M: Susie Sue - Here with me.
Axel dejó el móvil sobre la superficie de la mesa, mientras contemplaba el rostro somnoliento de Soledad. En su mente todavía escuchaba las sugerencias de su madre pues le había llamado tras enterarse de lo ocurrido casi una hora atrás. Analey le había recordado que Catalina era lo suficientemente mayor como para que quisiera seguirle los pasos, y que ella ya tenía bastante con tener que calmar el machismo de César padre, que deseaba actuar como sus primeros impulsos le requerían.
Era de ese modo que Axel veía cómo funcionaba su familia; su madre era una mujer tan capaz e independiente que hacía a todos entrar en razón cuando se sentían al borde. El único con el carácter similar a ella era César, que para entonces se había retirado a su cuarto. Él y Sol habían decidido esperar a que Catalina volviera, y se quedaron en el comedor entre humaredas de esperanza. Cada uno tenía la certeza de que aquella noche o bien se terminaba algo o comenzaba lo que llevaba tanto tiempo en la intermitencia de lo imposible.
Alzó una ceja cuando vio que Soledad sonreía, sin prestar atención a que su gesto representaba un claro interrogante. Verla directamente siempre le hacía pensar que la vida le estaba regalando otra oportunidad. Sin embargo, también pensaba en su hija, que se había quedado con su madre. Soledad era tan solo una estudiante a la que le faltaban muchos sueños por concretar y, se imaginó, no sería él quien iba a truncarlos.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó por fin, sin dejar de examinar la pelirroja apariencia de ella.
—Me río de la vida —musitó la chica, contaminada del ambiente fresco que los rodeaba—, han pasado casi tres años desde que conozco a ese par y nunca habían tenido un enfrentamiento como este. Estuve a punto de preguntarme por qué justamente ahora, pero luego comprendí que Lisandro, por muy valiente que parezca, es aún más cobarde que Catalina. La gota que le derramó su vaso fue Vitto, ¿no?
—Ya no sé qué pensar —le dijo, meditabundo, repantigándose en la silla y mirando hacia el frente—, lo único que no quiero es que Cata salga hecha...
—Ten un poco de fe en ella —Soledad le pidió, en un tono abrumadoramente apacible que él entendió como un recordatorio de lo que le había dicho su madre—. Cat no es tan inmadura como parece.
Axel alzó sus cejas negras, confundido. En respuesta, Soledad se encontró negando con la cabeza. El peor defecto del hermano mayor de Cat era su preocupación exagerada. Heredada de su padre, según sabía. Se preguntó si sería del mismo modo con su hija o con otros hijos que tuviera más adelante.
En esa posibilidad no podía evitar contemplarse a sí misma. De pronto, sintió un escalofrío. Se hizo a un lado para erguirse, pero cuando pasaba junto a la silla de Axel, éste la detuvo por la muñeca, mirándola desde su asiento.
—¿Ya te vas? —Había un algo en su voz que la hizo espabilar—. Quédate un poco... al menos hasta que Cat regrese.
Su mente le decía que huyera, pero sus defensas, por el contrario a cualquier razón que tuviera, menguaron en cuanto la súplica tiñó las palabras de él, tan llenas de necesidad que sintió un golpe duro en el estómago. Enamorarse era la mejor de sus probabilidades cuando de él se trataba, mas no estaba lista para encarar la verdad que le rozaba la punta de la lengua.
Le gustaba. Mucho. Le gustaba más que el verano, más que la natación...
Y eso ya era hablar demasiado. O quizá demasiado era decir que simplemente su imagen, su carácter de hombre entero, pulcro y gentil, se la había metido por debajo de la piel, de los sentidos y se había incrustado en su cerebro.
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Púrpura (Versión 2010)
Romance«Los peores secretos son los que están manchados de sangre.» *** Obra registrada en INDAUTOR, México. Todos los derechos reservados. Advertencia: el segundo nombre de esta novela es Drama.