla de curiosidad y esperanza.

Sus palabras encendieron una chispa dentro de mí, una determinación de ser alguien que marque la diferencia en la vida de los demás, de ser el motivo de felicidad, de inspiración, de cambio. Aunque los detalles de nuestro encuentro se desvanecían en la bruma del olvido, el mensaje que me había transmitido permanecía grabado en mi corazón.

Ese recuerdo me llevó a reflexionar sobre mi papel en la vida de los demás. A pesar del amor y la dedicación de mi madre, nunca había sentido que fuera el motivo de cambio para alguien más, hasta que conocí a Amy.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora