Cap.26 Vida

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Una impactante luz cegó todo a su alrededor; las paredes blancas se tornaron de dorado y Zeref retrocedió ante ésta.
Mavis por su parte, mantenía la posición erguida y los ojos cerrados, porque a demás de la potencia de la luz, no tenía la fuerza ni el corazón para ver cómo el único hombre al que amaba era reducido a cenizas por el hechizo.
Al cabo de unos minutos, Law se desvanecía con calma, regresando a la normalidad aquella paz que hace unos momentos inundaba el castillo de Ágata. Mavis abrió los ojos lentamente esperando desde el fondo de su alma algo que parecía imposible... pero aquel milagro tomó forma: Zeref no estaba muerto.

Él estaba frente a ella, cubierto por un aura oscura que irradiaba con potencia un nivel de magia y poder más allá de lo que ella pudo sentir en vida y en muerte. Se mantenía firme e imponente como una montaña que ni el viento más fuerte ni la tempestad más devastadora pudiese doblegar; sonreía a escondidas, observándola con ternura paternal que a sus espaldas escondía indignación y rechazo.
El cuerpo de Mavis no respondía a sus ordenes, tampoco podía dejar de mirarlo; por primera vez en muchos años se sentía viva, y por consecuencia tenía miedo.

-¿Intentabas matarme? -preguntó  Zeref sin mover un sólo músculo más que los del rostro, tampoco borraba del todo su sonrisa y su tono de voz se escuchaba divertido por la catastrófica atmósfera a la que veía sometida a la chica-. Pero, dime algo ¿olvidas que fui yo quien te enseñó esa magia? A demás ni siquiera la aprendiste bien -finalizó con una carcajada llena de ironía, relajando su cuerpo pero manteniendo aquella oscura aura de poder.
-Yo... sólo quería protegerlas... -murmuró Mavis, casi inescuchable a oídos de Zeref, con terror en su tono de voz.
-¿Protegerlas? -cuestionó Zeref, esta vez con rabia-. ¡No soy yo quién las quiere! -exclamó-. Son esos estúpidos dioses, o demonios debería decir, quienes no pueden dejar de pensar en ellas porque los nuevamente estúpidos esos se terminaron enamorando a sabiendas de que papi Makarov va a meterles su inmortalidad por el...
-¡Ya entendí! -le interrumpió Mavis antes de que éste dijera palabras de más.
Zeref la miró con aún más rabia.
-¡No me interrumpas! -exclamó-. ¡Tú no sabes nada, nunca entiendes nada! Ni cuando te dije que no usaras Law aquella vez, ni cuando te dije que no me abandonaras -Zeref respiraba con demasiada agitación y era ahora cuando ya no podía guardar más dentro de sí, no quería seguir tragandose sus sentimientos, mucho menos ahora que podía verla cara a cara, aún si eso pudiese hacerle daño.
-¿Qué? -Mavis parecía extrañada-. ¡Yo no te abandoné, tú me robaste la vida! -exclamó con pesar.
-¡Si tan sólo tu amor por mí hubiese sido igual de fuerte! -gruñó Zeref-. Quizá yo fui el único que te amó sinceramente.
-¿Tú qué sabes de eso? -preguntó Mavis, esta vez con más lágrimas en los ojos y la indignación resonandole por las profundidades de su cabeza, obligándose a recordar cada cosa que juró olvidar, reviviendo herida tras herida, todo por culpa del azabache que tenía de frente-. Hablas de amor, pero ¿Dónde estabas ese día cuando los espíritus atacaron mi país y debía defenderlo? ¿Dónde estabas para evitar que usara Law?
-Y ¿Qué hay de ti? -preguntó él-. ¿Dónde estuviste cada día de los últimos cien años cuando la soledad corroía mi ser sabiendo que podías pasearte libremente por el mundo? Por tu culpa la oscuridad ocupó mi corazón y ni siquiera le diste importancia, en realidad me culpas por una muerte de la cual no tuve la culpa -dijo con desdén hacia ella.
Mavis no respondió porque con sinceridad, la respuesta de Zeref era buena, pero ¿Cómo se atrevía a decir que no era su culpa? Si fue él quien le enseñó Law y quien la besó sabiendo que la maldición suponía riesgos muy grandes. En realidad no lo odiaba, no podía sentir algo así por él, pero tampoco podía decir que lo amaba como antes, porque si bien ella podía pasearse por el mundo ¿Por qué él nunca la buscó? Ambos tenían la culpa, pero eran tan orgullosos.
-Pero bueno, parece que quieres pelear, entonces está bien -dijo Zeref, sonriendo macabramente, poseído por la locura del desamor-. Así que no te preocupes porque en primer lugar, ya me encargué de Makarov y en segunda, las chicas están con sus novios o yo qué sé, ellos les bastan para protegerlas y sí, está es ¡Una maldita advertencia de que se las lleven de aquí o se van a morir! -exclamó Zeref, aumentando el tono de voz a lo último para que tanto como Lucy y Natsu que estaban detrás de la puerta pudieran captar que esto se pondría feo y debían irse junto a los otros dos.
Mavis tragó saliva. Por alguna razón esto la hacía sentir viva y con la sangre hirviendo, liberando a la poderosa bestia que vivía en su interior; sonrió agresivamente y se acercó con vanidad a él.
-Y dígame señor ¿Cómo piensa matar algo que ya está muerto? -preguntó Mavis, riendo de la pena que sentía por él.
Zeref regresó a su anterior estado de  seriedad y sujetó fuertemente a Mavis de los hombros, una vez que la tenía bajo su control, desvío uno de sus brazos hacia la delicada cintura de la chica y la tomó, después la miró a los ojos intentado no doblegarse ante la belleza de ellos.
Mavis no podía comprender que pasaba, cómo podía sentirse tan segura en los brazos de alguien que la había dañado tanto; se perdía en el oscuro mar de sus ojos, se sentía como un volcán por explotar, cuando el miedo la poseyó tras la calidez de esos labios que se fundían con los suyos sin poder detenerse ante sus impulsos: Zeref la estaba besando y ella correspondía con la intensidad de una explosión. Sus brazos buscaban con desesperación sujetarlo más, fundirse con él y no separarse de su lado jamás.
Poco a poco las cosas cesaron y el fuego que hervía la sangre de ella se desvaneció con lentitud hasta que su par de mejillas olvidó su reciente rubor.
-Zeref... -murmuró Mavis incorporándose pero éste parecía evadir su mirada.
-Mavis, espero que eso responda tu pregunta -dijo sin más, volteando a verla con pena.
Mavis no entendió a la primera a qué se refería con una respuesta, hasta que sintió sus piernas temblar y las náuseas invadir sus sentidos.
-Zeref, me siento mal -dijo ella desesperada por no poder controlarse ante tal mareo y dolor que recorría su cuerpo-. ¿Qué me está pasando? ¿Qué me has hecho? -preguntó a gritos.
Zeref se limitó a permanecer en su posición firme y con tristeza inexplicable tragó saliva antes de contestar.
-Yo te devolví tu vida, Mavis, así que procura no perderla esta vez -Mavis lo miró aturdida-. Sin embargo corazón mío, si ahora vives, no podré amarte más, y la única manera de no mirarte como mi amante, es mirarte como mi enemiga -finalizó con simpleza, como si esto no le doliera.
-Zeref... -Mavis no pudo terminar la oración antes de caer al piso.

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Buenas noches, sí, ya sé que es bien tarde pero quería aclarar que la razón por la que el capítulo no se veía era porque Wattpad, mi amado Wattpad lo publicó sin que estuviese listo así que tuve que anular su publicación.
Sin más que decir, espero que lo disfruten nwn.

Un ángel para cada demonio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora