ANTES DE NADA: recomiendo leer este capítulo con la cover de Cucurucu de Winters Island- cantante Nick Mulvey.
Libra
Nunca supe si a Saura le había pasado algo, era demasiado cobarde para arriesgarme a entristecerme. ¿Y si al asomarme lo que veía era su cadaver? No llegué a mirar, sabía que si no la veía pensaría que estábamos acabados y ya conservaba pocas esperanzas. ¿Lloré? No, sentí una tristeza infinita, pero las lágrimas se me habían agotado.
-Seguid- dijo Fedrick. Caminamos algunos metros más y el camino empezó a hundirse, dejando partes incompletas. Lea saltósin pensarlo dos veces y nosotros la seguimos, el último era Fedrick. Saltamos sobre rocas que colgaban del acantilado, arriesgándonos cada vez más a caer. Salto tras salto, el suelo se volvió a unificar y, aunque estrecho, volvió a haber un camino decente por el que pasar, y las paredes del acantilado estaban repletas de cuevas, muchas y pequeñas. Los satos tiraron una granada a la piedra en la que estábamos.
-¡Cuidado!- exclamé al mirar atrás y salto al mismo tiempo que Fedrick, pero yo pisé antesla siguiente roca, casi en el borde. La granada explotó y me aturdió por unos momentos.
Fedrick gritaba socorro agarrándose al saliente con las manos, una de sus manos resbalaba. Lo agarré y tiré, por suerte era muy delgado. Paul cogió el otro brazo de Fedrick e intentó tirar de él.
-Vamos Fedrick, vamos- dijo con esfuerzo. Lea cogió una flecha que voló en el aire y se clavó en una de las granadas de los satos, provocando una gran explosión. El acantilado vibró y algunas cayeron.
-Lea, ¡esto se desmorona!- grité entre todo el ruído cuando conseguimos levantar a Fedrick. En mi mente seguía una duda contante: ¿Saura seguía viva?Corrimos con el corazón en un puño, quedaba muy poco, unos cuantos pasos más. Estábamos entre la espada y la pared, o avanzábamos hacia Hallef o los satos nos atrapaban. El camino terminó y llegamos a una explanada amplia que se extiendía hasta unas escaleras de piedra. A sus lados había enormes cuencos blancos con carbón y fuego.
Al final de las escaleras había un trono de dimensiones descomunales, lleno de detalles, gravados y las esculturas y formas más caóticas que nunca había visto. Sentado en él había un hombre, pero ni llevaba extraños ropajes ni era un monstruo que vestía de negro y tampoco un hombre de barbas quilométricas. Tan solo era un hombre de mediana edad con una barba de tres días y vestido elegantemente. Y por raro que fuese, tenía sentido, ya que al final el peor monstruo que podemos encontrar no son diablos, vampiros u hombres-lobo, sino nosotros mismos, los humanos. Había algo en él que lo hacía más tenebroso que cualquier otro monstruo o figura extravagante que me hubiese imaginado y era que él era cien por ciento real, podría ser el hombre al que pedirle la hora en la parada de tren. No dijo nada, nos miró desafiante y se acomodó en el trono. Cada paso parecía romper una parte de aquel mundo y de aquella atmósfera inestable. Miré a Paul a los ojos y contemplé su miedo, debíamos ser fuertes. Subimos un escalón al mismo tiempo y vimos como todo cambió. Unas cadenas amarraban a Fedrick y Lea al suelo. No entendíamos qué estaba pasando. Apareció Melody y Corvvus, el hombre cuervo. No hicieron nada, se rieron y contemplaron la escena. Hallef pidió silencio y dijo:
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El libro de Doragon. #EWA
FantasiEra un día normal, como siempre, aburrido, por azares del destino fui a casa de mi abuela donde me entrego un gran libro: El libro de Doragon. Era solo un libro, común a la vista, sus misterios lo adornaban y muy antiguo parecía. Un polvillo lo...