Loran

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La angustia me envolvía en un torbellino de emociones, haciéndome sentir como si estuviera atrapado en un oscuro abismo sin salida. Loran yacía inerte en mis brazos, su piel fría y su silencio ensordecedor resonaban en mi alma como un eco de desolación. Lágrimas brotaban de mis ojos sin control, mezclándose con el sabor salado de la desesperación mientras mis manos temblaban al tocar su rostro sin vida.

—¡Despierta, Loran, ¡por favor!

Clamaba con voz entrecortada, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de cada fibra de mi ser. La realidad se desdibujaba ante mis ojos, y el terror de enfrentar la pérdida de la única persona que había amado se apoderaba de mí.

El silencio sepulcral era interrumpido solo por mis sollozos y los latidos acelerados de mi corazón, que parecían resonar en la habitación como un tambor desbocado. La idea de que Loran hubiera partido para siempre se instalaba como una sombra gélida en mi mente, llenándome de un miedo paralizante ante el futuro incierto que se extendía ante mí.

5 horas antes...

Al llegar a casa esa tarde, noté inmediatamente la ausencia de mis padres. Aunque ya estaban acostumbrados a extender sus viajes de negocios, siempre sentía un ligero vacío cuando no estaban. Rita, la hija de la ama de llaves, estaba en la casa para ocuparse de las labores domésticas durante su ausencia, pero su presencia no era suficiente para llenar el espacio que dejaban mis padres.

Una sensación de inquietud se apoderó de mí mientras caminaba por los pasillos vacíos de la casa. Los muebles parecían más silenciosos de lo habitual, y el eco de mis propios pasos resonaba en las paredes, creando una atmósfera lúgubre y desconcertante. Intenté restarle importancia, convenciéndome de que solo era paranoia, pero no podía evitar sentir que algo estaba fuera de lugar.

Decidí mantenerme ocupado con las tareas domésticas, tratando de distraerme de esa sensación inquietante. Sin embargo, cada sonido mínimo me ponía en alerta, y la sensación de soledad en la casa se volvía cada vez más palpable.

Después de un rato, opté por salir a hacer unas compras para alejarme de esa atmósfera cargada en casa. El aburrimiento y la ansiedad me impulsaban a escapar, pero también estaba tratando de evitar enfrentarme al mal humor de Loran, como me había informado Rita. No estaba preparado para lidiar con esa carga emocional, así que preferí mantenerme alejado de cualquier confrontación y buscar distracción en la rutina diaria.

La noche envolvía la casa en un manto de oscuridad, y el silencio era tan denso que podía sentirse. Con paso cauteloso, ingresé a la casa, tratando de no perturbar el tranquilo sueño de Rita y Loran. Había pasado demasiado tiempo fuera, descuidando mi promesa de pasar tiempo de calidad con Rita. Sabía que Loran estaría furiosa por mi evasión, pero enfrentarla no estaba en mis planes en ese momento.

El cansancio se apoderaba de mí, y el efecto de las bebidas que había tomado empezaba a hacerse evidente. Mis movimientos eran torpes y lentos mientras intentaba deshacerme de la ropa y llegar a la cama lo más rápido posible. La sala estaba en penumbra, y el silencio era solo interrumpido por el suave susurro de la noche.

Finalmente, llegué a mi habitación y dejé caer mis pertenencias al suelo con un susurro apenas audible. Desabroché algunos botones de mi camisa, sintiendo el aire fresco en mi piel caliente y pegajosa. La cama parecía un refugio acogedor en medio de la oscuridad, y me dejé caer en ella como un peso muerto.

El mareo y las náuseas comenzaron a apoderarse de mí, recordándome el exceso de alcohol que había consumido. Me sumergí en un sueño profundo y oscuro, dejando atrás la realidad y todas sus preocupaciones, sin saber lo que me esperaba en las sombras de la noche.

1 hora después...

El fuerte olor a sangre inundaba mis sentidos, envolviéndome en una nube espesa de horror y confusión. Mis oídos captaron sonidos inquietantes, como susurros y gemidos que se arrastraban peligrosamente cerca de mí. Abriendo los ojos con brusquedad, luché contra la marejada de confusión y miedo que me embargaba.

Cenizas en el CorazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora