Nébula y Kel

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Narra Elsa

Pasé toda la noche sin poder dejar de pensar en lo que había pasado con Astrid y con Hipo estos últimos días. Las aventuras, la complicidad, los besos y el miedo a perder todo eso, perder a mis amigos, perder a mi pueblo, perder a Hipo y... a perderme a mí. Quería estar con Hipo pero no toleraría hacerle daño y que piense que soy un monstruo.

A la mañana siguiente fui a ver a Nébula, se encontraba sana y con ánimos para volar.

-Linda, vamos a dar un paseo- dije cabizbaja mientras subía a su lomo y empezamos nuestro recorrido por los cielos mirando lo que dejaba atrás, esto significaba el adiós. 

Debía abandonar la idea de que Hipo y yo podamos estar juntos.

Era algo imposible...

Debía ir a buscar la cura a mi maldición, no bastaba con sólo unos guantes que estaban perdiendo su efectividad, necesitaba la cura definitiva, quería saber que puedo estar con él, tomar su mano sin ningún temor. 

Fui una de las islas más apartadas y ocultas, al final de la última montaña, al lado del tercer río estaba la casa oculta por helechos de una anciana, la misma anciana que me había dado los guantes. 

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Hace 2 años: 

Era una noche tranquila en Berk, luego de que Hipo uniera al pueblo con los dragones y venciéramos a los Berserker, reinaban los tiempos de paz. Había paz y tranquilidad en todas partes, menos en mi interior.... Para mí era una lucha constante el tener que reprimir el frío en mi interior. Ya había tenido algunos "accidentes helados" en mi hogar con Bocón, pero los problemas iban creciendo a tal punto que no podía controlarlo y debía fingir que todo estaba bien. 

- Volveré papá, debo ir a encontrar una solución.... - Dije desanimada a Bocón a lo que él negó. 

- Ni pensarlo, yo iré contigo - Se puso de pie buscando algunas de sus cosas.

- Papá, estoy segura que todos sospecharían si los dos desaparecemos, además... Berk te necesita, Estoico igual, no puedes simplemente irte. 

Bocón suspiró y me abrazó, deseándome lo mejor. 

Esa noche escapé en uno de los dragones del establo que no tenían a ningún jinete aún, esa fue mi última noche en Berk. 

Vagué durante semanas buscando respuestas. En uno de los puertos escuché a un mercader hablar de una bruja que fue exiliada de su pueblo. 

- La anciana Kel se fue a una isla alejada del este, era muy rara esa señora.... - Dijo uno de los mercaderes.

No sabía si una bruja era mi respuesta, pero debía intentarlo. Viajé a cada isla del este que encontraba pero no había rastros de la tal Kel, hasta que una tarde, mientras volaba en un Gronckle, pasamos por una bruma, lo cual era común ese tipo de brumas marinas, pero había algo raro en ella. Era tan densa que no se podía ver nada y tenía leves destellos azules. 

Después de volar en esa extraña neblina por unos minutos chocamos con algo y caí al suelo perdiendo a mi dragón. Caminé sin rumbo por unas horas hasta tropezar nuevamente con un objeto extraño. 

Rrrghhhh!

Escuché un sonido de dolor a mi derecha. Era un dragón, pero no podía ver cual. Por el sonido supe que estaba herido y muy débil. 

- ¿Estás bien? - Pregunté intentando palpar el cuerpo del dragón. 

El dragón disipó débilmente la niebla con sus alas para poder ver quien estaba a su alrededor. Era un dragón que no había visto, pero era magnífico.

- Soy Elsa, soy tu amiga y.... - Miré una de sus patas demasiado herida como para moverse. - Déjame ayudarte con eso. - Noté que estaba agotada sin fuerzas si quiera para detenerme, se notaba que o había comido ni bebido algo en días. 

Saqué un poco de agua y unos pescados que había atrapado hace poco y se la ofrecí, el dragón me los aceptó y noté que confiaba en mi, puse algunos ungüentos en su pata y traté de inmovilizarla entre dos ramas. 

- ¡Listo! - Exclamé - Ahora solo debes descansar y estarás mejor en unos días 

La dejé en recuperación, la niebla se había disipado y la visibilidad estaba en 70%. Caminé una hora sin rumbo, buscando algo que me dijera dónde estaba y noté que se acercaba una fuerte tormenta. No pude evitar pensar en la dragona que había dejado atrás.... 

Debo seguir adelante. Necesito encontrar refugio. 

Mi mente se imaginaba a la dragona en mitad de la tormenta, sin cobijo y en total soledad. 

Luché con mi mente por unos minutos. 

Bruuuuum!. Sonó un rayo. 

La tormenta comenzó, el agua torrencial comenzó a caer sin piedad golpeando las rocas y meciendo los árboles. 

¡Rayos! 

Di media vuelta y a toda velocidad fui hacia donde estaba la dragona para encontrarla acurrucada tal como la había dejado, con frío. 

- Tranquila, ya estoy aquí - Examiné la pata herida, aún no podía moverse. 

Corté algunas hojas grandes y en 20 minutos construí un pequeño refugio para nosotras. 

Pasamos la noche acurrucadas resguardándonos de la tormenta. Al despertar noté que ella no despertaba y estaba agitada. Al tacto su piel escamosa estaba hirviendo, algo no andaba bien. 

Le prometí que volvería e iría por ayuda. Corrí desesperada por todo el bosque y no había nadie que me pueda ayudar, subí una montaña y al lado de un río pude ver una casa oculta entre helechos y plantas.

Alguien que me ayude, por fin. 

Toqué desesperada la puerta y me abrió una anciana. 

- Por favor, mi dragona se está muriendo, necesito su ayuda - Dije con falta de aliento. 

"Mi dragona" 

Ella tomó una bolsa de tela vieja y me acompañó. 

Al llegar donde la dragona, la examinó y finalmente dijo. 

- Tienes suerte de encontrarme, tengo lo que necesitas. 

Sacó de su bolsa una botella con un líquido púrpura de procedencia desconocida y se la dio de beber. 

- ¿Con eso estará bien? - Pregunté preocupada. 

- Más que bien, te lo aseguro, sólo debe descansar un poco -  Dijo sonriendo. 

En ese momento la dragona se despertó y me miró buscando cariño. Se sentía mejor. Sonreí de alivio. 

- Esa dragona te quiere, no hubiera disipado la niebla si no hubiera sentido que tienes un buen corazón. - Dijo mirándonos - Creo que encontraste a tu compañera de viaje. 

"Nébula" 

Desde ese momento Nébula y yo somos inseparables. 

- Pero eso no es lo que te trajo, ¿cierto? Hay algo que te atormenta y no puedes controlar en tu interior, quizás yo te pueda ayudar - Dijo la anciana

Abrí los ojos sorprendida. 

- ¿Acaso usted es....? - Pregunté

- Soy la anciana Kel, la bruja de la isla este. - Sonrío - Yo te ayudaré.

Y así fue como conocí a Nébula y a la bruja que me dio los guantes y a la que debía volver a buscar para arreglar el problema. 

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DISCULPENME POR HABER DESAPARECIDO. FUERON UNOS AÑOS DIFÍCILES. ESPERO LES GUSTE ESTE CAPÍTULO QUE VOLVÍ CON TODAS LAS GANAS DE SEGUIR ESTA HISTORIA... CREANME, SE PONDRÁ BUENO 7U7

Hold me Tight  { Hiccelsa ♡}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora