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Quizás el plan de preparar algo para Alya y Nino no hubiese sido del todo cierto. La verdad, no lo era. Adrien quería explicarle todo a Marinette acerca de los chismes de que eran novios, porque desde hace días la veía extraña, tanto que tenía miedo de que si le decía algo ya no serían amigos. Lo de algo para Alya y Nino fue improvisado, y ahora tendría que asumir las consecuencias. ¿Qué haría cuando Marinette le preguntara cuál era el plan?

—Te metes en estos problemas por no hacer caso a lo que te digo —le dijo Plagg cuando Adrien logró fugarse al baño.

—¡Me dijiste que le regalara un camembert!

—¡No hay nada mejor para demostrar tu amor!

—¡No quiero demo...! Sólo quiero saber si por eso está tan incómoda. No quiero que Marinette deje de ser mi amiga.

—¡La amas!

—Hablar contigo no tiene sentido —suspiró Adrien, derrotado saliendo de su escondite.

Y tú eres un idiota, pensó Plagg. Técnicamente, Plagg estaba en lo cierto. Adrien amaba a Marinette... Pero no lo sabía. No era algo que el kwami le pudiera decir directamente, ¿lo había hecho? Sí... y no. En una manera torcida sí...

Tan joven y tan idiota. Plagg decidió observar a los amigos de Adrien.

Alya y Nino miraban alrededor asombrados, esperando a que el chef de la casa sirviera su comida. Mientras tanto, Marinette esperaba que Adrien regresara. Contempló el gran cuadro que estaba frente al comedor. En él se podía ver a Adrien con su padre y su madre. Nunca había visto a su mamá.

Tienes la sonrisa de tu madre, pensó Marinette, con una pequeña sonrisa.

Nino le quitó el celular a Alya y huyó, ocasionando que una muy molesta Alya le persiguiera hasta la sala donde esperaba que no se encontrase el señor Agreste. Sin embargo, Plagg estaba atento a Marinette. Ella suspiró viendo como discutían sus amigos, ¿en verdad Adrien creía que podría existir una chispa entre Alya y Nino? No sabía que pensaba Nino, pero la mayor parte del tiempo a Alya le daba igual Nino, la otra parte del tiempo estaba discutiendo con ella. No tenía mucho sentido.

Adrien se aproximó al comedor al ver a su kwami levitar entre el candelabro, pero frenó por la misma razón que Plagg: Marinette.

Ella alargó su mano hacia la foto de la madre de Adrien y la dejó allí, contra el frío cristal del retrato. Adrien dio unos pasos hacia delante, pero se quedó helado cuando escuchó a Marinette.

Merci —dijo ella—. No la conozco, pero gracias por tener a un hijo tan maravilloso como Adrien. Él... es muy especial para mí, señora Agreste.

Plagg sonrió. Adrien no sabía a quién tenía frente a sus propias narices. El pequeño kwami estuvo satisfecho con lo que escuchó. Sin embargo Adrien no sabía qué sentir al respecto. Marinette lo había tomado con la guardia baja, estaba más que sorprendido. Era como si él no pensase que pudiera ser especial para ella.

Adrien respiró hondo y luego salió de su escondite.

—Uh... ¿dónde están Alya y Nino?

—Nino le quitó el celular a Alya —dijo Marinette, como si eso explicara todo, y así fue.

—Descanse en paz Nino Lahiffe —bromeó Adrien.

Marinette se rió y Adrien se fijó en que ella ya no llevaba sus coletas. El cabello negro de Marinette hondeaba mientras ella se reía, y Adrien pensó que se veía adorable. Ella notó que él se le quedó viendo fijamente.

—¿Y tus coletas? —preguntó Adrien.

—Me quité una para prestársela a Alya y se rompió, le presté la otra que quedó.

¿Quién es Ladybug? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora