Cap. 16 Lo siento...

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-Tú sabes que algo podría ocurrir, ¿no?
El pelinegro asintió con un movimiento de cabeza y guardó silencio.
-Aw -suspiró el peliazul-, sólo espero que ella esté feliz.
Ambos agacharon la cabeza y regresaron a sus habitaciones.

El cielo estaba nublando, como si supiese de antemano que algo pasaría, como si se sintiese triste, pero eso no bajo en ánimo de las jovencitas que alegremente adornaban sus cabellos con hermosos ornamentos mientras que sus vestidos se terminaban de arreglar.
Y entre tantos nervios, llegó la hora esperada.

Erza, con su hermoso vestido blanco con encaje canela, salió hacia el lugar acordado con Jellal, y viendo las estrellas, alumbrado por la luz de la luna, lo vio ahí, de pie, tan hermoso y sereno.
-Te estaba esperando -dijo Jellal jugando con las mangas de su saco.
Erza sonrió al verlo.
-Te vez muy bien -dijo.

《¿Quién es ese muchacho》eran los murmullos que podían escucharse de los presentes al ver a la hermosa hija mayor de rey sostenida del brazo por un apuesto rubio de ojos jade. Ambos sonreían divertidos.
Lucy bajaba la mirada apenada mientras que el chico pelirosa de igual manera trataba de evitarle la mirada.
-Te vez muy linda -murmuró Natsu.
-Tú también -dijo ella con sonrojo.
Romeo y Wendy, ya que se conocían bien, iban tan quitados de la pena, como si fueran mejores amigos o algo así, en ocasiones se miraban e intercambiaban sonrisas.
Gray se hacía el digno y Juvia se daba carcajadas. Quizás eran nervios o la actitud del azabache era realmente divertida.
Por último, Levy se tomaba de la mano de Gajeel. No le importaba que podría decir la gente; ambos se amaban, y eso estaba bien.

Más temprano que tarde, las chicas se percataron de la ausencia de Erza.

La peliroja se tomaba de la mano de él mientras caminaban por los alrededores del jardín.
-No quiero entrar -dijo él, apenado.
Erza rió y se abrazó de su brazo.
-¿Por qué? -cuestionó.
-Personas -dijo-. No soy bueno cuando hay mucha gente cerca.
-Te acostumbras, no es tan difícil -informó la princesa.
Jellal la volteó a ver de reojo. Su cabello rojo le hacía sonreír, le recordaba los buenos tiempos, cuando no tenía preocupaciones; cuando podía amar y ser amado. Se separó de ella y se posó al frente, impidiéndole el paso. Erza, confundida, intentó preguntar, pero antes de, si quiera, poder abrir la boca, los labios calidos del peliazul se unieron a los suyos. Tomó con sus manos el rostro de la peliroja y se separó por un segundo.
-Cierra los ojos, no quiero que me veas tan débil -dijo entre suspiros y volvió a besarla.
Está vez fue más intensa, ella recorrió su cuello con sus brazos y él la abrazó por la cintura.

Dentro del castillo, Makarov estaba aún en su habitación. Se puso la corona, finamente adornada y salió.
Una energía extraña lo abordó.
Cambiado de dirección, el anciano se dirigía a los calabozos para confirmar con sus propios ojos si lo que se imaginaba era real.
Ya en aquel lugar, visitó ese lugar apartado donde ellos debían estar. Lanzó un grito ahogado al ver las celdas abiertas.
Temió. Temió por sus hijas. Temió por su pueblo. Temió por él.
Corriendo, se dirigió al final del pasillo y subió las escaleras hacia el salón del baile. Una gota de sudor se resbalaba por su mejilla derecha y entonces recordó que no se podría defender solo, así que cambió de rumbo hasta "ese lugar".
Llegó, ellos jugaban cartas mientras sorprendidos, veían a su rey casi al borde de las lágrimas.
-Es la hora -les dijo y ellos se pusieron de pie.
Sting, el "dragón blanco", Rogue, el "dragón de sombra", Rufus, Orga y la señorita Minerva. Ellos 5 conformaban en escuadrón mágico especial del rey; un equipo preparado especialmente para esta clase de emergencias.
A las espaldas de su rey, corrían en dirección a la fiesta, Makarov a penas y podía pensar claramente, escucho la música, que pronto se volvería lo equivalente a un réquiem, y rezó porque sus niñas estuvieran bien. Al entrar, lo que vio fue nada más y nada menos que a cinco de sus hijas, bailando con cada uno de los dioses de la destrucción.
-¡A ellos! -gritó Makarov.
Tras el grito, un fuerte estruendo se escuchó; el rubio, Sting había dado el primer golpe, el cual Natsu, no había tenido más opción que contrarrestar con uno de sus hechizos.
Lucy, quien estaba a su lado, lo miró con terror y entonces recordó aquél día cuando lo conoció.
-Lo siento Lucy -Natsu lo dijo como si fuese una despedida.
De sus brazos brotaron llamas, y la piel de su rostro ahora tenía escamas.
-¡Gajeel! -gritó el pelirosa.
Levy temblaba por ver al chico de su hermana así, y no fue nada tranquilizador ver a Gajeel convertido en acero.
Él la miró con tristeza y la abrazó antes de irse hacia Natsu.
-Perdóname por mentirte.
Sin más, se fue.
Rogue luchaba contra Gajeel y Natsu contra Sting.

Gray tomó a Juvia de la mano e intentó escapar, pero una voz lo detuvo.
-¿Ya te vas? -cuestionó Rufus con ironía.
Gray se puso en posición de batalla posicionándose delante de la peliazul.

Muchos guardias llegaban para evacuar a los invitados.

-Wendy, tú lo sabías -dijo Romeo mientras luchaba contra algunos guardias.
-Lo siento, nunca pensé... -no pudo finalizar.
Wendy ya sabía de esto, por eso no temió, sin embargo, ahora Romeo era inmortal, lo cual era una gran desventaja.

La joven Minerva, miraba con asco al rubio.
-Laxus, cielos, creí que eras un mito -dijo.
Él se limitó a guardar silencio mientras descargas eléctricas emanaban de sus puños.
Mirajane lo miraba con miedo, luego ellos empezaron a luchar. Veía la sangre en el rostro de él, y las largas jornadas de respiraciones por parte de ella tras el inminente cansancio.
Sintió vértigo y todo se nubló. Un aura oscura emanaba de ella y el ácido gástrico lo sentía en la garganta; las manos se tornaban garras, su vestido se destruía. Laxus gritó su nombre y cuando se dio cuenta, su ser se había convertido en el cuerpo de un demonio. Ahora no tenía duda que todo era real. Una inmensa necesidad de liberar su poder la invadió y estampó a los guardias uno contra otro en ayuda del rubio.
Romeo igual estaba herido, y para sorpresa de los presentes, la luz brillante de las manos de Wendy lo estaba curando. Juvia lanzaba aquellas filosas cuchillas de agua contra Rufus en apoyo a Gray, mientras que él, congelaba todo a su paso. Levy seguía detrás de Gajeel, mareada, quería vomitar, la desesperación la comía viva. Por instinto, movía las manos tras el dolor de pecho y dijo dolorosamente《aire》entonces una ráfaga del susodicho apareció. Gajeel la miró sorprendido.
-Tú magia, Levy, dame hierro -gritó.
Haciendo caso omiso, esta dibujo la palabra hierro y de ella salió dicho material; él lo comió y recuperó energía.
En cambio, Lucy no sentía nada de eso, ni siquiera mareo. Veía luchar a Natsu pero sólo eso. Se sentía inútil. Natsu la miró preocupado.
-Vete, Lucy, es peligroso -exclamó.
Lucy, sin despedirse y con lágrimas en los ojos, corrió hacia su habitación.
Makarov estaba furioso, luego notó que Erza no estaba, y faltaba uno de ellos. Dio la orden de buscarla, mientras se dirigía al único lugar posible: el jardín.

Erza se había separado de Jellal. Habían escuchado mucho ruido, y Jellal se notaba tenso.
-Jellal...
Él seguía en trance, temblaba.
-Ahí viene -murmuró.
-¿De qué hablas? -cuestionó ella.
-Lo siento -murmuró Jellal y tomó a Erza en sus brazos-. Liberame, portadora de mi alma.
Erza sintió un vuelco en el corazón, la vista se nubló pero no se desmayó.
De sus manos salió el alma de él, Jellal la comió y una extraña presión mágica hizo a Erza doblegarse.
Aún en shock por lo sucedido, escucharon los pasos de alguien acercándose.

Un ángel para cada demonio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora