Capitulo 25: La rana y la piedra.

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Una pareja que no era pareja caminaba arduamente para encontrarse con su grupo, Daniel podía divisar a lo lejos a una chica que se encontraba acostada, pero no se mostraba feliz, sabía que en cuestión de minutos cientos de objetos los perseguirían, también que ni él ni la chica de bronce se encontraban en condiciones de seguir.

-¿En qué piensas?-. Evelyn seguía rompiendo el silencio cada que podía.

-En la rana y la piedra, una metáfora-. Evelyn movió su cuello lateralmente al tiempo que ponía seria su gris mirada, a lo que Daniel prosiguió: -Se dice que el humano para matar una rana, usaría una piedra pequeña, pero para matar un león usaría una piedra enorme, el detalle recae en que podía matar a la rana con la piedra grande, pero no al león con la pequeña, algo así me sucedió mientras trotaba para ayudarte-.

-¿Y por qué te molesta?-.

Daniel pensó para sus adentros que esa chica había entendido el lenguaje no verbal que el transmitía mientras hablaba, pero se limitó a contestar: -Siempre he tenido la idea de que el humano en general es torpe, que soy mejor que "la media", pero hoy me di cuenta que en ciertos aspectos sigo siendo igual que el humano, pero eso es bueno ya tengo algo en que mejorar-. Daniel tenía una sonrisa en su boca.

La pareja llegó al sitio donde una chica de azules ojos estaba recostada en el suelo, Daniel se acercó en cuclillas sin hacer ruido, se puso en forma de cruz arriba de ella, sus brazos se flexionaron como queriendo hacer una "lagartija" y besó en la boca a esa chica.

Akane abrió los ojos como impulsada por un rayo tratándose de levantar, pero golpeó levemente en la entrepierna del chico sobre ella, o al menos eso pensó ella, Daniel había alcanzado a cubrirse con una mano, y entre carcajadas trato de que ella viera que no había razón para asustarse.

El ruido alarmó a Yoshua que regresó lo más rápido que pudo, al ver a Daniel se detuvo mientras gritaba: -¡Ese es mi chico!-. Mientras se acercaba a propiciarle un fuerte abrazo.

-Ya, ya, ¿apoco dudaron que nos volveríamos a ver?- Daniel bromeaba de una forma muy arrogante, pero a su pensar no era para menos, los había salvado a todos. –Por cierto les presento a Evelyn, nos encontramos mientras yo trataba de alcanzarlos.

Akane de manera instintiva miro de pies a cabeza a la acompañante de su chico, no pudo evitar pensar que tenía los pechos más grandes que los de ella, bajo la mirada tratando de que no se notara que se sentía en inferioridad al menos en ese aspecto, pues claramente hubiera preferido lo opuesto, incluso hubiera preferido que Daniel llegara solo.

Daniel notó la reacción de Akane de inmediato pero no entendía pasaba de esa forma, ya que para él, Akane lo era todo, llevaba varios días creyendo que Akane lo sabía pero a su ver estaba en una mentira, sin embargo tenía cosas más importantes que pensar desde el punto de vista del humano, ya que desde su punto de vista, ella era lo más importante.

-Muy bien gente, lamento informarles que cientos de esas cosas aún nos siguen, no podemos detenernos, no aún-. El grupo miró hacia atrás notando unas masas considerables de objetos que seguían su rumbo fijo con destino a su ubicación.

-Pues se acabó el descanso-. Dijo Akane sonriendo al tiempo que estrechaba a Daniel de la mano, el grupo comenzó a moverse sin destino fijo, pero lo más recto posible, a lo lejos de alcanzaba a divisar un poblado de casas, Daniel pensaba si podrían refugiarse ahí, no sabía el alcance visual de los objetos, corrían peligro de que al meterse en una casa, los objetos simplemente se quedara ahí afuera de ella, quitándoles la forma de salir de ahí, eventualmente morirían de deshidratación o inanición.

-¿Alguien sabe prender un vehículo sin las llaves?-. Daniel preguntó de inmediato al visualizar una camioneta cerrada color roja a lo lejos

La chica de ojos grises dudó en confirmar, pero dejo de lado el que dirán, ya que estaba en juego su vida: - Yo puedo-.

-Muy bien, al llegar a ese poblado nos alejaremos en esa camioneta hasta que no nos alcancen a ver, ya después veremos que hacer-. Daniel guiaba al grupo como era costumbre.

Nadie mencionó nada acerca de donde Evelyn había aprendido a allanar autos, a lo que la chica pensó: "En este nuevo mundo, nadie tiene pasado, y probablemente los complejos creados por el pasado tampoco están ya, es como si el pasado nunca sirviera para nada".

Trotaron unos 5 minutos hasta llegar al vehículo antes dicho, Evelyn encendió el motor como en las escenas de cualquier película donde hay acción en cuatro ruedas, pero nadie ni por un momento anticipó que la radio servía.

-ida y seguridad, aceptamos a cualquiera, este es un mensaje transmitido en todas las frecuencias.- Paso un lapso de tiempo de 5 segundos –A quien sea que escuche esto, no estás solo, hay refugios de emergencia seguros instalados en el entronque entre la carretera cien y la noventa y dos, así como en el cruce entre la ochenta y sesenta, si estas escuchando esto es porque son los refugios más cercanos a ti, ven, no estás solo, ofrecemos comida y seguridad, aceptamos a cualquiera...-.

El grupo se quedó cruzando miradas, Yoshua comentó- ¿Y bien? ¿Iremos?-. Pareciera que fue una pregunta hacia todos cuando claramente solo preguntaban a Daniel.

-No lo sé- Daniel movía los ojos de un lado a otro en señal de concentración –No sabemos cuánto tiempo tiene ese mensaje, ni si siguen en pie, ¿qué tan lejos estamos?-.

Estamos a un día en esta camioneta aproximadamente si seguimos en línea recta- Adriana rompía el silencio de su boca –Pero tenemos gasolina para dos horas máximo-.

Akane buscó sin éxito un mapa en la guantera, -ustedes deberían conocer este lugar, ¿Dónde podemos encontrar gasolina?- Los ojos de Akane brillaban, soñaba con que todo acabara, estaban a solo un día de distancia.

-Si giramos a la derecha en el siguiente entronque, se encuentra una estación de gasolina a unos 5 kilometros-.

La carretera antes del entronque estaba extrañamente sola, como si nada hubiera pasado, o como si algo grave hubiera pasado, las cuatro ruedas avanzaban como quien tiene prisa, al tomar la dirección propuesta por el señor del grupo, Daniel comenzó a indagar.

-¿Por qué esta tan solo esto? ¿Qué habrá pasado?-. Pero un par de minutos después las cuatro ruedas se detenían en seco, a unos trescientos metros de ellos se alzaba una larga fila de autos que parecían abandonados, todos en la misma dirección, con señas de grandes choques, explosiones y una cantidad considerable de objetos se veía a lo lejos. Daniel bajo la mirada –Nunca, nunca nada es fácil-.

De mala gana el chico salia del transporte a explorar el paisaje que pronto estaría oscuro.

La muerte olvidó la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora