One Shots ≫ JunjiexEli

IX. Miedo

— Junjie ven a ver. — llamó el adolescente dejándose caer en el césped, frente a sus ojos caía el atardecer.
— ¿Qué cosa, Eli? — preguntó el pelinegro antes de darse cuenta. — Ah, el atardecer, ¿No lo habías visto antes?

— Sí, pero este es el más hermoso, ¿No vas a venir?

El pelinegro se aproximó lentamente, sentándose al lado de su compañero.

— Yo no le veo nada de diferente. — dijo.
— Le quitas el romanticismo a todo, Junjie.
— Oh, lo siento.

El pelinegro sonrió dirigiendo su vista hacia el adolescente,  su mirada estaba perdida en el atardecer.

— ¿No te lástima los ojos? — preguntó Junjie.
— ¿Eh?
— El sol, ¿No te lastima los ojos?
— Ah, sí, si lo hace.

El pelinegro lo miró confundido.

— Entonces deja de verlo, Eli.
— No, vale demasiado la pena.
— A mí no me engañas. — sonrió el pelinegro dejándose caer también al césped. — Sólo eres un masoquista.

El adolescente rió.

— Tal vez tengas razón. — dijo suspirando, y dirigió la vista a su compañero. — ¿Junjie, a qué le tienes miedo?

El pelinegro sintió un nudo en la garganta.

— ¿A-a qué le tengo miedo? — dijo. — No me gustan las pesadillas, o la oscuridad, y a que la gente no confíe en mí, o las despedidas.

El adolescente lo miró atento, suspiró.

— Últimamente, he estado corriendo contra la corriente. — continuó. — Había sido arrastrado al lado oscuro, creo que tengo miedo a nunca ser lo suficientemente bueno.

Eli lo miraba sorprendido, nunca había escuchado nada parecido por parte de su compañero.
Sus ojos brillaban, mirando hacia ninguna dirección.

— ¿Sabes? — preguntó el pelinegro. — He estado viviendo una mentira. gracias.
— ¿Gracias por qué?
— Por despertarme, supongo, mi vida era todo lo contrario a lo qué es ahora.

El adolescente no parecía comprender.

— ¿A qué te refieres? ¿No te gusta esta vida? — preguntó.
— Ah, no, me encanta, mi vida ha sido mejor desde que te conocí.

Junjie sonrió, cómo nunca antes lo había hecho, una sonrisa demasiado sincera, qué se expresaba mejor que las palabras.

— Te quiero, Eli. — dijo. — Te quiero cómo a las cosas qué no se deben de querer.