XXX. Pedazos

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El adolescente sirvió el té en su taza.
El sonido del agua golpear la cerámica era bastante satisfactorio.

Espero y en pocos minutos ya podía escuchar golpes en su puerta.
Junjie había llegado algo después de la hora predeterminada.

Eli abrió la puerta para ver a un hombre con el cabello un poco revuelto y jadeando, era seguro que había corrido hasta su casa.

— Lo siento por llegar tarde. — dijo.
— No había visto la hora.

El adolescente sonrió ligeramente.

— Sí, te conozco. — dijo y dio un sorbo a la taza de té.

El silencio invadió la sala.

El adolescente jugueteaba con todo lo que tenía alrededor, le parecía molesto tener que estar sentando en un sillón y estar aburrido por no hacer nada, sólo por fingir cortesía al ser el anfitrión.

— Parece que va a llover. — el pelinegro rompió el silencio. — ¿Debería irme ya, no?
— ¿Qué? ¡Pero si llevas aquí sólo cómo quince minutos!

Junjie suspiró.

— Sólo estaba diciendo...
— ¿Sabes? — interrumpió Eli. — Últimamente haces un esfuerzo por alejarte de mí, ¡si no quieres seguir sólo dímelo!

— ¿Cómo? ¿Yo no quiero seguir? ¡Siempre tienes que sacar tus irrelevantes conclusiones!

El adolescente lo miró, estaba notablemente enfadado.

— No son "conclusiones", si digo algo es porque tengo mis razones.
— Pues que razones más tontas tienes. — respondió el pelinegro.

— ¿Tontas? ¡Ni siquiera te importa esta relación!
— Ah, ¿Soy yo al que no le importa? — preguntó Junjie. — Mira quién habla.

El adolescente casi colapsaba en ese momento.

— ¿"Mira quién habla"? ¡Yo no fui el que se fue sin antes avisar y fingió tener amnesia para evitarte!

El pelinegro lo miró con cierto desprecio pero a la vez sorpresa... y decepción.

— No debí de haber vuelto.

El adolescente no podía creer lo que acababa de escuchar, antes las palabras que dijo su compañero apenas le afectaron, pero esto, era un golpe bajo para él.

— ¿Y lo dices ahora? — preguntó Eli.
— Sí, lo digo ahora qué se que no me había perdido de mucho.

Los ojos del adolescente empernaron a cristalizarse.

— ¡¿Y porqué no te vas, eh?! — hacía esfuerzos por no llorar. — Vete, ¿es tu manera de arreglarlo todo, no? Vete, cómo ya lo has hecho antes.

El pelinegro lo miró de manera fría.

— Eso haré. — su voz sonaba gélida, un tono de voz que Eli jamás había escuchado antes.

— ¿Y qué esperas? — Eli señaló la puerta.
— Sólo que asegúrate de no volver, porque ya no quiero saber nada más de ti, ¿Sabes? He perdido mi tiempo, siempre fuiste; eres, y serás un cobarde, creo que empiezo a darme cuenta de qué... sólo me enamoré de ti porque no podía tenerte, pero ahora que te he tenido; creo que nunca te amé.

Y con eso bastó, para que el pelinegro se derribara.
Escuchó su interior hacerse pedazos, y caer lentamente.

One Shots ≫ JunjiexEliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora