Era un día normal, como siempre, aburrido,
por azares del destino fui a casa de mi abuela donde me entrego un gran libro:
El libro de Doragon.
Era solo un libro, común a la vista,
sus misterios lo adornaban y muy antiguo parecía.
Un polvillo lo...
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Paul A parte del SCA Harriet también nos dió un reloj holográfico con el mapa y un teléfono incorporado. Lo llevaba Peter, Harriet no se fiaba del resto. Parecía que se conocían desde hacía tiempo, pero a saber por qué. El bosque estaba dividido en nueve partes, cada una con zonas diferentes e intentábamos acceder a la parte que estaba en el centro del bosque, cuando el reloj comenzó a sonar.
-Centro de transmision a portador del reloj. Iniciando llamada-
-Hola, tenemos un problemilla- dijo Peter. -Ya, lo acabamos de ver por transmisión, me olvidé de avisaros, lo siento cariño. Verás, antes de que la guerra empezase los satos costruyeron un muro en los límites del territorio sato y encerraron el portal a Cuticai dentro de un laberinto, que está en territorio sato y por lo tanto también rodeado de muros infranqueables.- dijo Theo. -¿Como entramos?-preguntó Saura. -¿No puede hablar otra persona que no sea esta?- bufó Harriet. -Harriet, ¿porque tenemos que ir a Cuticai?- pregunté. -Vale... ¿habéis venido al bosque sin saber a dónde tenéis que ir?- dijo ella. -A Sateus- respondió Saura. -Cielo, deja a los adultos hablar. «Qué amable» pensé. -Pues tenéis que ir a Cuticai porque en Cuticai está el portal a Cason- nos explicó como si fuéramos tontos. - y en Cason está la parte más importante de Sateus, ¿lo pilláis? -Si, hast ahí llegamos eh- contesté de de mala gana- ¿entonces cómo pasamos el muro? -En esa parte tenemos una noticia buena y otra mala, ¿por cuál empiezo?- dijo Theo. Nunca me cayó especialmente bien, pero comparado con Harriet era incluso agradable escuhar su voz. -Elige tú, total, nos vas a terminar diciendo las dos- le dijo Lea. -Vale, la noticia buena es que hay una parte no vallada. La mala es que está justo en el lado opuesto a vosotros y tenéis que llegar atravesando el bosque- explicó. -Vale, hasta pronto-dijo Peter.
-Transmisión finalizada-
-Trazaremos una ruta - dijo Peter al tiempo que conectaba el reloj para que proyectase el mapa. -Ya hemos pasado la arboleda del principio, territorio Anclorcorum. Ahora estamos atravesando la parte de los orcos; por suerte hay árboles pero pronto va a haber muchas menos y correremos el riesgo de que nos vean.- continuó él. -O nos huelan- añadió Fedrick. -Hasta allí no hay tantos problemas, los orcos son grandes y fuertes pero también torpes, pero en cuando traspasemos los árboles que dividen este territorio del siguiente nos encontraremos con licántropos. Luego, si tenemos mala suerte algún snadak y seguramente algún monstruo más. Debemos tener cuidado.- continuó, ignorando el comentario de Fedrick. A pesar de que seguía haciendo sus típicas bromas, estaba preocupado por Harry y se le notaba.
Ya se percibía la llegada del otoño, estábamos a finales de septiembre y los días se hacían más cortos y más fríos. Ningún árbol en el bosque tenía hojas y las ramas y el tronco parecían de carbón. Empezaba a oscurecer y cuando no quedó rastro del sol, la luna apareció en escena e innundó el ambiente de una luz blanquecina. Vivíamos una película en blanco y negro, todos los colores se habían marchado y se produjo un silencio abismal. Era precioso pero también escalofriante. Montamos las tiendas, enganchando las cuerdas en las ramas de los árboles y elevándolas del suelo y de cualquier animal salvaje que pudiese aparecer. Daba algo vértigo, sobre todo si incluías el hecho de que al entrar en ellas las cuerdas se tambaleaban ligeramente y el movimiento se notaba en el interior. Cenamos los alimentos que habíamos robado en la cocina del palacio, alguna fruta, algún dulce... Era raro comer y no ver las escenitas de amor de Saura y Theo, ya nos habíamos acostumbrado a su empalagoso romance adolescente. "¿Se dan cuenta de que el amor no es eterno y de que siempre ocurre algo que hará que se distancien?", pensé, recordando todos los momentos bonitos que había pasado con Claire y el fatídico momento en el que la vi por última vez. Tenía unos ojos verdes y grandes y su cabello era negro y corto. Ese peinado no la hacía un bellezón, pero sí la hacía destacar y lo bonito no era el corte, sino que tuvo el valor suficiente para arriesgarse a cortarlo. Era tan alta como yo- que no era demasiado- y recordé todos los momentos en los que ella se decía a sí misma que estaba gorda, aunque tampoco lo estaba tanto. Rellenita, le decíamos sus amigos. Le gustaba vestir con faldas y monos, y al mismo tiempo le encantaban los pantalones sueltos. Amaba los libros y contar historias, como Peter y pensaba de formas muy filosóficas y maduras a pesar de su personalidad simpática y loca. La echaba tanto de menos...
-¿De qué te ríes?- le pregunté a Saura. -De tu cara de empanado- dijo y siguió riéndose, lo que hizo que yo también me riese, olvidando los pensamientos sobre Claire, pero aún con una sensación de angustia encima. Saura fue a hacer la primera guardia, Lea la segunda, yo la tercera... Cada una de una hora.
Iba a hablar con Peter. Saura terminíde comer y le aydó a Harry... a Fedrick a selecconar la comida que hay que tirar porquese había puesto mala.
En cuanto dieron las doce todos fuimos a dormir, excepto Saura, que hasta la una tenía que estar de guardia. Mientras tanto fui a mi tienda e intenté dormir, pero tardé en conseguirlo. El rostro de Clarie no paraba de pasar por mi cabeza una y otra vez, y las lágrimas brotaron por primera vez desde su muerte.
-Paul, despierta- me dijo la agradable voz de Lea. -¿Ya son las dos? -Si, te toca hacer guardia. -¿Después a quién tengo que despertar? -A Peter. -Vale- me despedí y salí de la tienda. Salté e intenté caer de pie, pero era difícil, aún había muchas raíces y al tocar el suelo me tambaleé, pero por suerte no me caí. La hora pasaba lenta y el sueño no ayudaba, y aunque ya no lloraba me dolía la cabeza. Resacón de lágrimas. Escuché sonidos de animales, pero nada peligroso. La noche era fría y el cielo era como una manta de estrellas. "Esto no se ve así en Londres, y probablemente en ningún otro lugar del mundo. Aquí se pueden contemplar tantas estrellas que el cielo es prácticamente blanco, y como siempre, hay una estrella mucho más brillante que las demás."- pensé. En cuanto mi reloj marcó las tres me levanté a despertar a Peter y me fui a dormir. -¡Arriba! ¡Recojed! ¡Rápido!- gritó Fedrick. Miré mi reloj, que llevaba en el bolsillo. Eran las cinco y media. Recogí todo lo que había en la tienda, salí de ella y la desmonté rápidamente. La doblé de cualquier manera y la guardé. No sé como se me dio por mirar a donde apuntaba Fedrick, pero prefería haberme guardado esa imagen tan horripilante. -¿Que es eso?- pregunté. -Clorcorums- respondió Saura.