CAPITULO VI BOSQUE

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El mundo estaba ante mis ojos.

Era grande de lo que recordaba, se veía repleto de sorpresas y al ver a mi grupo avanzando supe que debía de seguirles el ritmo.

—Vamos Doce, no te separes —Holly era la única que me hablaba.

Ella me seguía un paso atrás, para no perderme de vista, y se aseguraba de que sujetase mi cuchillo, en todo momento, ya que era el único elemento que podía servirme. Pero para mi desgracia no sabía cómo usarlo, tampoco tenía idea de cómo buscar alimentos ni sí debía o no de considerar la idea de intentar escapar, pero ¿Acaso tenía sentido que intentara hacerlo?

Holly se esforzó mucho para que yo pudiera caminar, hacerle eso sería cruel, ya que ella solo deseba verme conociendo ese mundo que ahora me rodeaba, sin embargo eso no me quitaba el miedo que sentía a caer en una trampa o enfrentarme a otro problema pero al ir recorriendola sentí que todo para mi era nuevo.

Los arboles eran tan grandes que me sentí como sí fuese un enano y había miles de animales en todos lados que no dejaban de mirarme o hacerme desear acariciarlos, pero no podía detenerme porque Lex estaba al mando de la excursión y sabía que ella era capaz de abandonarme sí me atrevía a hacer una tontería, como tal tuve que obligarme a resistir todas las tentaciones, pero no la curiosidad de ver cómo se comportaban las especies.

Muchos de los animales vivían en los arboles, algunos adentro de los troncos y otros sobre las ramas. Holly me dijo que esos eran los lugares donde la mayoría de las especies pequeñas solían usar como refugio, pero también era el escondite perfecto para creaturas salvajes, como pumas o serpientes.

Miré a varios de los insectos, cuidando de que no me picaran, y contemple algunos de los frutos que crecían en las ramas; su forma era diferente a la comida que la Zona nos obligaba a comer y los colores parecían eran tan vividos que me hicieron cuestionar todo lo que había comido en esos últimos cinco años. Pero nada de lo que vi se comparó con la sorpresa que nos esperó.

—Hemos llegado Doce —dijo Holly—. Bienvenido Al lago de la Flor.

Verlo era como contemplar todo lo que había imaginado en un libro de romance.

El lago poseía un panorama repleto de flores, arbustos y una conección con una catarata que generaba un hermoso sonido.

—Se llama corriente —me dijo Kai— siempre hace ese sonido. Aunque en algunas ocasiones no se distingue por los pajaros.

—¿pajaros?

—Ya sabes, los que tienen plumas y vuelan. Por lo general aquí suelen venir a tomar agua. De hecho nosostros venimos todos los días.

—¿Por qué?

—Este es uno de los pocos lugares donde hemos encontrado agua potable, sin toparnos con los Aborigenes o Mutantes —Otra vez escuché esos raros nombres—, en parte que aquí nadan muchos peces y está conectado con la cascada por donde caén todos los nuevos.

—Ya veo, ¿Pero qué hay del resto de la Jungla? ¿Acaso no hay agua potable?

—La hay —intervino Lex—, pero son áreas peligrosas, y no queremos perder a otro de los nuestros —dirigiendome la palabra como si fuese un niño—. Muy bien chicos, dado que el nuevo todavía no sabe pescar, creo que vamos a tener que dividirnos las tareas; Kai y Holly se encargarán de la pesca.

—Perfecto —respondió Kai

—Usen la red que tejimos, pero por favor no juguen con ella. Y Nuevo, tú...

—Doce —interrumpí.

—¿Disculpa?

—"Doce", me llamo Doce.

EXPERIMENTOS Proyecto Escape Libro 1 |  DISPONIBLE EN FÍSICO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora