Capitulo 0: El amor siempre lo fue todo.

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//Pido disculpas por las faltas de ortografía, todos los miércoles me dedicare a corregir lo que haya logrado durante la semana, un saludo y espero les guste!//

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Un tibio rayo de luz estremeció el rostro del chico en cuestión quien de mala gana despertó cerrando la cortina que había dejado al astro rey realizar su cometido, sus pupilas color marrón apenas se distinguían entre esos párpados arrugados, y su pensar, su primer pensar del día, que no era nuevo en lo absoluto, era en cómo se encontraría su chica en cuestión, (si supieras mi sentir, si tan solo lo supieras, tal vez estarías entre mis brazos, Akane). Pero su pensar era en vano, el pobre chico suspiro y se preparó emocionalmente para su llamado: -Daniel ya está el desayuno.

El chico de apenas 18 primaveras bajo a ritmo lento los 14 escalones en forma de "L" apoyándose sobre la pared, teniendo en mente lo frágil que se encontraba el barandal del lado opuesto, semi-volteó su mirar hacía su padre que se encontraba recostado en la sala viendo las noticias, se comentaba algo sobre los gatos y el toxoplasma que se encuentra en su sistema, así como en sus heces fecales, de manera casi religiosa etiqueto eso como un simple llamado de sanidad municipal, no podía estar más equivocado.

La rutina de siempre, el transporte de siempre, la escuela de siempre, todo igual de descolorido para ese chico cabello castaño con un estilo estúpidamente normal, con un peinado normal, para él y su 1.70 de estatura que tenía que aminorar por la posición de su casillero, un casillero normal de un chico normal, no pudo evitar mirar el casillero a su derecha que tenía iniciales pegadas a un buen dibujo: "A. H." pasaron 10 minutos después de su entrada a la primera hora de clase, y él seguía haciendo como que buscaba algo en su casillero, resignado partió a su salón, su mañana no tendría luz esta vez.

Al finalizar sus clases, el chico tomó su celular y marcó a un número registrado como "Akane Hibiki" (escrito sin los estúpidos corazoncitos al lado de ese nombre). -Hola -Una voz suave paralizo el corazón del chico, y este odiaba imaginarse 1,000 veces la conversación y nunca poder tomar en cuenta que su ritmo cardiaco, sudoración y tono de voz cambiaban con cualquier cosa que viniera de ella.

- Hola, Daniel, ¿Estás ahí? -El pobre chico tragó saliva y apenas pudo responder con una voz más débil de lo normal.

- Si Hibiki, solo quería saber si estás bien, hoy no te vi en la prepa -Se ponía nervioso solo de saber que se ponía nervioso al hablar con ella.

-Sabes que puedes llamarme Akane, y sí, estoy bien, pero mi madre está algo enferma así que me quedé a cuidarla, puedes pasar a ponerme al tanto de la escuela, si gustas- Dijo con las últimas dos palabras en un tono más suave y delicado de lo normal.

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Se despidió de su familia después de comer, avisando que iría a la casa de su amada, o al menos, de la chica que quería fuera "su amada" todo esto, mientras seguía escuchando ahora por la radio sobre esa "alerta sanitaria". Solo una cuadra separaban sus casas, solo tenía que cruzar una calle, para llegar con ella, cuya casa se encontraba paralela a ésta, tocó la puerta y no obtuvo respuesta, pasaron 6 segundos, que para él eran una eternidad cuando de pronto pensó:

- ¡Que idiota! no traje los apuntes.

Mientras tanto, la puerta se abrió sin siquiera preguntar de quien se trataba, a lo que una hermosa chica de 18 primaveras dejó ver su escultural silueta con rasgos orientales, sus grandes ojos azules con pupilas muy dilatadas que se expandían aún más al ver a ese "chico normal" que bien podría ser un "chico tonto" ya que sus nervios no lo dejaban darse cuenta del lenguaje no verbal que se desprendía de ella.

-Daniel, que gusto verte- Dijo con ternura con sus carnosos labios que ansiaban un roce con el chico en cuestión.

 -Hola Hibiki, y perdón dejé mis libretas en mi casa, ahora mismo yo...

-No te preocupes -Interrumpió intrépida la chica oriental -Anda pasa, cuéntame cómo estuvo tu día, mi madre está descansando en este instante.

Daniel estaba paralizado como de costumbre, pero no pudo ignorar el gato que lo miraba fijamente.

-Hibiki, ¿has oído las noticias? Dicen que hay una alerta sanitaria o algo así, sobre los gatos.

-Ya sabes que puedes llamarme por mi nombre- Contestó Akane ansiosa -Y no, no he oído nada.

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-¿Por qué no la besé, bueno, porque no le dije que se veía hermosa?- Daniel se lamentaba antes de dormir, al igual que la noche anterior, y la anterior, no podía olvidar esa silueta tan marcada de cadera ancha, cintura delgada, y un par de senos que ella quisiera fueran más grandes, pero para Daniel así eran perfectos, su negra cabellera a la altura de los hombros con un fleco de esos extraños, que dejaba ver a ciencia cierta que no era una chica normal.

-Akane, me gustas- Seguía lamentándose.

-Mañana será el día- Seguía engañándose como la noche anterior, y la anterior.

Al día siguiente no fue el astro rey quien lo despertara, sino el sonido de un fuerte choque, y el sonido de la radio advirtiendo que los gatos tenían "el virus" que las personas enfermas deberían ser exterminadas al instante, que la muerte se había olvidado de la tierra, todo en un golpe demasiado rápido. Miró por su ventana lo que parecía era una pelea cuando en verdad era un desayuno, de repente, su primer pensamiento del día, fue el mismo que el anterior, y el anterior, solo que ahora con tanta incertidumbre: "la señora enferma y un gato, no era amor el tema, sino preocupación".

Al chico le pareció que en su casa todo estaba normal, aunque se escuchaban sirenas de patrullas, ambulancias y si, gatos. El chico se vistió como pudo e intento inútilmente usar su celular, abrió la puerta de su casa sin avisar a nadie y divisó su calle diferente al día anterior, había rastros de sangre por sitios, y el desayuno que parecía pelea ya había acabado, pero su primer pensamiento del día no había cambiado, "ya voy Akane", y es que para él, ella lo era todo.

La muerte olvidó la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora