M: Avril Lavigne - When you're gone.
Catalina sabía que sus mejores recuerdos se encontraban unidos a su infancia. Aquella en la que había sido mucho muy feliz, por encima de la etapa que vivía en la actualidad, que parecía cada vez más sombría.
Su hermano Axel conducía la camioneta y Soledad hacía las veces de su copiloto; César se había adelantado al valle para dar instrucciones antes de su llegada. Y mientras contemplaba la pista que dirigía a Cúneo, asombrada por el sol que parecía del verano pero que seguía siendo primaveral, sintió que el aire frío, mezclado con moléculas radiantes del sol y su vitamina D, traído por el viento de los Alpes Marítimos, del mediterráneo, la abrazaba y la protegía del dolor público al que estaba expuesta.
Lo que ocultaba del mundo era siempre lo mismo; ocurría que, cuando estaba a solas, Catalina solía pensar que era su ego, y no su corazón, quien gobernaba los pasos que daba en el mundo. En conjunto con sus otros demonios, podía poner en una balanza aquel noviazgo con Dwain, en el que él nunca había podido ver que lo utilizaba, pese a que sintiera que salía ganando: sexo a cambio de nada.
Por supuesto, Catalina había sentido, recostada en su habitación muchas veces, cómo el peso de los daños y de los dolores espirituales se le iban acumulando; hasta que Dwain percibió en ella aquella atención secreta que mantenía a la distancia con Lisandro. Después de eso, sus encuentros el año pasado se habían ido reduciendo hasta convertirse en mínimos roces con orgasmos forzados.
Dwain había terminado por descubrir que el sexo con ella no significaba otra cosa sino un efecto secundario de su bajo autoestima y que él era el móvil para no sentirse aislada. Fue por aquel entonces que la ruptura se llevó a cabo como un objeto quebrado mucho tiempo atrás, y cuya resonancia no se escucha hasta que las partículas se esparcen por el suelo.
Se había ganado una enemistad que crecía mientras el rumor de que ella vivía eternamente enamorada de Lisandro se esparcía por el campus. Luego de eso, se había enterado de que Dwain la llamaba frígida y había considerado una pérdida de tiempo que dijera que cualquier cosa que consiguiera con él, era nada cuando pensaba siempre en otro durante sus actos sexuales.
Al recargar la frente en el vidrio polarizado de la ventanilla, miró el paraje de los primeros campos en Cúneo, que se extendían alegres en contra de la luz solariega y que danzaban en un compás perfecto con el viento italiano. La voz de Soledad, alegre y sigilosa, bañaba el interior de la camioneta y se gozó de ver que Axel sonreía con un gesto de estupor al oír a su amiga charlar sobre las ridículas tareas de Enric.
Se sintió tan ajena de nuevo, como si no encajara, que pensó en saltar por la puerta en un movimiento antes de que cualquiera se diese cuenta: pero era demasiado cobarde para terminar con su vida. No podía enfrentar lo que ella misma sabía que era. Sus torpezas y la única vez de su promiscuidad que le había costado un futuro perfecto al lado de Lisandro.
En ese instante, Sol comentó algo sobre los primos Rocca, que eran famosos por demostrar que tenían un don en la sangre para el deporte.
Axel la observó por el espejo retrovisor y cuando sus ojos se encontraron con los suyos vio algo de ese lo siento que seguía oculto entre ellos. Volvió a escuchar la voz de Soledad en la habitación, casi veinticuatro horas atrás, que le decía que le dijera la verdad a Lis, sobre que lo amaba. Pero, ¿sí lo amaba? O, ¿eran esos sentimientos producto de su imaginación egocéntrica, del amor propio que un día se había tenido, de aquel beso en los senderos que había sido el primero y que atesoraba en su memoria como un evento sagrado?
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Púrpura (Versión 2010)
Romance«Los peores secretos son los que están manchados de sangre.» *** Obra registrada en INDAUTOR, México. Todos los derechos reservados. Advertencia: el segundo nombre de esta novela es Drama.