Dos días después de la llegada a Ágatha
-Hoy, con la mirada en alto y orgullosos, nos hemos reunido aquí para decir hasta luego, porque aún si me atrevo a decir adiós, sé que algún día volveremos a reunirnos con las personas que amamos. Ella era una estrella durante la oscura noche, su sonrisa brillaba más que la luz del sol y de la luna, y ahora nuestros corazones se llenan de tristeza y esperanza de volver a ver a nuestra amiga, princesa y hermana, Levy -finalizó Mirajane, porque el gigante nudo de su garganta no le permitía continuar, Lucy se acercó a ella y la tomó entre sus brazos, donde la albina, sintiéndose segura, lloró como una niña frente a la mirada de quienes acompañaban a la familia ese día gris en el cementerio de la ciudad real de Ágatha.
Anteriormente, Mavis, presentándose, le había hecho saber a Mirajane sobre la noticia de su padre y cómo el había "muerto" durante su expedición al reino de Alvarez, y de igual manera su cuerpo no había sido encontrado, por lo que una lápida en su honor fue levantada al lado de la de Levy. Ésta era gris, labrada con flores pintadas de azul al igual que las letras que dictaban su nombre y una figurilla de un ángel leyendo se posaba sobre ella. A pesar de lo hermosa que era, la tristeza que la acompañaba hacía perder su encanto. Los funerales reales siempre eran hermosos a su manera, comenzando por la ceremonia religiosa en la mañana, el entierro y al finalizar, se llevaba a cabo una fiesta de gala en el salón principal del castillo, donde según la tradición, todos debían celebrar y bailar en honor a la gloria de los difuntos, y sonreír en la esperanza de que donde quiera que estén, sus almas gocen de la gloria eterna.
Y así fue...
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-Deberías asistir al baile, al menos -dijo un chico peliazul, acercándose.
-No merezco acompañar a mi hermana en su ultimo baile de gala -rió Erza, con la mirada baja y jugando con la falda de su vestido-. A demás ya no soy parte de la familia.
-Pero sigues viviendo en Ágatha -comentó él, sonriendo cálidamente y tomando de las manos a Erza para ayudarla a ponerse de pie.
-No por mucho -ella lo miró sonriendo en correspondencia-. Vamos a comenzar lejos de aquí, verdad?
Jellal, mirando a los bellos ojos de la chica, la tomó entre sus brazos y se hundió en un abrazo que le hizo olvidar todo a su alrededor. -Sí, vida mía, lejos de aquí.
Después de lo sucedido, Erza había convencido a Jellal de hacerle hechizar a las chicas para que estas olvidaran recuerdo alguno de que tuvieron una hermana de cabellos carmesí, porque si no pudo evitar lo que sucedió, si decidió egoistamente mantener su propio final feliz, tampoco merecía el cálido hogar que alguna vez la acogió con amor y felicidad, mucho menos sabiendo que ella era la única conocedora de la verdad sobre lo sucedido, sobre la muerte de Levy y la locura de su padre quien sí estaba vivo pero lejos de aquí.
Ella y él habían decidido tener su final feliz, aunque supusiera dejar todo atrás y fuera doloroso, se irían lejos ese mismo día en el tercer barco del día hacía el continente vecino. Si iban a empezar de cero, lo harían donde el pasado no pudiera convertirse en una herida.
Erza era un ángel que encontró a su propio demonio, Jellal.
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Eran las ocho en punto de la noche cuando la ciudad entera, vestida como si fueran al más elegante baile, se reunía en el gran salón adornado con cientos de lirios y rosas rojas, comida por doquier y postres adornados de perlas en una gran mesa al fondo. Todo parecía un sueño lejano de lo feliz que fueron los tiempos pasados.
-¿Lucy, estás lista?
-Juvia -dijo Lucy, volteándose hacia su hermana y sonrió gentilmente-, sí, vamos.
-Eh, Lucy -llamó Juvia antes de que ambas empezaran a caminar.
La rubia asintió con la cabeza dirigiéndose a su hermana peliazul.
-¿De donde sacaste esa bufanda? -preguntó Juvia.
Lucy palideció tras la cuestión de ella, preguntándose a sí misma sobre el origen del artículo, el cual evidentemente desconocía pero de alguna manera se le hacía tan familiar.
-Yo, no lo sé -respondió al fin con melancolía en su tono-. Sólo sé que no quiero separarme de ella, se siente cálida y me hace sentir segura, pero en verdad no sé porqué la tengo -finalizó.
Juvia la miró con extrañeza pero al cabo de unos segundo se limitó a darle un fuerte abrazo y dedicarle una mirada al igual melancólica que podría interpretarse como un <<Lo entiendo>> y después se pusieron en marcha al gran salón.
Era una obra de Jellal, las cuatro chicas creían que Levy fue asesinada por un bandido en la misma expedición donde "murió" su padre, tampoco recordaban a Erza, y el recuerdo de los chicos era tan lejano como inexistente.
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-¡De pie todos para saludar a la nueva reina de Ágatha, su Majestad Mirajane! -exclamó el obispo real ante toda la audiencia.
-¡Viva la reina! -fue el grito eufórico que al unisono resonó por todo el reino.
Mirajane, vestida de dorado, con el cabello recogido y la gran corona sobre su cabeza, levantó la mirada con orgullo y sonrió en dirección a su pueblo; nuevos tiempos venían y ella debía honrar a su familia, deseaba ser la mejor reina que Ágatha tuviese, y definitivamente lo sería.
-Voy a ser la mejor reina, lo he prometido -pensó ella.
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Un ángel para cada demonio ©
FanficLo mejor de las almas gemelas es que pueden ser enemigas o amantes, pero siempre estarán juntas, aún si un enorme secreto trasciende sobre ellas. Todos tenemos un destino, así como para cada ángel se hizo un demonio. (Fairy tail fanfic)