-27-

8K 743 905
                                    

Marinette envolvía el regalo de Adrien cuando llamaron a la puerta. Dejó que su madre atendiera mientras Tikki la ayudaba a ponerle el moño sin que se le enredara torpemente en los dedos. Aún no sabía si sería capaz de entregarle el regalo. ¿Sería demasiado extraño? Tal vez no tanto si él le fuese a regalar algo... pero ella lo veía como algo lejano a pesar de fantasear con ello cada que podía. Además, tampoco había hecho algo para Félix. Se sintió mal de pensar en lo triste que estaría cuando su tan mentada "única amiga" le regalaba algo a su hermano y no a él.

Alguien tocó a su compuerta. Marinette fue a abrir, frunciendo el ceño. ¿Tendrá visitas? Lo dudaba. Alya pasaría las navidades con su familia, y no podía creer que fuese Félix de nuevo. Tikki se escondió rápida mientras ella abría. Se sorprendió mucho al ver que era él, que ayudaba a Bridgette a sostenerse en pie.

¡Bridgette! —dijo Marinette, tomándola por el brazo y ayudándola a recostarse en el diván. Bridgette estaba ardiendo y su nariz y mejillas estaban rojas a más no poder—. ¿Qué pasó? —Marinette miró amenazante a Félix, pero él no se inmutó.

—La encontré cerca de la Torre Eiffel bajo la nieve. No estaba abrigada apropiadamente —dijo Félix.

—Por amor a Dios, Bridgette. —Marinette la miró con reprimenda. Examinó su atuendo. Pijamas, pantuflas, un abrigo que sospechaba Félix había ayudado a abrochar propiamente. También tenía la bufanda y guantes de su amigo, a quien le castañeaban los dientes y trataba de disimularlo—. ¿Cómo se te ocurre? ¿Es que tu vida te vale tan poco?

Bridgette no dijo nada, pero se estremeció. Esas fueron las mismas palabras que Félix le había dicho. Ella sonrió. Verdaderamente ellos dos se preocupaban por ella. Ahora se sentía culpable por haber dejado las cosas demasiado a su imaginación.

—No me sonrías así, que no te perdonaré —dijo Marinette, sonando severa, pero ya le estaba sonriendo con dulzura.

—Le pediré a tu madre unos paños húmedos para ponérselos, le ha dado fiebre —se ofreció Félix.

—Trae algo de mentol —dijo Bridgette, y su voz sonó ronca.

Félix frunció el ceño hacia ella mientras asentía, y luego salió.

¡¿Se puede saber qué estabas haciendo en medio de la nieve así?! —gritó Tikki en cuanto Félix se fue, saliendo de atrás de las almohadas.

—Tranquila, fierecilla —sonrió Bridgette—. Les contaré que sucedió.

—Mataré a quien te llevó a hacer esto —dijo Marinette, pensando que se debía a los vándalos de la escuela.

—El suicidio es algo horrible —dijo Bridgette, abriendo bien los ojos.

—¿Qué? —murmuró Marinette, sin entender, pero Tikki sí que lo entendió.

—Bridgette... —comenzó Tikki.

—Estoy bien —sonrió ella—. Te vi salir con Félix. Pensé que...

—¿Qué? —volvió a decir Marinette—. ¡No! No era una cita, Bridgette. Sabes que yo nunca te haría algo como eso. Además sabes que me gusta Adrien, no Félix.

—Lo sé, lo sé —dijo Bridgette, desviando la mirada—. Realmente no sé por qué pensé que era una cita, te conozco, Marinette, eres como mi hermana. No, lo eres. Debí pensar antes de actuar. Sólo pensé en el dolor, no pensé en posibilidades.

—Pudiste ser atacada por un akuma... —Marinette acarició su pelo, preocupada.

—Creo que Félix llegó a tiempo. —Bridgette volvió a sonreír.

¿Quién es Ladybug? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora