Epilogo

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Pasaron unas cuantas semanas, en las que dos de los cinco gatitos se fueron al templo de Leo, pero no contaban con que Kardia los fuera a buscar y los trajera de nuevo a Escorpión. Dejando a Aioria con la ganas de tener mascotas.

En esas mismas semanas, Milo se quemaba las neuronas para poder decidir si realizar el ritual con Camus o no. Después de todo no era una decisión tan difícil de tomar, pero las malditas preguntas que nos hacen dudar si estamos en lo correcto o no, estaban bien metidas en la cabeza del peliazul. ¿Aceptaría realizarlo con él?, ¿Si le decía que no?, ¿Si después de proponérselo lo rechazaba? Y ¿Si lo dejaba por esa insignificante pregunta?, aunque la ultima pregunta era muy estúpida, habían pasado hasta un intento de asesinato juntos, que en serio  era estúpido que se preguntara eso.

Salio de la cocina con una bandeja de desayuno para los dos, cuando llegó a la habitación encontró a su amante tal cual lo había dejado; tiernamente dormido y abrazado a Degel. Dejó la bandeja en la mesa de noche, para luego sentarse en la cama. Se quedo mirando el rostro de  Camus por un tiempo, le gustaba verlo dormir tan tranquilo ajeno a todo lo que pasara a su alrededor. Como aveces Camus era mas tronco al dormir que él mismo se le ocurrió una maldad. Quito con cuidado al gato de los brazos de su pareja, para dejarlo a los pies de la cama.

— Camie, si no despiertas ahora la pasaras mal— no recibió respuesta alguna, y como una parte de sí no quería consumar la maldad, le dio otra oportunidad— Oye, despierta de una vez— le susurro muy cerca del oído, sabiendo que le daría cosquillas, pero no paso nada— tú lo has querido.

Tomo los travesaños de la cama con ambas manos, para comenzar a moverlos fingiendo un temblor. Como si le hubieran lanzado agua, Camus despertó asustado al pensar que en verdad estaba temblando, pero al ver a Milo con cara de "inocencia" paso del susto al enojo en un milisegundo.

— Hoy, hay escorpión al palo.

—Camus, tranquilo solo fue una broma...— trago saliva se había ganado algo del enojo del galo. Antes de que pudiera decir lago mas, Camus se levantó para por lo menos golpearlo.

Lo persiguió por todo el Templo, botando cosas en el camino, nada muy importante por suerte. Cuando  volvieron a la sala Milo vio a su salvación, tomó entre sus manos a su arma secreta.

— ¡Atrás Hielo con patas, tengo un Pirata salvaje y no temo usarlo!—  el gatito con la mancha negra en el ojo quedo mirando al guardián de Acuario con expresión de "inocencia", esa cosa chica era igual de travieso que Milo, así que de inocente tenia muy poco.

— Prefiero no arriesgarme con ese gato.— se fue a la habitación a tomar su desayuno, mientras que Milo se  quedo haciendo un baile raro por haberle ganado al francés.

Luego del desayuno Camus tuvo que ir a dar la vuelta de vigilancia que le tocaba, eso fue bueno por una lado para el peliazul, ya que así podía alistar los últimos detalles para el ritual. Ya se había convencido, lo harían si o si. Para que fuera toda una sorpresa le dejó una nota en el templo diciendo en donde podía encontrarlo.

Cerca del atardecer Camus volvía al templo de Escorpión en busca del protector de este, pero el griego no se encontraba, además le pareció extraño encontrar una nota pegada en la puerta de acceso a la parte privada. La nota decía:

Camie:

Se que debes venir cansado de la ronda de vigilancia, pero tengo que decirte algo urgente.

Te estaré esperando en el risco cercano a Cabo Sunion. Te tengo una propuesta a la que no te podrás negar, estoy seguro, y si me equivoco... ¡perdoname la vida!

PD: ¿Me haces un favor?, si encuentras a Kardia traela, no encuentro a la maldita y la necesito acá, gracias. ^.^

Milo de Escorpión.

Entre Cuerpo y Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora