XIX. Injusto

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El adolescente caminaba por las mismas calles, con el mismo cielo sobre él, y el mismo Sol de todos los días.

Su vida se había vuelto ahora tutinaria, de alguna manera había perdido lo emocionante,
Era como si de alguna manera le faltara algo, una parte de él.

Las noches se habían vuelto más frías y largas, y tuvo que superar su miedo irracional a las tormentas, porque ya no había nadie que lo consolara.

"Las cosas cambian." Se dijo a sí mismo.

Miró de reojo una tienda, vacía, excepto por el peculiar pelinegro de siempre, que se encontraba saliendo de ella con una bebida en mano.

"¿Se divertirá mucho el solo?"

Sin pensarlo dos veces, se acercó, saludando al pelinegro con la mano.

— Hola, Junjie.
— Eli. — dijo el pelinegro dirigiéndole una sonrisa. — ¿Qué haces por aquí?

El adolescente se rascó la nuca; en aparente nerviosismo.
No había pensado en una excusa para aparecerse de repente.

— S-sólo venía...
— No importa. — dijo el pelinegro, con dos bolsas en cada mano. — Iré a dejar esto, ¿Nos vemos después?

— E-espera. — lo detuvo Eli. — ¿Te ayudo a llevar eso?
— Mm, no es necesario, pero bueno.

Ambos continuaron su camino,
Un silencio incómodo apareció entre ellos.

— Entonces... — habló Eli. — ¿Qué hiciste en todo este tiempo?

La pregunta tomó por sorpresa al pelinegro.

— Uh, ya sabes, quería una aventura, cumplí muchos sueños.

"Y dejaste uno atrás." Dijo el adolescente hacia sus interiores.

— ¿Conociste gente nueva?
— Sí. — rió el asiático. — Muchos amigos.

El adolescente bajó la mirada.
Repentinamente, sintió cómo su autoestima caía hasta el suelo.
Bajó la cabeza.

— E-Eli, ¿Estás bien?
— Sí, es sólo que...

Y en ese justo momento, el adolescente sintió su autocontrol desaparecer.

— ¡Es sólo que esto es tan injusto! — su tono de voz cambió.
— ¿Qué cosa?
— ¡Qué lo hayas olvidado todo! — dijo.

El pelinegro lo miró confundido.

— ¡Prometiste que no olvidarías que lo tuvimos todo! — habló Eli. — ¿Recuerdas?
— Eli, yo no...
— ¿Sabes? ¡No tienes idea de cuánto duele saber que estás feliz sin mí!

El pelinegro miró al suelo.

— Lo siento.

El adolescente lo miró sobresaltado.
"¡No! ¿Desde cuándo el lamenta las cosas?
¿Cree qué con un lo siento lo va a arreglar todo?"

El adolescente suspiró, continuaron su camino.

No cruzaron ni una sola palabra más hasta llegar a casa del pelinegro.

Eli le entregó la bolsa, a lo que correspondió con un "Gracias."

Abrió la puerta.
El adolescente se dio la vuelta.

— Eli. — llamó haciendo que su compañero le dirigiera la mirada. — Siento haberme ido, siento haberlo arruinado todo.

One Shots ≫ JunjiexEliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora