Capítulo Cuatro

224 3 1
                                    

Narra Ashley:

Los niños y yo nos encontrábamos frente a una gran puerta que sobrepasaba los dos metros de altura. No había que ser muy inteligente para notar que aquel lugar costaba mucho dinero. Acerqué a los gemelos a mí, no quería que tocaran nada. Si rompían algo tendría que vender mi riñón para poder pagarlo. Miré a ambos lados descifrando si debía tocar la puerta o no.

No había nadie cerca de mí y tampoco parecía que alguien tuviera la intención  de ayudarme. Pasaron tres minutos y nada ocurrió. Comencé a escuchar fuertes golpes; se trataba de los niños. Ambos golpeaban la puerta que se encontraba frente a nosotros llamando así la atención de todas las personas que estaban allí.

— Niños, no—los regañé rápidamente al ver como golpeaban la madera sin parar. ¡Pobre de mí!— Niños, vengan aquí—ordené señalando mis costados. Ambos obedecieron sin reprochar.

Los miré mal por la vergüenza que había pasado. Al principio, nadie nos hacía caso pero desde que se les ocurrió tocar la puerta todos nos miraban atentos. Le sonreí a las personas que habían allí tratando de volver a pasar desapercibida pero no funcionó. ¿Acaso no tenía que trabajar?

Me pareció raro al no ver secretarias con minifaldas, exceso de maquillajes y tacones de muerte. Podía decir que era totalmente lo contrario. Todos allí vestían con etiquetas finas y tenían buena apariencia. Incluso, apostaba que la mayoría de los empleados que habían allí eran hombres y las pocas mujeres, ancianas. Tenía que tener una esposa muy celosa el pobre hombre.

Una anciana muy amable se acercó a nosotros para asegurarse de que todo estuviera en orden. Lo más amable posible y de manera nerviosa le expliqué todo lo que había sucedido y ella entendío. Abrió la puerta del Señor Malik, según la placa que allí había, y luego de unas cortas palabras salió.

— En un momentito los atienden—sonrío amable.— Nos vemos, pequeños—les emtregó unos dulces a los gemelos quienes lo aceptaron sin rechistar.

Después de que la señora se fuera, no pasaron muchos segundos cuando alguien habló desde el otro lado de la puerta.

— Pase—habló una voz fuerte del otro lado de la puerta. Abrí la puerta lentamente para no llamar la atención pero mi plan fue arruinado. Chloë y Nathan entraron mientras reían fuertemente burlándose de algún viejo con peluca.— ¿En qué los puedo ayudar?—su voz me provocaba escalofríos.

— Pequeños, compórtense, por favor—murmuré acercándolos a mí. Ambos asintieron pero inmediatamente soltaron una risa.— Estoy hablando en serio—dije entre dientes sin dejar de mostrar una sonrisa disimulada.

Nosotros no éramos para nada una familia formal y creo que eso no había que decirlo. Además, nuestras vestimentas no eran las más adecuadas. ¡Todos andábamos en pijamas! ¿Pero que más podía pedir? Habíamos salido del hospital y nos encontrábamos hambrientos.

— Está bien—respondieron con una sonrisa traviesa.

"Dios, solo necesito paciencia. Solo eso. Te ruego que no hagan nada malo, mucho menos que rompan algo. Tendría que pagarlo con mi vida, Diosito. Haré lo que sea si se portan bien, lo prometo", oré en mi interior.

— Buenos días—saludé tratando de ser cordial, me sentía incómoda. Ese lugar  no estaba para nada cerca del ambiente en que acostumbraba estar.— Niños, saluden—los llamé y ellos asistieron.

— ¡Hola!—saludaron ellos entusiasmados sin dejar de mirar a su alrededor.

— Buenos días—dijo el hombre que se encontraba sentado en la silla junto al escritorio.

Corazón Roto (Zayn Malik) |Completada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora