"Monstruos"- parte I

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PaulCon las prisas tuvimos que dejar abandonada la tienda de Fedrick, aunque habíamos cogido lo que había dentro y lo llevaba todo rodeado con los brazos

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Paul
Con las prisas tuvimos que dejar abandonada la tienda de Fedrick, aunque habíamos cogido lo que había dentro y lo llevaba todo rodeado con los brazos. Los monstruos venían hacia nosotros rápidamente.
-Corred, ¡Rápido!- gritó Saura cuando una de las criaturas encontró un cuervo, lo despedazó y se lo comió. Corríamos, Peter el último y Lea la primera. Las raíces ya escasas se abrían hacia los lados y empezó un camino de rocas desiguales.
-¡Peter! ¿¡por dónde!?- preguntó Lea corriendo.
-A cualquier sitio, ¡pero busca donde los podamos despistar!-contestó él conjurando un hechizo.
-¡Corre Paul!- dijo. Me había parado qué hacía el hechizo; que el suelo de piedra se levantase como si fuese una alfombra, creando un muro que aquellos monstruos no tardarían en rodear. Lea empezó a escalar uno de los árboles más altos y Saura la imitó. Por suerte, las ramas más estables y resistentes estában repartidas por el árbol facilitando su acceso. Llegué hasta arriba, en un punto donde las ramas se abrían y el tronco dejaba algo de espacio como el punto en el que el árbol se unía al resto, conectando y compartiendo sus ramas más altas, aproximadamente a diez metros encima del suelo. El cielo aún nocturno seguía, en cantidad menor, salpicado de pequeñas estrellas y el muro, aunque nos habíamos alejado de él se seguía viendo. De pie, me acerqué al borde del árbol y las puntas de mis zapatos se asomaron mientras veía a los monstruos volvían por donde habían venido. Se habían dado cuenta de que aquel territorio no era el suyo y huían lejos de allí.
Me giré y miré a Libra acurrucada entre los brazos de Peter. Había algo entre ella y yo que me desconcertaba, una familiaridad extraña, me parecía haberla visto alguna vez. Mis pensamientos empezaron a vagar en el viento, recorriendo el porqué de sentimientos tales como el amor y los dolores de la muerte, el porqué de la existencia y llegando hasta simplemente ver el arte en las cosas. Pensé en las ramas que parecían carbón, en el camino empedrado del bosque cuyas piedras arecían rotas por el miedo, en las pequeñas flores de Bimes y recordé la música de la cueva de cristal. Volví atrás en el tiempo y recordé el primer día en el que vi a Libra, la primera vez que caminé por los pasillos del palacio y el momento en el que mis ojos contemplaron un mundo diferente al habitual, y cuando recordé todo eso susurré a mi mismo:
-Aunque esto no sea como en casa, también puede llegar a ser mi hogar...- Fedrick lo escuchó y sonrió.

De repente recordé el libro y me llevé la mano a la espalda, había desaparecido. Aquello era imposible, hacía unos momentos estaba ahí.
-¿Qué pasa?- preguntó Leaila.
-El libro. Hace poco lo tenía aquí y ahora no está.
-Creo que sé lo que ha pasado...- dijo Saura señalando a dos animales parecidos a hienas con picos y alas de cuervo -heishes, cómo no.
-Yo me encargo, ven conmigo- me dijo Lea y empezó a caminar por las ramas que estaban conectadas al árbol donde estaban los heishes.
-¡Cuidado!- gritó Saura desde la distancia y dijo algo desde la distancia que no llegué a distinguir. Cuanto más nos acercábamos, los heishes más alto cantaban. «Espera, ¿están cantando o hablando?» pensé cuando nos acercamos un poco más. Estaban discutiendo sobre quién se quedaba con el libro.
-Venga ya Hatta, ese libro lo he robado yo- dijo la hiena más grande, encorvada para hablar con la otra.
-Si no fuese por mi no sabrías ni que había personas ahí, así que calla viejo palomo.
-Esta juventud de ahora... No respetáis ni a vuestros mayores. Ambiciosos a más no poder. Eh, ¡que ese terrón de azúcar es mío!
-Viejo palomo, no veo el nombre por ninguna parte.
La conversación me resultaba graciosa. Estaban tomando un café en una mini mesa, y eso que el Viejo Palomo era más grande que yo.
Me giré cuando alguien me tocó el hombro.
-¡Paul! ¡Paul! ¿Qué haces?- Saura se tapaba las orejas- ¿No ves a Lea?
Estaba acurrucada en una esquina, temblando y llorando. Cuando me acerqué vi que empezaban a salirle plumas en la piel y que sus uñas eran grises, largas, afiladas y fuertes. Los heishes empezaron a reirse descontroladamente y me lanzaron el libro.
-Patético- dijo el Viejo Palomo.
-Sí, patético- repitió el otro y empezaron a volae hacia nosotros. Sus alas eran grandes, pero no fuertes y iban dando tumbos en el aire. Nos insultaban y intentaban agarrarnos con el pico. Corrimos por las ramas de varios árboles, hasta que Saura cogió una flecha con pólvora y una cerilla y la usó a modo de antorcha. Los heishes huyeron despavoridos, porque la luz les quemaba la piel.
-Heishes, nadie puede escuchar su voz o se empieza a transformar en uno de ellos. Al parecer a los humanos no les afecta- dijo Fedrick- No te puedes fiar de nada, esto es el Bosque de los Gritos.

«Ojalá a ninguno de nosotros nos pase nada», pensé y vi como las lágrimas resbalaban por las mejillas de Lea.
-Yo creía que sería diferente... Fui lo suficientemente estúpida como para creer que sería una aventura sencilla, como hacen ver en los libros, yo, nunca pensé que le pasaría eso a Harry o que nos podría pasar nada... Fui tan estúpida como creer que era inmortal...- le susurró a Saura.
-No llores Lea, era inevitable. Estamos cumpliendo nuestro destino- le dijo ella, sonriendo.
-¿Qué?- preguntó Lea confusa.
-Yo creo en el destino, creo que todos nacemos con un destino marcado, majestuoso, pero son las decisiones equivocadas las que te llevan a la penumbra. El tabernero hizo algo de un corazón bondadoso y puede que ni se diera cuenta, nos ayudó, nos llevó a Bimes. Harry estaría muerto si no supiéramos dónde estaba ese portal, se desangraría. Temo a la muerte, siempre le he temido, pero tengo más miedo a no hacer nada importante antes de morir. Por eso estoy aquí, porque no quiero irme antes de hacer algo importante.
-Pareces mi madre- le dijo Lea- con sus charlas siempre me conmovía. Decía palabras que iban a parar siempre justo al corazón, antes de morir.- dijo y sonrió.

Pasamos todo el día siguiente, hasta el anochecer, caminando de árbol en árbol hasta que decidimos acampar allí mismo.

No quedaba mucho, cuando de repente apareció un hombre lobo que había saltado desde un árbol cercano al nuestro. Pasaron orcos, estábamos en la frontera, el límite entre territorios.
-Anda, mira quién está de visita- dijo, moviendo lentamente su cabeza. Sus ojos rojos destacaban en su piel pálida y su pelo blanco. Incluso sus pestañas eran blancas, por lo que supuse que era albino. Se acercó a Peter y a Libra, que estában al lado-. Cuánto tiempo, ¿no crees Allison? Y has traído compañía...

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Espero que os haya gustado💕 Me ha costado bastante escribirlo porque no tenía inspiración u-u y creo que no es de los mejores.
Feliz 2017 a todos, wapis

Att: Tanin🌚

El libro de Doragon. #EWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora