La carta que Vittorio se atrevió a enviar...

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Mayo del 2014.








He intentado escribir esto por casi cinco años. No es que haya tratado de escribir una carta por año, sino que, después de tres, los otros dos fueron como una explosión en mi cabeza. Se tornaron... caóticos.

¿Has tenido la sensación de que el tiempo no pasa?

Bueno, yo sí. No ahora, pero sí la tuve un día. La tuve cada vez que te veía a los ojos, siendo... valiente como yo no me atreví a serlo jamás. Es un tanto divertido si te lo cuento desde acá; un lugar destinado para los dementes de corazón. Quiero decir, los que tienen problemas psiquiátricos no son unos desalmados, porque la verdad actúan como si fueran robots, no tienen certeza alguna de sus actos.

Yo he tenido... ganas de hablarte. Sé que en el fondo también eres consciente de que no puedo volver a tu vida, pero como todo el tiempo, sigues aferrándote a la idea de que no me perdiste del todo.

Sí me perdiste. Del todo, hermano. Me perdiste porque nunca fuimos cómplices y de muchas formas y sentidos yo ayudé a que tu vida fuera un infierno. Ayudé a alguien a quien sinceramente no quiero mencionar: porque esta es una carta que explica, o al menos intentará hacerlo, quién soy. O... qué soy.

Quisiera que alguien, que no fuera el médico simpluche que se detiene por acá todos los viernes, me preguntara si soy feliz; así podría responder que sí. Le diría: «¿tiene hermanos, doctor? Pues yo tengo uno que se va a casar pronto. Es medallista olímpico. Mi hermano es un ser maravilloso —le diría luego— y reconstruyó los vestigios que quedaron de nuestra familia».

¿Ves? Si tan solo alguien me lo preguntara. Ni siquiera tú lo has hecho. En parte, creo que es porque tienes miedo de saberme loco de remate. Los médicos dicen que mi capacidad de discernir está totalmente atrofiada, y que en consecuencia jamás podré ver el mundo realmente. ¿Entiendes, Lisandro? La única forma en la que concibo mi existencia es... esto. Solo puedo ser como ella me mostró.

Vivo esperando que lo entiendas. Y tus cartas siguen llegando cada tres o cada dos meses.

Te lo pido por tu familia, por la mujer que será tu esposa (mujer a la que nunca toqué, por cierto; ella no lo recuerda, pero no, no la toqué) y por toda esa gente que te rodea... no busques en mí cosas que yo no puedo sacar a flote.

Si lo que quieres es que te diga que te amo, no voy a hacerlo. A veces no es necesario decir nada, basta con que los actos nos dejen ver aquello para lo que no siempre estamos listos. En un tiempo, cuando tengas tus propios hijos, verás que no hay nada mejor como defender a quien lo merece, y tampoco te van a importar los medios, ni la gente que se atraviese en tu camino.

Esto que soy, esto que me mata por dentro y que me consume, es lo menos que necesito para seguir respirando.

Matteo Rocca solía decir que la familia lo es todo. Como Eliseo no era mi padre, tú eres mi única familia.

Ya me vas comprendiendo, ¿no?





Esto: Vitto.

Púrpura (Versión 2010)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora