Era un día normal, como siempre, aburrido,
por azares del destino fui a casa de mi abuela donde me entrego un gran libro:
El libro de Doragon.
Era solo un libro, común a la vista,
sus misterios lo adornaban y muy antiguo parecía.
Un polvillo lo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Paul Al día siguiente me desperté temprano-lo cual era bastante extraño- y me vestí con la ropa del día anterior. La moda allí era como en el año 1900 de nuestro planeta y me sentía incómodo con esas ropas. Era como vestir una ropa que no era la mía. Salí al pasillo peinándome con los dedos y me topé con Lea, que vigilaba la puerta de mi habitación. Llevaba un traje verde oscuro, deportivo y ceñido a su cuerpo. -Hola, hoy no tienes nada pendiente así que puedes ir viendo el palacio. Empieza por el jardín si quieres.- dijo rápida y nerviosamente mientras señalaba la dirección que debía seguir para ir. «No tienes nada planeado», ¿organizaban mi "agenda"? Empecé a caminar algo vacilante hacia el lugar que me había indicado. Aquel día no había gente con prisa, solo una mujer limpiando, unos niños pequeños y un grupo de elfos con trajes como los de Saura y Leaila que corrían y gritaban por el pasillo. -¿¡Qué pasa humanito!? ¿No te querían en tu planeta?- gritó un chico, y todos se rieron. Lo ignoré algo dolido y seguí caminando cabizbajo, no entendía por qué yo estaba allí. Era estúpido: la situación y su humor. Era un humor estúpido y sin gracia. Escuché a otra chica de ese grupito gritar: -¡Oye jefa! ¿Te ha tocado ser la niñera del humano?- y todos se volvieron a reír. «Y yo que pensaba que los elfos eran sabios y cordiales...» -¿Te gusta, eh? ¿Si no para que te ofrecerías voluntaria para ser protegerlo?- gritó el mismo de antes. -¡Cállate Keith!- exclamó Lea y todos se volvieron a reír. Eran unos chistes estúpidos y molestos. Seguí caminando y choqué con unos chicos que iban corriendo. Todos los libros que llevaban se desparramaron por el suelo cuando chocamos, ya que uno de los dos se asustó y los tiró al suelo. -Oh, perdona, me llamo Fedrick y... tu ¿eres el humano?- era algo tartamudo pero lo entendía bien. El otro chico estaba recogiendo los libros. Terminó de recogerlos y se colocó detrás de Fedrick. -Hola... si, supongo que soy "el" humano, ¿y vosotros no?- me miró casi riéndose y dice: -Superdotado, no somos humanos si no magos. -Aprendices de brujo, para ser exactos- dijo el otro. Se colocó bien las gafas y le dió dos codazos al otro mientras que intentaba disimular como giraba la cabeza hacia un lado sugiriendo marcharse, aunque, seamos sinceros, disimular no era su punto fuerte. -Bueno chao, tenemos clase de brujería- dijeron mientras se alejaban. Se escuchó como Fedrick susurraba: -Harry, jolipas tron, tenías que haber dicho que éramos magos guays.
Seguí caminando y llegé hasta una salida que daba a un extenso jardín colorido. Bajé las escaleras de mármol y lo que vi era increíble; el jardín tenía flores grandes y preciosas por las que revoloteaban mariposas y...¿hadas? Si, eran hadas, sin duda, y me agaché para contemplarlas. Son como dicen en los libros, pequeñas y brillantes. Sin embargo, sentadas en la hierba también hay más y son incluso más altas que yo. Verlas así es extraño; pero pronto veo un hada pequeña volando hacia ellas, llega y poco a poco aumenta de tamaño mientras se le escucha reírse. No sabía que podían hacer eso. Volví a caminar.
Había un lago y flotando sobre el, una enorme ostra grisácea.. Estaba sediento y me dirijía a beber de una fuente aproximada, hasta que de pronto observé un movimiento en las aguas claras. Como a propulsión, salió una chica de las aguas, que se sientó en la gigantesca ostra. Me había dado un susto y el corazón me latía a mil por hora y espera... no era una humana ni una elfa, era una sirena. Detrás de ella salieron otras dos más. Al final de la cola, salió un cerdito mitad pez, gracioso, adorable y extraño a la vez. Todas eran preciosas, dos con el pelo largo y una de pelo corto, con colas de colores rojizos, amarillentos o anaranjados y en la parte superior llevaban una camiseta corta o de tiras. Las sirenas hablaron, todas con voces melódicas y armoniosas. -Hola, ¿eres nuevo aquí?- dijo la primera en llegar -bienvenido a Zodíaco, soy Ámbar. Ellas dos son Lilaila y Marina, somos de Atlanta.- Terminó de hablar y acarició su cerdito. No esperaban respuesta, parloteaban como si supieran todo y a veces resultaba algo irritante. -Buscas a la reina?- dijo Marina, con un tono bastante grosero. -No, adiós-le contesté. Vi a la reina, estaba apoyada en la vaya del jardín mientras hablaba histéricamente con un hombre alto y trajeado. Me giré y me sienté en el banco de piedra que había unos metros más allá, desde donde se podía contemplar con exactitud el lugar de donde había salido, era completamente un palacio real.
Me levanté y contemplé como corrían algunos elfos por los muros y saltaban de un tejado a otro de la ciudad. -Son los guardianes- me dijo la reina -son como la policía de Zodíaco, ellos imponen las leyes, auque no las dicten- me sonrió como si alguno de ellos lo hubiese intentado alguna vez. Parecía como si la ciudad fuera de su propiedad, ya que saltaban entre los tejados sin miedo. Llevaban armas, arcos pequeños, largas espadas o pequeñas dagas. La reina se marchó y seguí observando a los guardianes sentado desde el banco de piedra. Un chico vino hacia mi, y la luz de aquel soleado aunque frío otoño hizo que sus ojos verdes, que casi parecían amarillos, destacaran en su piel morena. -Hey, bienvenido- pensé que hablaba conmigo- me llamo Peter, ¿cuál es tu nombre? -Eh, Paul. -Bonito nombre- dijo mirando al pueblo- caray, Pattiah está más horrible cada día. Me han contado que el humano había llegado, pobre chaval, lo atosigan demasiado. Oye, ¿quieres venir?- era realmente agradable y tranquilo, parecía que el mundo nunca se le venía encima(no como a mí, ¿a quién quiero engañar? ¡Me paso el día preocupado por tonterías!) Me llevó al lago de antes y dijo: -¿Te han dicho lo que es esto? Es el portal a Atlanta. Así funciona Miroga, con portales esparcidos por el mundo, incluso los hay en el asqueroso país de Cuticai. Lo peor no es Cuticai o los orcos feos con mocos colgando y pelos en el culo que viven allí, sino la estupidez que llevan encima. Seres más tontos e incultos en mi vida he visto, no entiendo ni como tienen lenguaje propio. Son tan vagos que no me extrañaría que le robasen el idioma a los elfos. Malditos incultos.- lo admito, me reí. Peter era una de esas personas con las que conectabas facilmente. -Me caes bien- dije. -Lo sé.- bromeó y remangó su camisa de manga larga. ¿Por qué se remangaba si hacía un frío de aúpa? (Vale, no debería hablar yo, que uso bermudas todo el año. Lo peor es que al mismo tiempo uso gorro, también todo el año. Ay, que especial soy, me encanto– eso era broma, por si no te habías dado cuenta–). Hacía muchísimo frío, pero estábamos en pleno verano. -Conoces a Fedrick y a... -Harry, se llama Harry, los conozco, son algo tímidos al principio pero luego... ¡Madre mía! ¡Luego dejan de ser tímidos y pasan a extrovertidos de más!- soltó una leve carcajada- son increíbles, muy buena compañía. Hablamos durante bastante tiempo hasta que empiezó a oscurecer, me contó alguna que otra historia y cómo eran algunas personas a las que no me debía acercar, como por ejemplo, ese tal Keith. -¡Mira al cielo! -¿Un eclipse? -Un eclipse solar, ¡esto solo ocurre un vez cada ocho mil años! ¡Es imposible! -¿Qué pasa? - Los eclipses de aquí no son como en la Tierra. Son cuando los tres soles y las nueve lunas se alinean, por eso tardan tanto- empezó a caminar muy rápido, y para hablarme tenía que gritar por el escándalo que se estaba formando. -¿Qué tiene que ver que tarde tanto? -Que la última fue hace tres años.- llegamos una puerta con una estrella y Peter abrió la puerta. -¿Por qué tenéis la Estrella de David tallada?- pregunté. -No sé que es eso- respondió muy confuso- pero aquí la "estrella de David" es es símbolo de la Guardia de las Estrellas. Dentro había gente discutiendo, Saura entre ellos. Lea estaba callada y la reina daba vueltas al rededor de la mesa en la que estaban sentados, seguramente pensando. -¡Son los de Sateus, van a venir! -¡Que no pasa nada! -La gente se está alterando fuera, ¿por qué vosotros también?- preguntó Peter. -¡CALLAOS!- al gritar Lea, la habitación se quedó en completo silencio-¡A NADIE SE LE HA PASADO POR ESA CABEZA HUECA QUE PODRÍA SER SIMPLEMENTE MAGIA!-se tranquilizó- ¿y si es una advertencia? -Ja, y sobre qué listilla -dijo un chico pelirrojo y pecoso, que desconfiaba de lo que decía. Aparentaba estar seguro de él mismo, pero sin embargo, apostaría cualquier cosa a que las piernas le temblaban. Lea lo miró desafiante. -Jorge, tu cállate. Te recuerdo que te salvé la vida varias veces, así que silencio. Volviendo al eclipse. Con la advertencia me refiero a que quizá sea un aviso de los dioses, a que podría volver Libra, pensadlo ¿No creéis que hay posibilidades?- terminó. El silencio de antes se había convertido en menos de un minuto en asentimientos, negaciones y dudas. -Bueno, es tarde, creo que por hoy hemos terminado la reunión.- dijo la reina con desgana. Volví con Peter, se había cambiado de ropa antes y llevaba la misma ropa que Fredick y Harry el día que los conocí. Debía ser un uniforme de magos. Me dió una daga y él sacó su varita. -Gúardala, cada vez las noches son más traicioneras- ya era de noche y me llevó a mi habitación. -¿Qué es la Guardia de las Estrellas?- pregunté. - Es un organización. Protegemos las calles de monstruos y hacemos cumplir las leyes.- me respondió casi susurrando. Entré en mi habitación y me metí en la cama, cansado, y el sueño invadió mis pensamientos.