–¿Lukas? –dijo Rick con una botella de cerveza en la mano.–¿eres tú? –miró con cara de idiota.
Mi vista estaba baja, no quería mirarlo directamente a la cara, era imposible mirarle sin que mis recuerdos de él vengan a mi mente. Su propia voz me llevaba al pasado, no ha cambiado nada, sigue igual. Es como si nunca se ubiese ido, con la misma ropa, esa típica camisa llena de grasa, con el vaquero gastado y sucio y las botas negras llenas de barro que nunca se quitaba.
–¿no me hablarás? Hijo...
¿me está jodiendo? El cabrón tiene el descaro de llamarme hijo, después de que siempre me decía que él no tenía hijos ni nada. Quería salir corriendo de hay, ¿pero donde ir?
–Rick vete –ordeno mamá.
–¿por que me iría de mi propia casa?
–porque está ya no es tu casa.
–pero mira quien se atrevió a hablar, ya pensaba que te habían comido la lengua los ratones –dio un sorbo de la botella y sonrió.
–¡Rick vete!
–espera un momento, quiero hablar con mi hijo... Y dime Lukas ¿como te ha ido?... A mi me fue de puta madre en la cárcel –sonrio dando el último sorbo de cerveza y lanzando la botella por hay–pero quiero saber ¿que tal estás?... ¿aún eres maricon?
¡maldito hijo de puta! Me está provocando.
–¿no me responderás?
Mire a mamá, se le notaba el miedo y la preocupación a kilómetros, no quería pelear más. ¿por que tuvo que volver? ¿Que acaso 10 años no se le hizo suficiente?. Sé que si no le respondo pensara que aún tiene poder sobre mí, pero yo ya no le tengo miedo, no como antes.
–Rick porque no te vas de una puta vez.
–bravo, aplaudan... Ahora la escorea está mayor y se sabe defender –se acercó a paso lento. Tomo mi mandíbula, mis ojos se cruzaron con los de él, azules, llenos de sangre y con la iris extremadamente grande–creciste mucho en estos años... –movio mi cabeza de un lado a otro examinándola. Su aliento a alcohol era horrible, combinado con el olor que emanaba su cuerpo. Ajustó su mano con más brusquedad en mi mentón, podruciendome un leve dolor.
–Rick ya déjalo –mamá tomo uno de sus brazos alejándolo de mi. Pero este no se quedó atrás...
–¡No me digas lo que tengo que hacer zorra! –le propinó un bofetada.
Esto no lo podía permitir, ya no más. Lancé un golpe a su mandíbula haciendo que se tambaleara un poco. Él era tan grande y fornido que con suerte lo pude mover, y al parecer en la cárcel gano más masa muscular.
–¡¿que acabas de hacer hijo de puta?! –masajeo su mandíbula.
–no le vuelvas a levantar la mano.
–cabaste tu propia tumba sanguijuela.
Me tomo de manera que se me era imposible zafarme, mi madre trataba con él pero no podía. Mis ganas de llorar no querían desaparecer, me lo aguanté y dejé que mis ojos solo se cristalizarán. Subió bruscamente por las escaleras y entró a mi cuarto lanzándome al suelo, la puerta se cerró de golpe y él le puso el seguro. Los gritos y golpes de mamá en la puerta eran desgarradores.
–aprendi mucho en prisión –dijo acercándose. Yo no quería mirarle, mi vista estaba baja y mis rodillas flexionadas.
–¡mirame cuanto te hablo mierda! –me dio una bofetada.
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amor de un adolescente perdido
Teen FictionThomas Harris. Nueva ciudad. Nueva casa. Nuevo instituto. Nuevos amigos. En fin, vida nueva y un amor no correspondido. Thomas se enamora de Lukas y por el destino o cosas clichés de la vida terminan juntos, pero James, el padre de Thomas no los dej...