IV. Lágrimas

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— ¿Cuánto falta? — ha preguntado impaciente Kord mirando el camino.
— No falta mucho. — ha contestado instantáneamente Pronto. — ¿Dónde está Trixie?

— Se quedó en el refugio.— contestó Eli.
— Tenía cosas qué hacer.

Un silencio algo incómodo invadió el camino.

— ¿En qué piensas? — preguntó el adolescente acercándose a Junjie.
— Nada. — sacudió su cabeza. — ¿Estamos cerca, Pronto?
— Caballeros, las Cavernas del Este.

Junjie dio una larga mirada al lugar, recorriendo cada esquina, cada detalle.
Eli dirigió la mirada hacia él, sonriendo.

— ¿Qué tienes? — preguntó.
— Es sólo... es bueno estar en casa.
— Quizás debas cubrirte. — interrumpió Kord. — No creo que sea conveniente que sepan tu identidad.

El brillo en los ojos de Junjie disminuyó.
— Es cierto. — dijo.
Eli fulminó a Kord con la mirada.
— ¿Qué? — dijo éste levantando los brazos.

Recorrieron las cavernas, en busca de algo diferente, un indicio.

— Sí. — jadeó Pronto. — Empiezo a creer que no encontraremos nada.
— La positividad, Pronto. — interrumpió Junjie. — Es una gran virtud.

El topoide suspiró.
— Exactamente... ¿Qué buscamos? — preguntó Kord a Eli.
— Mmm, para ser exactos, no tengo idea.

Recorrieron la ciudad, llamando la atención notablemente.
La gente murmuraba, les dirigía miradas y luego seguía caminando.

— ¿Soy yo, o llamamos mucho la atención? Preguntó Kord.
— Debe de ser Pronto, y su notable belleza. — interrumpió el topoide.
— Sí... no creo que sea eso.

Eli miró a su alrededor.
— ¿Dónde está Junjie? Preguntó.
— Yo no lo he visto.
— Caminen. — habló Eli. — No pudo haber ido muy lejos.

Unos metros más, se encontraba el pelinegro, cayendo de rodillas, frente al palacio; con el rostro descubierto, los ojos cerrados, y las manos juntas.

— Deshonra. — escuchó el pelinegro a su lado. Esa voz chillona, le resultaba familiar.
— ¿Disculpe? — ha dicho Junjie mirando en su dirección.

El estaba en lo correcto.

— ¿Qué haces por Las Cavernas del Este? Preguntó el pelinegro.
— Vaya, el mismo Dark Slinger tiene el valor de venir de vuelta a su hogar, después de todo lo que ha hecho.

Junjie bajó la cabeza, escuchando pasos alejarse.
Algo frío recorrió su mejilla.
— Ahí estás. — dijo Eli sentándose a su lado.

El pelinegro sintió una mirada sobre él.

— ¡Junjie! ¿Estás bien? —
El adolescente pasó su mano por su mejilla, limpiando la lágrima.

El pelinegro cayó en los brazos de Eli, éste lo abrazó.
— S-sí. — contestó Junjie. — Es qué a veces, sólo quieres recordar todos los problemas y llorar, sólo que nunca... lo había hecho.

El adolescente sonrió conmovido, haciendo que el pelinegro le dirigiera la mirada, ambos de rodillas.

— Pues aquí tienes mi hombro, para que llores libremente. — dijo Eli. — Y aquí tienes mis ojos, para llorar contigo.

One Shots ≫ JunjiexEliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora