La sopa que contaba cuentos.

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PaulUna línea de luz entró en mi habitación, entre las mantas había perdido un calcetín

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Paul
Una línea de luz entró en mi habitación, entre las mantas había perdido un calcetín. Me giré.
-¡Ah! ¿¡Quién eres tú!?- grité y di un salto hacia atrás. Había una chica como a cinco metros, de pelo rubio oscuro y ojos exactamente como los míos (¡Eh! ¡Me había robado los ojos!). Me apuntaba con una varita, bastante bonita la verdad.
-¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estoy?- dijo ella.
-Te he preguntado yo antes.- ignoremos que yo seguía en pijama, y aquella situación se había vuelto realmente incómoda.
-Ya, pero yo tengo un arma así que responde.
-Soy Paul, estás en Zodíaco, que es un planeta de elfos en una galaxia llamada Miroga y esta es MI habitación, creo, y no tengo ni idea de nada más, llegué hace poco, no me judgues. Espera un momento... ¿eres Libra?- bajó la varita y su expresión alterada cambió.
-Como sabes mi nombre?- cuando preguntó eso pensé:«Porque eres una leyenda, ¿quizás?»era el momento adecuado para salir corriendo. Me estaba persiguiendo y me pisaba los talones.
-¡Oye! ¡No corras! ¿Como sabes mi nombre!? ¡Responde! ¡Tengo muchas preguntas! ¡Para!
Conseguí llegar a la habitación de prácticas de hechizos, donde solía estar Peter, e intenté abrir la puerta. Los cierres de las puertas élficas tenían una forma muy extraña de abrirse que yo aún no dominaba, así que empecé a gritar para que abriera desde dentro.
-¡Peter! ¡Abre, Peter!
-Herztio- dijo Libra mientras paraba, tocando el suelo con la punta de su varita, y éste se empezó a congelar hasta que llegó a mis pies pegándome al suelo. En ese momento la puerta se abrió y salieron Peter y Harry que, al ver que me estaba congelando sacaron sus varitas.
- ¡Áffiga!- gritaron a coro y pequeñas llamaradas aparecieron encima del hielo y lo empezaron a derretir.
-Por todos los tirantes, ¿estás bien?- preguntó Harry.
-Si, creo que si. Rápido, era Libra, ¡tenemos que avisar a la reina!
-El hielo le ha afectado al cerebro- informó Harry a Peter, increíblemente, debo añadir, serio. Pero en lugar de reír, Peter echó a correr. En ese momento lo único que se veía de Libra era el vuelo de su bufanda al doblar la esquina corriendo. Iba corriendo detrás de Peter, cuando vimos a Saura que estaba discutiendo con su hermano pequeño. Paró un momento y nos preguntó.
-¿Es cosa mía o esa era Libra?- asentí mientras volvía a correr. Saura se dirigió hasta la sala del trono, supuse que para informar a la reina. Llegamos al jardín exhaustos, y vimos que Libra también, se paró en las escaleras unos segundos volvió a caminar, hacia las flores. Saludó a las hadas y Peter fue tras ella.
-Paul, tu quédate aquí, nos conoce a nosotros pero a ti no.- llegó hasta Libra y le puso la mano en el hombro. Ella se giró bruscamente y sonriendo le dio un abrazo.
-Cuanto tiempo, ¿verdad?
-Tu siempre tan dramático, solo han sido dos años.
Después de un rato hablando y presentándonos nos sentamos en el mismo banco de piedra donde conocí a Peter.
Harry se fue a ayudar a hacer la comida del palacio, ya que solían comer muchas personas y él siempre terminaba robando algo. No lo judgues, en realidad era legal, pero también era un tragón.
Libra estaba al lado de Peter, contemplando el pueblo. Era muy diferente al palacio, las casas tenían un techo de paja y paredes de piedra. La gente tenía mercadillos de animales y había bastantes mendigos pidiendo. Los guardianes saltaban sobre las pocas casas con techo estable o iban por el suelo, y alguno que otro se metía en peleas o discusiones.
Libra llevaba un jersey amarillo y unos vaqueros. También una bufanda a rallas verdes pistacho, beige y naranjas.
-Perdona por el hielo- me dijo.
-Si, por cierto, ¿cuándo aprendiste magia?- preguntó Peter colocándole un brazo por los hombros.
-¿No eres maga, bruja o como se llame?- pregunté yo, porque la verdad, no tenía ni alas, ni cola, ni orejas de elfo.
-No,-respondió Libra- soy humana, pero en estos dos años en la Tierra me he encontrado con los magos más antiguos y ellos me han enseñado.- sacó su varita, era blanca y parecía tallada, la de Fedrick o cualquiera de los magos que había visto hasta ese momento eran prácticamente ramas retorcidas en la punta, aunque me contaron que eran sus varitas de practicar, por si rompían las otras. Peter también sacó su varita, la suya propia y no aquellas ramuchas, marrón claro y tallada por el mango, más o menos como la de Libra, aunque se veía más usada.
-Yo no sé muchos hechizos, la verdad. Por cierto Paul, ¿tú que eres?- su mirada persistente me impulsó a responder.
-Humano, como tú.- dije. Miró al horizonte, pensativa (vaya, que poético, ¿no?).
-Echo de menos la Tierra
-Y me lo dices tu a mi.- bromeé.
Peter le dio una ligera patada.
-Bueno, mejor me voy, hasta luego.- y se marchó
Al irse el viento daba vuelo a su pelo, y a su bufanda.  Peter sentía algo, en el corazón. Por ella claro, por mi no. Aunque mi belleza era insuperablemente insuperable (ironía, por cierto) y en cima soy muy modesto (sigue siendo ironía, creo que se nota).  Pero lo que de verdad era especial en ella era que, tenía el don de que si estabas cerca, el mundo parecía no existir, parecía, simplemente, que nada importaba y las penas se marchaban lentamente.
Dio una patada a una piedra y levantó algo de arenilla del suelo empedrado.
Peter la miró, con esa sonrisita boba de cuando la persona que te gusta te envía un mensaje, y por no gritar (de alegría), sonríes.
-A ti te gusta, ¿verdad?- le dije de forma divertida.
-Cállate- me dijo y se rió- no me gusta. Estoy perdidamente enamorado de ella. Tan enamorado que algún día llegaré a la locura.-cuando hablaba de ella sonreía. Metió las manos en los bolsillos y se levantó, tenía clase de brujería. Me levanté y me tumbé en la hierba, con cuidado de no aplastar a ningún hada. El sol estaba en lo alto pero una suave brisa atenuaba el calor. Puse las manos debajo de la cabeza y en unos minutos me quedé dormido.

-¡Levanta!- gritó Harry, dándome un susto. Tenía la espalda dolorida, y ya sabía por qué, había dormido sobre una piedra.
-Tenemos que ir a comer, ya son las dos y media- añadió Fedrick cuando me levanté. Creí que nunca hasta aquel día había dormido una siesta tan larga como aquella.

Harry hizo de guía turístico por el palacio hasta que llegamos al comedor, que estaba compuesto por seis filas de mesas rectangulares colocadas una al lado de otra para formar una mesa todavía más grande. Había más de trescientas personas, la mayoría guardianes o empleados del palacio. Sin embargo, también había dos mesas llenas de, casi seguro al noventa y nueve por ciento, mendigos. Tenían la piel sucia y la ropa desgastada y rota. Buscamos unos asientos vacíos y encontramos unos al lado de Peter, y en frente Libra, Saura y Lea. Había mucha comida, y para mi cogí un zanco de pollo con puré de patata y de postre un trozo de tarta de queso. Libra cogió una sopa extraña, de colores y al removerla, el humo representaba historietas, la mayoría graciosas y a Fedrick ya le había salido agua por la nariz en más de una ocasión, luego, cogió unas fresas con nata, aunque parecía nata con fresas. Parecía que había echado todo el bote de nata.

-¡No me juzgues! ¡La nata está riquísima!- decía entre risas cada vez que alguien la miraba extrañado. La comida era deliciosa,  y creí que Peter opinaba lo mismo. Era imposible saber con exactitud cuál fue su primera comida. En su plato quedaban unas migajas aunque no paraba de coger comida de las fuentes. Debía hacer mucho ejercicio para estar así de delgado. Cuando tosía nos reíamos porque cada vez que pasaba Leaila soltaba lo mismo:   
-Eso te pasa por comer tan rápido, por no decir tanto.- lo que hacía que se atragantase aún más al intentar reírse. De bebida nos daban en unos vasos de metal, un líquido azul y brillante, y al principio le hice ascos pero al ver que solo había eso o vino (a saber dónde estaba el agua), no me quedaba otra que probarlo. Sabía algo a cereza pero al mismo tiempo tenía un sabor que no llegaba a distinguir. Estaba muy rico, la verdad.

-Eh Paul, tenemos una sorpresa para ti, sígueme.- me dijo Saura al terminar de comer.

Llegamos a una pared. Dio tres golpes con el puño, luego dos con la palma y una patada. De repente una colosal puerta de madera pareció construirse, se notaba que era vieja. La abrió y entramos. Un aula. Libra estaba leyendo y Peter colocando unas cosas.
-Hola- me dijo sonriente.
-Hola- le contesto- ¿por qué me habéis traído aquí?
-Te vamos a enseñar lo básico para vivir en un reino de fantasía. Seguramente hay muchas cosas que desconoces. Saura y Leaila te enseñarán defensa propia...
-No me llames Leaila- dijo Lea- en realidad ni creo que nos dé tiempo a enseñaros algo.
-Como iba diciendo, Fedrick y Harry te enseñarán secretos mágicos, códigos y alguna que otra cosa, Libra te acompañará y yo te enseñaré alguna cosa sobre la magia en general, idiomas, algo de historia y algunos objetos mágicos.- dijo ajustándose las gafas.
-¡Hasta te hemos hecho un horario!- exclamó Fedrick elevando el papel a modo de bandera.
-Por cierto, Peter se cree profe, mejor no le hagas mucho caso.- dijo un simpático Harry a un molesto Peter.
- Es de lo que se siente más orgulloso: hacer el horario, la cosa más difícil del mundo.- dijo la sarcástica Lea.
-Empezamos mañana, no te olvides como entrar: tres puños, dos palmadas y una patada.
Después de hablar un rato salimos al jardín. Desde las escaleras vi a Ámbar abrazando a un chico, parecía militar ya que llevaba su uniforme. Se debían de querer mucho. Se les escucha hablar. Ámbar estaba muy preocupada.
-Keith, no me olvides…- dijo. Si no estuviera tan en silencio el jardín no se escucharía absolutamente nada. Keith me caía mal, pero se veía que se querían
-No te olvidaré, sería imposible. Sería imposible olvidarte.- lo entendí, Keith se marchaba a la guerra.
Cuando oscureció me fui a la cama sin cenar, no tenía hambre. Algo me daba que pronto empezarían las aventuras.

Y también la guerra.

El libro de Doragon. #EWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora