Capítulo Dieciséis

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Narra Jake:

    Habían pasado dos horas y todavía no sabía nada de mi madre. La doctora me había advertido que eran muchos examenes y protocolos que había que hacerle por lo que supuse que tardaría. Ya Royalty había vuelto a su trabajo, lamentablemente. Aunque gracias a Dios, ya la sala no se encontraba vacía.

— ¿Señor, puede jugar con nosotros?—preguntó una niña de unos siete años.

— ¿Quién? ¿Yo?—me giré y no había nadie a mi alrededor.

    A pesar de que ya habían varias personas en la sala aparte de mí, me encontraba solo. Tal vez porque me había sentado en una fila donde solo habían dos sillas. Las necesarias para mi madre y para mí.

—Sí, señor—dijo y soltó una pequeña risa tierna.—Me llamo Aurora Rayo Santiago—la miré confundido. ¿Acababa de decir "Rayo"?

— Yo me llamo Jake Andrews. ¿De verdad te llamas "Rayo"?—pregunté y ella asintió emocionada.

— Sí, mi mami dice que yo fui un rayito de luz para ella. Pero dime, ¿vas a jugar conmigo?—volvió a preguntar y no pude resistirme ante su hermosa carita.

— Bueno, supongo que sí. La verdad, estoy muy aburrido y solo. No me vendría mal un poco de compañía—ella sonrió emocionada.

— Mi mamá está hablando con el doctor sobre mi hermana. Ella está muy cansada por lo que no puede jugar mucho pero estoy segura que no dirá que no—dijo halándome por la mano hasta llegar al otro lado de la sala.

    Nos detuvimos frente a una niña de algunos nueve años. La pequeña tenía los ojos cerrados mientras se apretaba a una sabana que tenía. Sus ojos era la única parte de su cuerpo que podía ver ya que estaba completamente envuelta en la sabana.

— Aurelia Esperanza Santiago, encontré un amigo—la llamó Aurora pero su hermana no respondió.— Lo siento, es que salió de su quimio—se disculpó mientras iba a donde su hermana.

    Luego de que Aurora hubiera llamado varias veces a su hermana, esta despertó. Quitó la sabana de alrededor de su cuerpo y sentí lastima al ver los pocos mechones de cabello que tenía.

— Hola—susurró cansada.

    Comencé a cuestionar cómo la vida  podía ser tan injusta. El porqué una niña inocente tenía que sufrir una terrible enfermedad habiendo tantas personas malas en este mundo. Era injusto, injusto y cruel.

— Hola, hermosa—me arrodillé frente a ella y acaricié su mejilla.

— Te dijo hermosa—Aurora trató de susurrar en el oído de su hermana pero era imposible no escucharla.

— Auro, te va a eschucar—respondió su hermana avergonzada.

— ¿Tienes frío?—le pregunté al verla temblar aún con la sabana que tenía.

— No—negó pero no le creí.

— Ella tiene frío pero no lo va a aceptar—la delató Aurora y yo reí negando.

— Toma, yo no tengo frío y no me servirá de nada—le entregué mi abrigo.

    Ella lo recibió gustosa y se lo colocó rápidamente. Aurelia me miró con una sonrisa de agradecimiento. Vi como Aurora se acercó a su hermana y le dijo algo haciendo que sonrojara. Negué divertido, esa niña si que era algo especial.

— ¿Vamos a jugar o no?—me senté al lado de ambas.

— ¡Claro que sí!—chilló la menor emocionada.

Corazón Roto (Zayn Malik) |Completada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora