La ciudad pasaba a nuestro lado rápidamente mientras Gideon esquivaba coche tras coche. Sinceramente, era muy fan de la idea de sustituir la limusina por eso: rápido y seguro. Aunque dudaba que todo el asunto de la inmortalidad tuviera mucho que ver con esta sensación.
Paramos en un semáforo, y Gideon aprovechó para girarse y sonreírme. Me derretí un poco. El semáforo se puso en verde y arrancó de nuevo. Y, efectivamente, llegamos a Temple media hora antes que si hubiéramos ido en estúpida limusina. Y los diez minutos que habíamos perdido en comparación con el metro habían válido la pena.
-Vaya vaya, veo que no ha habido paradita para visitar el pajar, ¿no?
Xemerius, para variar, colgaba cabeza abajo del dintel de la puerta de la Logia, su cola enrollada en un farol.
-En fin. ¿Qué tal tu día?
Gideon se quitó el casco y se revolvió el pelo. Lo llevaba más corto que cuando le conocí, y ahora mismo parecía recién salido de la cama.
-Normal. De momento nade ha intentado matarme.
Me realicé por el cuero del asiento al suelo, y me quité el casco, tendiéndoselo.
-Entonces todo lo contrario a normal, ¿no?
Le pegué un codazo amistoso, y él se echó a reír mientras caminaba hacia la puerta, que me sostuvo abierta, antes de hacer e una reverencia tonteando y decir "milady". Nunca le había visto tan contento, siempre estaba serio o con esa expresión indescifrable, y a veces con una sonrisa torcida que me hacía preguntarme de qué se estaba riendo.
Mrs Jenkins nos saludó con la mano antes de abrirnos la puerta y sujetarla con el pie mientras agarraba un montón de archivadores.
-¿Que tal la escuela Gwendolyn?
-Oh, normal, aburrida. ¿Qué son todos esos papeles?
-Aparentemente, información de personal. No estoy segura de si están haciendo una revisión a fondo de cada uno de la miembros o si es sólo de algunos concretos, ni de por qué, pero...Shh, yo no te he dicho nada.
Claro. Mr Whitman. Así que ahora nos vendrían con el "este certificado de nacimiento dice que este hombre nació en 1975, no en el siglo dieciocho. De nuevo, el rubí quiere llamar la atención y está haciendo cosas estúpidas. Aunque un certificado de nacimiento no decía nada. El mío, sin ir más lejos, estaba falsificado. Fecha y padres. A los que, por cierto, debíamos visitar en algún momento, antes de que se murieran de ansiedad por saber cómo había ido nuestro plan magistral cutre.
Noté que la mano de Gideon tenía los nudillos blancos. No estaba tan tranquilo como quería aparentar.
-Gideon-murmuré dejando que la secretaria nos adelantara. Él me miró.-¿Crees que todo va a ir bien? Realmente no quiero que mi profesor de historia vuelva a dar clase.
De repente, Gideon me había rodeado con los brazos y me miraba a los ojos, entre con lástima y fiereza en sus ojos verdes.
-Gwenny, si los Vigilantes no toman medidas seguras, te juro que te llevaré al Polo Norte si hace falta para protegerte, a ti y a tu familia, y a Leslie.
-Espero que no haga falta ir a visitar pingüinos...-susurré mirando al suelo. Gideon me acarició la barbilla con dulzura.
-Los pingüinos viven en el Polo Sur. Pero también podemos ir allí, si quieres.
Y eso fue todo, menos de un segundo más tarde nos estábamos besando contra la pared. Esta vez tuve cuidado de no tirar ningún cuadro, y mientras su boca acariciaba la mía y yo enredaba las manos frías en su pelo, los pingüinos, mi familia e incluso el conde desaparecieron de mi mente.
ESTÁS LEYENDO
DIAMANTE (remastered)
FanfictionGideon me miró, serio, como asustado de mi reacción. Y luego habló. -Gwenny, el conde se ha escapado. Y eso sólo destruyó un pelín las reformas que estaban teniendo lugar en mi interior desde la semana pasada. Claro, entrar en una secta de pseudocie...