Unas cuantas semanas habían pasado desde que vio esa sombra en la ventana. Su relación con Milo se habían vuelto aún mas intima, los besos y caricias cada día se hacían mas fogosas, pero aun con eso, no se ha consumado, a pesar de que han tenido mas de una oportunidad para hacerlo, siempre se veían interrumpidos por alguna persona, que iba de paso por cualquiera de los dos templos. Su brazo ya se había recuperado y con ello pudo volver a los entrenamientos, lo único malo de ello era que cada vez que bajaba, sentía una intensa mirada en su persona, y no, no era la de Milo, por que el Escorpión siempre entrenaba con él.
Una mañana después de los entrenamientos se encontraba sentado en las gradas del coliseo, esperando que Milo volviera de los camarines. Sin querer escucho una conversación media extraña de unos de sus compañeros. A pesar de que estaban muy cerca de él no lograba identificar a los dueños de esas voces.
—" Estas loco, no te ayudare a hacer algo hací..."
—" Oh vamos, ni que fuera a matarlo. Solamente estoy reclamando lo que es mio."
—" Si te descubren te ira muy mal... ¿y desde cuando él es tuyo?"
—" Desde el primer momento en que llego a este Santuario. Y ese francesito no me lo quitara."
—"¡Estas obsesionado!" — con ese grito pudo averiguar un poco de quien se trataba. La voz era grave, gruesa y parecía ser de uno de los mayores. Los posibles sospechosos eran: Saga, Kanon, Shura y Aioros. Pero ni con eso, sabia quien era el culpable.—Lo siento, pero no te ayudare ni loco...
Justo cuando estaba por averiguar de quien se trataba, Milo y Aioria aparecieron frente a él, para ir a las Doce Casas, tendría que investigar de quien se trataba en otro momento. En el ascenso iba perdido perdido en sus pensamientos y en preguntas que se formaban en su cabeza, que no prestaba atención a nada de los que los guardianes del quinto y octavo templo hablaban. Solo volvió a prestar atención a lo que lo rodeaba, cuando Aioria se despidió en Leo, y Milo lo trajo de nuevo a este mundo con su voz.
—Tierra llamando a Camus...— paso una mano frente él rostro del francés, para que le prestara atención.— kugh... Torre de control, tenemos un problema, aquí el capitán Camus se nos fue a otro mundo. Cambio... Kugh.
— Ah, ya callate— se rió y comenzó a subir las escales seguido del peliazul. Al llegar a Escorpión al fin se dio los ánimos de decirle a Milo lo que le pasaba.
— Eso escuche y no supe de quienes se trataba, justo cuando iba a saber quien era uno de los dos, aparecieron ustedes.
— Dices que alguien quiere dañarte, por mi...
— Al parecer...— vio como Milo apretó el puño en un vano intento por calmarse. Si alguien daña a Camus por su culpa no se lo perdonaría.— Oye, tranquilo no pasa nada.
— Si, pasa algo. Si algo te llega a pasar y se lleva tu vida, no se que haré sin ti. Persefone no me hará el favor de traerte a la vida de nuevo. Y tenerte como un simple recuerdo, para mi, no es una opción. Soy capas de ir al mismo Infierno por ti, como lo hizo Orfeo con Euridice, solo que a mi no me engaña el simple reflejo de un espejo.
No tuvo palabras para eso, solo sintió como su corazón se aceleraba, su respiración entrecortada y de la nada los suaves labios de Milo sobre los suyos, siguió el ritmo del griego aunque le costaba un poco, una mano del peliazul fue a parar en su cadera mientras que la otra, lo tomaba de los cabellos haciendo el beso más profundo y apasionado, subió sus manos al cuello de Milo sin darse cuenta. Sus lenguas tenían una batalla en la cual el Escorpión iba ganando, degustando el dulce sabor del su francés.
Milo mordió el labio inferior de Camus, haciendo que este último gimiera algo bajo. Sus labios bajaron hasta su cuello, el cual no dudo en marcar dejando pequeñas marcas rojizas, lo devoraba casi con hambre. Con unas ganas de poseerlo de una vez por todas, pero no era ni el momento ni el lugar, estaban a la entrada de la parte privada, cualquiera que pasara podría verlos, y eso el Francés lo noto, muy a su pesar se separo de Milo.
—No es el momento, nos pueden ver.
— Me daría igual que me viera hasta el Patriarca haciéndote mio...
— ¿En serio? Por que hay viene.
— ¿¡Que!?— se giro, no había nadie, solo escuchó la risa que Camus trataba de ahogar, sin éxito.— ¡Hey! Casi me da un paro.
— Lo siento...—dijo entre risas— oye, ¿Degel y Kardia donde están? No he visto a ninguno de los dos.
— Haciendo gatitos que mas, que yo sepa Kardia tiene casi un año, ya esta en edad para eso ¿no?
—Supongo.
¿Quien es Kardia? Es una gatita de blanco pelaje, con unos ojos entre verdes y celestes, que misteriosamente llego con Degel un día al templo y no se fue mas de ahí, la pequeña minina tenia por lo menos un mes mas de vida que Degel. Y ahora ninguno de los mininos se encontraba a la vista, siendo que casi siempre, se les veía jugar por todos lados.
— Si tienen hijos, ¿los dejaras a todos?
—No, le voy a dar la mitad a Aioria, todavía me alega por que los gatos llegan a mi Templo y no al de él.
Por otro lado, alguien había visto y escuchado todo lo que paso al interior de Escorpión. La sombra de un pilar lo escondía bastante bien. Tenia sus ojos puesto en cada movimiento realizado por Camus, en como miraba a Milo, los ojos azules del guardián de Acuario, reflejaban amor para quien él creía como suyo, sabiendo que desde el día en Camus volvió a la vida, no ha tenido la oportunidad de acercarse a Milo a su antojo.
—Cada día que pasas con mi Milo, estas cavando tu tumba franchute... Jeje como voy disfrutar el verte sufrir.
Tal como llegó se fue sin dejar rastro de su presencia.
◆◆◆
¡Hola!
Quería darle una compañía a Degel y que mejor que una gatita y que se llamara Kardia x3... Bueno a lo importante, de apoco voy dando pistas de quien quiere dañar a Camusin, paciencia que ya se sabrá.
Chaito.
ScorpioNoMilo ✌
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Entre Cuerpo y Alma.
FanfictionLuego de una pelea con un enemigo del Santuario, queda gravemente herido. Su alma se separa de su cuerpo y se convierte en un pequeño animalito, que termina siendo encontrado por la persona que ama, con quien pasara, los últimos días que su cuerpo r...