Capítulo Diecisiete

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Narra Zayn:

   Conducí rápidamente hasta el cuartel de policía. No me importaron las posibles infracciones que tendría por haber violado las leyes de tránsito. Los niños podrían estar en peligro y yo tenía que hacer algo.

— Señor, no puede entrar así aquí—dijo un policía tratando de evitar que yo pasara pero lo pude esquivar.

    Era obvio que estaba alterado pero habían razones de sobra para estarlo. Era imposible no estar muerto de nervios y miedo. Porque sí, tenía miedo. Miedo de perder a los niños. Miedo de perder a Ashley. Miedo de todo.

— Necesito pasar—gruñí cuando dos policías se pararon frente a mí bloqueando mi paso.— Les pido que se salgan del medio—dije pero ninguno se movió.

— Usted se encuentra muy alterado y en ese estado no logrará nada. Le pido que se calme si no quiere pasar una noche aquí—me amenazó una chica que anteriormente se encontraba en un escritorio.

    La miré fijamente y ella también lo hizo. Respiré profundamente, ella tenía razón. Decidí calmarme antes de hablar.

— De acuerdo, de acuerdo—acepté y los policías se alejaron un poco, algo que agradecí.— Necesito hablar con el coronel ahora mísmo—dije y ella negó.

— Eso no puede ser posible—habló la chica y la miré mal.— Él se encuentra reunido con el sargento y es muy importante—explicó y reí sin gracia.

— Pués yo necesito hablar con él. Vine aquí porque mi amiga había desaparecido de la nada y no podía ser casualidad. Me dijeron que tenía que esperar cuarenta y ocho horas para reportarla como desaparecida—gruñí comenzando alterarme. Los policías volvieron a rodearme pero no me importó. Eran unos malditos sínicos.—¿Saben qué? ¡Sus hijos desaparecieron, maldita sea! Se los llevaron de el puto colegio y ustedes quieren que esperemos—golpeé un escritorio que había cerca de mí. Uno de los policías se acercó a mí y me hizo la llave para evitar que fuera una "amenaza".— ¡Ellos podrían estar sufriendo! ¡O hasta muertos! Y todo porque ustedes querían esperar dos malditos días—gruñí pero no de dolor sino de rabia e impotencia.

— ¿Qué está pasando aquí?—todos los murmullos fueron interrumpidos por una voz fuerte y potente.

— Sargento, discúlpenos pero él no quería tranquilizarte—se excusó la chica señalandome.

   Yo no era de insultar mujeres pero esa tipa era una completa estúpida. Si me hubieran ayudado desde un principio no tendría que estar allí.

— He escuchado todo lo que ha pasado aquí—salió el superintendente.— ¿Cuándo vino usted?—preguntó dirigiéndose a mí. Me solté de los policías y arreglé mi ropa.

— Vine hoy y les advertí que ella estaba en peligro. Ellos me dijeron que debía esperar dos días, me negué pero no hicieron nada—dije mirándolos enojados.— ¡Y ahora se llevaron a los niños de el colegio!—grité sin importarme que todos allí tuvieran más autoridad que yo.

— ¿Él les advirtió que la chica estaba en peligro?—preguntó el sargento.

— Sí, pero solamente seguimos con el protocolo, señor—respondió un hombre y el sargento lo miró mal.

— La chica estaba amenazada y ustedes siguieron un estúpido protocolo—gruñó y yo me alegré. Les pasaba por idiotas.— ¿Acaso yo les enseñé eso?—preguntó enojado y todos negaron.

— Lo sentimos, señor—se disculpó la chica mirándome mal y yo solo escondí mi sonrisa.

— Pónganse a trabajar—ordenó con su voz firme. Con solo escucharlo provocaba escalofríos pero no se veía una mala persona. Además era él quien me estaba ayudando ya que la bola de idiotas no hicieron nada.— Y rueguen a Dios que nada le pase a la chica porque sino, yo mismo me encargaré de demandarlos por negligencia—dijo y luego me miró a mí.— Vamos a mi oficina—dijo y yo obedecí sin necesidad de que él lo repitiera.

Corazón Roto (Zayn Malik) |Completada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora