Paul
Estaba sentado entre las raíces de uno de los grandes árboles que hacían de frontera. Parecía mentira que tan solo a través de unos metros de arboleda las cosas cambiasen tanto, del ambiente oscuro y triste de Zodiaco a la tranquilidad de Bimes. Estaba pensando que al fin y al cabo, la Tierra no era tan maravillosa. No era aquel mundo puro y justo que los elfos suponían y carecía de magia. La magia de la Tierra se había apagado hacía mucho y lo único que echaba de menos era a mi familia. Y a Claire.
Peter se acercó a mi y preguntó:
-¿Estás bien?
-No es nada- respondí. Realmente no sabía ni que sentir y hasta él mismo parecía decaído. Evidentemente no estaba alegre, pero tampoco triste. Era más como un vació de sentimientos llenado por la impotencia.- ¿Y tú?
-¿Comparado contigo? Perfectamente.
-¿Y sin compararme?
-Normal, supongo- suspiró.
-¿Por qué?
-Le dije a Libra que me gustaba cuando estábamos paseando fuera de la posada.
-¿Y? ¿Que pasó? ¿Que hizo?
-Vió a los satos- dijo - y no hemos vuelto a hablar.
-Jo.
-¿Jo? ¿En serio?-dijo y se rió.
-Mi madre me prohibía decir tacos- dije y me pregunté si Libra estaría igual.Después de comer y charlar decidimos qué íbamos a hacer.
El plan era muy simple: buscar cómo llegar a Sateus, llegar sanos y salvos, destruir el libro y volver a casa. Ah, bueno, Saura también propuso adoptar un unicornio.
-Un momento, ¿aquí hay unicornios?- pregunté.
-Claro. ¿En la Tierra no?- dijo Saura.
-Pues no, lo más parecido a uno son los caballos. Por bonita que fuese aquella tierra, no había nada entretenido que hacer si no formabas parte de aquel organismo. Todas las hadas tenían trabajos, como ir a por comida, cuidar a los insectos y animales y cosas del estilo. Lo más divertido quizás sería jugar a las cartas, pero a diferencia de lo que yo pensaba las hadas no eran muy abiertas. Se movían en sus círculos y se sentían incómodas ante la presencia de desconocidos. Por suerte, Bimes no era así, era aventurera extrovertida y alegre con todos, por lo que no era de extrañar que un centauro, una criatura tan interesada por las cosas diferentes, se enamorase de ella. Parecía que no había guerra, que el mundo estaba en paz y que nunca se había derramado una sola gota de sangre en toda Miroga. Ayudamos a cargar leña para el invierno, aunque estuviésemos en verano y dimos de comer a unos animales enormes llamados eliníufades. Parecían lobos grises, pero tenían hocico de cerdo y unas orejas enormes que les permitían volar. Nunca había visto nada parecido.-¿Qui-quieres ver algo bonito?- me susurró un hada. Parecía costarle hablar el élfico, que curiosamente se parecía mucho al inglés de nuestro mundo. Yo simplemente asentí. Avisé a Libra, ya que los otros estaban ocupados y seguimos a Camille, el hada, adentrándonos el una zona de maleza por la que caminamos unos diez minutos hasta divisar la catarata más extraña que nunca había visto. Toneladas de agua caían de una nube completamente blanca que permanecía fija en el inicio de la cascada. Pensé que aquello era imposible y recordé por qué aquel mundo era diferente. Camille empezaba a tocar las flores y a caminar sobre los nenúfares que flotaban sobre el pequeño lago, formando una melodía suave y agradable. Nos llevó hasta el interior de una cueva oculta por la cascada, que estaba copletamente a oscuras. Cogió un tarro de su mochila y pronunció un conjuro que hizo que las florecillas que había dentro de este se convirtieran en luciérnagas, cuya luz se reflejaba en miles de minerales y cristales de colores que había en el interior de la cueva, donde se escondía un lago de aguas de brillo anacarado.
-Tenemos que esperar un poco- dijo ella mientras nosotros mirábamos los miles de cristales anaranjados y azulados que sobresalían del techo y de las paredes. De repente, un suave temblor comenzó por toda la cueva y estatuas empezaron a salir de las entrañas del lago. Eran hadas y sirenas de piedra, todas y cada una de ellas al lado de algún instrumento de piedra. En cuanto la última estatua surgió del lago, todas empezarona tocar, y de todos los rincones de la cueva los cristales se transformaron en todo tipo de animale sde cristal, que empezaron a bailar y a agruparse al rededor del lago. Chorros de agua de color cambiante por la luz que reflejaban los cristales salían del agua, pájaron de cristal volaban por encima de nuestras cabezas y se escuchaba el sonido de la catarata al fondo. Flores musicales empezaron a crecer y Camille gritó:
-¿A qué esperáis? ¡Tocad!- y empezamos a tocar las flores de forma que sonara bien. Aún hoy en día sigo opinando que fue la mejor canción que nunca he escuchado. Nunca más me cuestioné los lítimes de la magia. Salimos de allí aún emocionados y Libra me dio una palmadita en la espalda y me miró de una forma que interpreté como un "aún no lo has visto todo"
Me volví a sentar en las ramas del árbol en el que había hablado con Peter y cogí el libro. Lo abrí y observé página por página que todas vacías, excepto las dos últimas. El poema y un mensaje, que se seguía escribiendo sólo.
"Querido Paul:
Sé que quizás nunca vuelvas a abrir el libro y nunca lea s esta carta, o en el caso de que la llegues a leer probablemente muchas cosas te resulten confusas. Hay tantas cosas que debería haberte contado y sin embargo te oculté...
Era el destino cariño, pasara lo que pasase, terminarías yendo a Miroga, fuese con cinco o con ochenta años, pero sí o sí terminarías allí, como les pasó a tu padre y a tu abuelo. Los genes Brighton, supongo. Tenía la esperanza de que esto sucediese más tarde, pero así es el destino, impredecible.
Te enfrentarás a una guerra, correrás peligros y pasarán desgracias, todo por un bien mayor. Paul pase lo que pase, descubras lo que descubras, no tengas miedo y sigue adelante. Te encanta el ajedrez, pues piénsalo, mueves una pieza mal y la jugada se desmorona, incluso puedes llegar a perder la partida.
Pero pase lo que pase, nunca tires tu propio rey.
Pase lo que pase, sé valiente Paul.
Hasta que todo pase, Anna Brighton."Anna Brighton era el nombre de mi madre pero, ¿por qué ella sabía que estaba allí? Cerré el libro y lo guardé confuso. Caminé hacia ninguna parte, entre las flores, observando a las hadas revolotear y aspiré el olor de las flores, suave y agradable. Me empezó a costar mantener el equilibrio, pero seguía siendo un olor tan agradable... Caí suavemente en el camino de tierra rodeado de flores y los recuerdos me golpearon como balas a un cuerpo, pero el daño no era físico, el daño estaba en el interior. Empecé a recordar todos aquellos momentos que nunca volverían a pasar, porque ya no estaba en mi mundo.
Sentí agua golpear contra mi cara y me desperté
-¡Ah!¿¡Pero qué hacéis!?- grité.
-Buenos días-dijo Saura.
-Gracias, estoy bien- dije malhumorado.
-Llevas durmiendo unas cuantas horas- dice Lea.
-¿Tanto tiempo?
Salimos de la tienda en la que estaba la enfermería y empezamos a hablar. Harry estaba con Bimes, Fedrick se fue al baño y pregunté:
-¿Cuándo nos vamos?
-En tres horas- contestó Lea."Tres horas".
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Siento mucho la espera, pero probablemente si habéis escrito alguna historia ya sepáis que la inspiración viene cuando le da la gana xD
Dejadme vuestra opinión, la tomaré en cuenta <3
Att: Tanin
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El libro de Doragon. #EWA
FantastikEra un día normal, como siempre, aburrido, por azares del destino fui a casa de mi abuela donde me entrego un gran libro: El libro de Doragon. Era solo un libro, común a la vista, sus misterios lo adornaban y muy antiguo parecía. Un polvillo lo...