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Chloé tenía sueño. A pesar de decirle a Sabrina que si había tenido su sueño reparador de belleza, lo cierto era que apenas había dormido. No sabía cuál era el motivo de su insomnio y tampoco quería pensar en ello. A pesar de que era notable que estaba cansada, Sabrina no hizo ninguna pregunta y le llevó su chai latte con leche de almendras, extra grande, sin agregar nada más. Mejor así. No andaba de buen humor y el tener que ir a tomar clases sí o sí —debido a una tontería de que supuestamente no podía faltar tantas veces a clase o sería expulsada, ¡ridículo!— no ayudaba en nada.

Mientras daba otro sorbo a su café, observó cómo Adrien y Marinette llegaron juntos a clase, seguidos de Alya y Nino. Marinette con su falda y moño rosa; Adrien con corbata y pañuelo celeste. Chloé los examinó. Se veían bien, felices, juntos, como si estuviesen hechos el uno para el otro. Sintió lástima de ella. Sintió lástima por ellos.

Ella nunca sería como Adrien, mucho menos como Marinette. Se preguntó durante un momento irracional el significado de los colores. Ella iba de amarillo, ¿era algo malo? No creía que tuvieran malos significados los colores, ¿pero quizás habría algo negativo?

Respiró hondo.

Había planeado durante meses la venganza perfecta para Marinette por adueñarse de Adrien. No pidió ayuda de nadie, ni siquiera de Sabrina. ¿Qué podría saber su amiga de cómo se sentía realmente si no era ella quien lo estaba experimentando? Nada, no podría saber nada.

La venganza perfecta por adueñarse de él, pensó Chloé mientras seguía viéndolos.

Marinette, ruborizada, reía de algo que Adrien le susurraba en el oído, mientras que Nino y Alya los miraban con los ojos brillosos. Madame Bustier entró al salón pero ellos seguían charlando, y mientras su maestra arreglaba unos papeles en su escritorio, Adrien tomó su bolígrafo y le dibujó una pequeña pata de gato en la mano a Marinette. Ella, tratando de ser algo pícara, le quitó el bolígrafo y le dibujó una pequeña mariquita en cambio.

Ambos se sentaron en sus asientos luego de que madame Bustier llamara la atención a todos y diera por iniciada la clase. Chloé observó como Adrien, tratando de disimular, apoyaba su barbilla contra su mano y luego daba un pequeño y casto beso a la marquita que la chica Dupain-Cheng había dibujado.

Chloé no podía llevar a cabo su venganza por dos motivos: Marinette, a pesar de todo lo que ella le había hecho, ofreció su hombro para llorar cuando nadie más veía ni sabía que ella lo necesitaba. Y, primordialmente, porque estaba equivocada.

Marinette no se había adueñado de Adrien.

Él mismo se había entregado.

Madame Bustier vio la cara de pocos amigos de la chica y no dijo nada por estar bebiendo en clase.  Suspiró, haciendo la primera buena acción para Chloé ese día, y se dijo que le llamaría la atención por privado.  Empezó la clase con normalidad y trató de darle su espacio a la taciturna chica.


❇❇❇


A Chloé le agradaba la niña de la panadería, aunque nunca lo admitiría en voz alta. ¿Qué pensarían sus amigos de que le agradase pasar el rato con alguien inferior a ella? ¡Sería adiós al status! Sin embargo, siempre le pedía a su padre que, cuando tuvieran alguna actividad, organizaran las comidas con la panadería de los Dupain-Cheng. Cada que lo hacían su padre le pedía jugar con la niña de ellos, y Chloé se sentía dichosa. Adrien, su mejor amigo, casi nunca pasaba tiempo con ella, y Marinette era una aparición refrescante en su vida.

Hasta aquél cumpleaños.

Su padre la llevó de compras. Recorrieron tienda tras tienda hasta que Chloé se decidió por un vestido azul cielo. ¡Era perfecto! De seguro le gustaría a Marinette, ya que los ojos de ambas eran azules, aunque los de la azabache eran más claros. En vez de recogerse el pelo con una liga se puso un listón, ¡justo como su amiga! Y un poco de gloss rosa, porque sus labios siempre se veían pálidos.

¿Quién es Ladybug? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora